Capítulo 20: Amor

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 Los pies de ambos jóvenes golpeaban contra el duro suelo de piedra en su camino a lo largo de las catacumbas. La desesperación estaba poseyéndolos de pies a cabeza, podían sentirlo, podían sentir presencias nuevas. Podían sentir la presencia de Eternity, sabían que estaba allí debajo, solo quedaba encontrar cuál de todas las puertas en aquellos pasillos los llevaría a ella. Pero no era solo ella, minutos atrás Azazel lo había sentido, era inconfundible, sabía que estaba allí. Había sentido a Christopher.

El sentir su presencia en aquel lugar causó que su mundo se viniera abajo. ¿Cómo era posible que él estuviera allí? ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba Toribio? ¿Por qué no podía sentirlo? Esas y otras miles de preguntas se presentaron en su cabeza en menos de un segundo.

Su corazón se detuvo, su respiración dejó de salir y Úrsula estuvo varios segundos intentando hacerlo recobrar la consciencia y despertarlo de aquel shock en el que acababa de caer.

— ¡Azazel!—Gritaba la joven en un tono de voz lo suficientemente alto para regresarlo a la realidad, pero no lo suficiente como para hacer que los encontraran. —Azazel, cálmate.

El demonio de cabello oscuro tragó saliva y alzó su mirar a su compañera. Expulsó el aire de sus pulmones e intentó recobrar la compostura. Debía calmarse, no conseguiría nada entrando en un ataque de pánico. —Están aquí. —Fue lo único que pudo soltar.

—Sí, lo sé. Por eso mismo debemos calmarnos y pensar. —Habló pausadamente. —Necesitamos un plan.

Azazel presionó sus labios y asintió. —Nos confiamos demasiado, sabían que vendríamos, sabían que no traeríamos a Christopher. Seguramente enviaron una cantidad de soldados exorbitante para vencer a Toribio. —El joven continuaba manteniendo la forma de aquel soldado que habían vencido minutos atrás. Luego de aquello no pasó mucho tiempo antes de que se detuvieran de golpe al reconocer la esencia del pelirrojo. —Debemos buscarlo. Vamos a tener que dividirnos.

La pelivioleta abrió su boca abrumada. — ¡¿Estás loco?!—Negó varias veces. —No, nunca. Si nos separamos él podría...

La interrumpió. —Úrsula, él me quiere a mí. Si vamos juntos nos atrapará a los dos, nos quedaremos con las manos vacías. —Su tono de voz era decidido. Llevó una mano al hombro de la joven dándole un pequeño apretón. —Si al menos tú buscas a Eternity, ustedes se salvaran. Del resto me encargo yo.

—Azazel...

—Confía en mí. Por favor.

Sus palabras, su mirada, la forma en que se movía, todo estaba plagado de esperanza y sinceridad. Úrsula sabía que era difícil, la última vez que ella había oído esas palabras su mejor amigo fue encerrado por casi una eternidad. ¿Estaria dispuesta a volver a ceder?

—Azazel. —Movió su cabeza.

—Por favor.

Llevó sus ojos al suelo, los cerró por un momento tomando aire y finalmente asintió. —De acuerdo. Buscaré a Eternity. Ten mucho cuidado, te lo suplico.

El contrario alzó las comisuras de sus labios, pronuncio unas pequeñas palabras cerrando sus ojos. Se mantuvo así durante unos instantes y al abrirlos había vuelto a su propio cuerpo. No se molestaría en tomar disfraces o trucos. Lo estaban esperando y no perdería más el tiempo. —Tu también, ten cuidado Úrsula.

Ambos asintieron en silencio, se giraron y cada uno emprendió su propio camino.

(...)

— ¿Qué has dicho?—Los ojos verdosos de Christopher estaban abiertos de par en par. Su boca se encontraba completamente seca. ¿Acaso había oído bien? ¿Aquello había sido producto de su imaginación? ¿Acaso se estaba volviendo loco? Ese sujeto acababa de insinuar algo que estaba completamente fuera de su dominio.

Black Crown [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora