El atravesar aquel pentagrama se había sentido como una bocanada de aire fresco. Todo lo que estaba ocurriendo no era tan aterrador, se sentía nuevo y extraño, aquella sensación de angustia aparentaba haberse hundido por un momento. Y fue solo eso, un momento porque cuando Chris recuperó la conciencia todo estaba mal nuevamente.
Las últimas palabras de Azazel lo golpearon con fuerza. Tenía que ser una broma, todo lo que le dijo debía ser un chiste. Se estaba mareando, sentía que caería de rodillas en cualquier momento. ¿Había sido cierto? Y en ese caso ¿Él no era humano?
Se giró con la preocupación plasmada en su rostro encontrándose con aquellos inquietantes ojos cristalinos y prefirió guardar silencio por ahora. Ya tenían demasiados problemas.
Un callejón estrecho y oscuro les dio la bienvenida, sus acompañantes se miraron entre ellos antes de observar los alrededores rápidamente para poder marcarle el paso al pelirrojo. Se movió un poco confundido sin dejar de seguir a Azazel y la imagen que admiró al salir de allí lo dejó totalmente enmudecido.
Era una ciudad.
Pero no una cualquiera, era una ciudad subterránea.
-Bienvenido a Ignis, mi hogar. -Dijo orgulloso el azabache.
Nada era diferente a lo normal, había locales, casas, departamentos, vehículos. Muy ordinario a su parecer, a excepción de que había inmensas paredes rocosas que cubrían el cielo, el exterior y demás. No había luz solar ingresando por ninguna parte. La única fuente de iluminación era proporcionada por grandes faroles los cuales estaban distribuidos cuidadosamente alrededor de las calles. Y carteles luminosos por doquier.
Varias personas caminaban distraídas por aquí y por allá, nadie parecía haberse inmutado de su llegada a aquel sitio. Algo que llamó maravillosamente la atención de Chris es que todos eran sumamente atractivos, al punto de rozar la perfección.
¿Qué era ese lugar?
Azazel aprovecho la distracción para correr a lo largo de uno de los sectores intentando que nadie le prestara atención. Siempre seguido de sus amigos los cuales vigilaban atentos a todo en torno a ellos.
Para su suerte nadie notó su pasar.
- ¿A dónde vamos?-Preguntó un agitado Toribio.
Su hermana sonrió. - ¡Ya sé!-Comenzó a adentrarse por un camino totalmente vacío. -Los llevare a un lugar donde no nos encontraran nunca.
(...)
Los cuatro jóvenes estaban depositados en un sillón color escarlata esperando pacientemente a que la dueña de aquel pequeño departamento volviera de lo que estuviera haciendo en su habitación. Aunque ya habían pasado más de diez minutos desde que los había recibido algo insegura casi ordenándoles que se quedaran allí.
La decoración era impecable, sillones rojos, paredes de un blanco inmaculado, una mesa de café en el centro con un televisor frente a estos, cuadros, fotografías en las paredes. Todo estaba allí con propósito y bien cuidado.
Una joven de largo cabello rojizo, boca carmesí y piel de porcelana apareció frente a ellos con una media sonrisa. Sus tacones resonaron en la habitación anunciando su presencia. -Aquí estarán a salvo, pero no puedo tenerlos más de 24 horas.
-Gracias Eternity, no sé cómo pagarte este favor.
Ella presionó sus labios mientras ocupaba el asiento enfrentado al sillón. -Con dinero claro. -Le dio una mirada a sus uñas para luego devolvérsela al pelinegro. -Pero sabes que hago esto por Úrsula, no por ti Azazel. Tú me debes mucho.
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Black Crown [Finalizada]
RomanceEres el cielo y el infierno en uno. Tus labios, tus ojos, tu piel, tú, nadie más que tú. Eres el bien, el mal. El amor, el odio. El rechazo, el deseo. Pero más que nada, mi perdición. Todo eso Christopher, todo eso eres tú. Nota: El arte de la porta...