Capítulo 30: Asunto familiar

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La respiración del pelirrojo viajaba por su sistema de forma rápida y voraz. Sus manos temblaban a un costado de su cuerpo casi como si estuviesen hechas de gelatina. Intentó disimularlo lo mejor que pudo cerrándolas en forma de puños. Tragó saliva sin mirar atrás e inconscientemente se dijo a sí mismo que después de haber soltado todo aquello lo mejor que podría hacer en ese instante era huir.

Su cuerpo giró decidido a encontrarse con la escalinata que lo guiaría a la parte superior de la habitación, directamente a las gradas que habían sido exclusivamente elegidas para ellos, con motivo de tener una magnifica vista de la pelea que se llevaría a cabo.

Alzó su pie cayendo sobre el primer escalón cuando una voz firme, fatal y helada como el hielo lo detuvieron. Sus palabras sonaban amargas, como si estuviesen intentando ocultar una furia incontrolable e imposible de percibir. — ¿Cómo te atreves a hablarme de esa forma?

El grupo de jóvenes demonios se voltearon dedicándole su atención nuevamente al mismísimo rey del averno. Este tenía su mirada rubí fulminando a su descendiente, el cual al darle un vistazo parecía envuelto en el mismo estado de impotencia que el contrario. Ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder en sus emociones.

Christopher bajó del escalón devolviéndose a la planta baja, sus pies no dudaron al momento de moverse esquivando a sus compañeros quedando cara a cara con Samael. No se permitiría a sí mismo el derrumbarse ante el miedo, ni ahora, ni nunca jamás. Por supuesto que sabía que si el diablo lo desease podría destruirlo en un abrir y cerrar de ojos, pero aun así, allí estaba. De pie frente a su padre, con sus orbes tajantes concentradas en las suyas, su figura firme e imponente.

—Ya me oíste. —Habló fuerte y claro.

— ¿Acaso piensas lo que dices?—Samael parecía aturdido. —Te has cegado nuevamente ante los cuentos infantiles de este grupo de idiotas. ¿Cómo puedes si quiera probar que soy tan malo como ellos dicen?

No necesitaba demasiadas pruebas. —Con lo que he tenido que pasar por mi propia cuenta me basta y me sobra. —Presionó sus labios. —Eres una basura.

Azazel abrió sus ojos como platos al escuchar las palabras del bermejo, no podía creer que el mismo estuviese haciéndole frente a su padre en su forma de semi demonio. Sin duda, el valor corría por sus venas. Estaba en su esencia.

El público en las alturas no se perdía de ningún detalle, muchos de los demonios oían en silencio la disputa que se estaba llevando a cabo en el centro de Opal. Otros por su parte, soltaban pequeños comentarios bajos e insignificantes para los sujetos en conflicto, pero de gran importancia en relación a los miembros del reino. Al fin y al cabo, muchos de los demonios más importantes del infierno se encontraban presenciando el encuentro.

—Tus acciones y palabras solo me han demostrado que le has dado la espalda a tu hogar, tu familia y tu reino. —Negó lentamente luciendo decepcionado.

Se apresuró a contestar, la iluminación blanquecina los alcanzó dejando percibir sus figuras levemente. —No le he dado la espalda a mi hogar, a mi familia y mucho menos a mí reino. Te he dado la espalda a ti. Y tú no eres mi familia.

—Soy lo único que tienes.

Se apresuró a contradecirlo. —Error. —Alzó la comisura de sus labios. —Detrás de mí, se encuentra mi verdadera familia. Este grupo de "idiotas" como tú los llamas, me han protegido, enseñado y contenido mucho más en un mes de lo que tú podrías hacer en toda tu inmunda vida. —Les dedicó una pequeña mirada cariñosa antes de volver a dirigirle su completa atención al demonio. — Y te aseguro, que cuando tenga la corona en mi cabeza, ellos continuaran allí. Hasta el final de mis días.

Black Crown [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora