Capítulo 11: Sin cambios

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Después de aquellas palabras algo se rompió en Azazel, no había que ser un genio para darse cuenta y por lo tanto todos se percataron de que era el momento de marcharse a casa.

Al llegar a las motocicletas Chris esperaba aunque sea una frase por parte del azabache, pero no pasó, simplemente se acercó a los hermanos con los cuales compartió unas palabras que Chris no pudo percibir antes de despedirse.

Los cuatros se subieron a los vehículos motorizados y estos emprendieron su camino.

El trayecto al departamento fue frío, duro, silencioso, casi cortante, esa sensación de incomodidad causada por los eventos de esa noche no iba a marcharse fácilmente. Fueron demasiadas emociones en muy pocas horas. Cualquiera se sentiría afectado, inclusive un demonio.

Al llegar Azazel volvió a ignorarlo dando grandes zancadas hacia su cuarto y encerrándose en el mismo. El menor se sentía confundido, rendido, perdido, totalmente perdido.

Suspiró lanzándose en el sillón de la sala mientras se quitaba la estúpida peluca rubia de la cabeza. Cubrió su rostro con ambas manos intentando calmarse. —¡¿Qué diablos?!— La confusión era dolorosa, al punto en que las lágrimas rodaron por sus mejillas. Quería comprender, quería saber que había sido todo eso.

Tal vez comenzar con el hecho de que lo había besado frente a todo el maldito mundo. Pero el pelirrojo seguía confundido, su mente se puso totalmente en blanco justo en ese instante y su cuerpo simplemente se movió. Su instinto le exigió que hiciera aquello, el odio inundó su sistema, sus músculos atravesaron su cordura y al posar sus labios contra los del contrario ya era tarde.

Por eso mismo su reacción había causado tanto impacto en sus acompañantes.

No era su culpa, no estaba consciente de lo que hacía.

Ese era uno de los puntos que lo mantenían inquieto, continuando por el hecho de que al parecer estaba maldito y Balban prometía ayudarlo, con la condición de que olvidara absolutamente todo sobre Azazel. A su yo de ahora no le molestaba tanto, es decir, había conocido al tipo hace un mes y no sabía mucho sobre él. Pero a su yo de hace dos mil años no parecía agradarle la idea y por lo visto al demonio tampoco.

Probablemente su relación en el pasado había sido muy fuerte, en ese instante deseó saber más al respecto. Estaba cansado de desconocer qué diablos hacia ahí y que relación mantenía con ese joven que lo protegía a capa y espada. No entendía por qué era amable con él, si al conocerlo era todo lo contrario. Literalmente pensó que iba a morir cuando lo colocó contra la pared de su cuarto aquella vez.

Las cosas habían cambiado considerablemente desde esa ocasión, no podía negarlo, su relación con Azazel se había llenado de fuerza y hasta compañerismo. Aunque el menor no podía olvidar sus palabras.

A decir verdad no quería volver a buscarte, pero eres de utilidad absoluta Chris.

¿No quería buscarlo? ¿Acaso él había sido una mala persona? Sabía que había lastimado a todos ellos con su maldición, pero no era su culpa, ni la de Azazel. ¿O sí?

El azabache no quería verlo, no quería buscarlo, pero a pesar de todo eso, lo hizo. Porque lo necesitaba, lo necesitaba aquí a pesar de todo lo demás. No entendía por qué motivo seguía aquí, pero el saber que no era odiado por el contrario lo hacía sentir en paz.

Calmó sus lágrimas limpiándolas con el dorso de su mano, tenía que pensar bien las cosas, pero solo pudo llegar a la conclusión de que necesitaba hablar con su compañero de piso. No podía continuar así, necesitaba explicaciones y las necesitaba ahora mismo.

Se colocó de pie dirigiendo su cuerpo directamente al destino que deseaba encontrar, se detuvo cuando sus ojos se encontraron en aquella puerta de madera, su corazón se agitaba con fuerza, sus manos temblaron al momento de posarse sobre aquel material. Parecía como si este estuviera hirviendo y él fuera a quemarse con solo rozarlo.

Golpeó.

Silencio.

Probablemente no quería verle la cara y no lo culpaba, pero debía dejar de dudar a la hora de actuar, por lo tanto continúo golpeando. Cada vez más, con más fuerza y así por lo que parecieron horas tocó esa puerta, a la espera de algo que seguramente no iba a llegar. Una respuesta.

Sus nudillos se tornaron rojos, al punto de causarle dolor, estaba a punto de desistir cuando de repente la entrada a esa habitación se abrió. Unos ojos pálidos se cruzaron con unos verdes por un instante, el pelirrojo tembló ante la presencia contraria. —Azazel.

El mayor parecía irritado, Chris no sabía si era por sus golpes o por la jodida situación en sí. — ¿Qué quieres Christopher?—El menor se estremeció, no recordaba cuando fue la última vez que lo había llamado por su nombre completo.

—Creo que...necesitamos hablar.

Azazel presionó sus labios antes de intentar cerrar la puerta nuevamente. —No es un buen moment- —El contrario puso su pie impidiéndoselo. —Chris, no me hagas esto.

Le suplicó. —Por favor.

Hubo un momento de silencio entre ambos hasta que el demonio mayor suspiró haciéndose a un lado. —De acuerdo, pasa.

(...)

Una joven demonio de cabello purpura apoyó su peso sobre el balcón de su hogar frente a esa magnifica noche eterna que presentaba Ignis. Se llevó un cigarrillo a los labios antes de encenderlo. Peinó su cabello a un costado intentando que este dejara de cubrir sus bellas orbes.

Suspiró agotada, nada había salido como esperaban ese día, ellos de verdad desean cumplir sus planes, pero pedirle algo así a su amigo de toda la vida era algo...inimaginable. ¿Estarían dispuestos a renunciar a todo solo por Chris? ¿Por Azazel?

Tragó saliva.

Toribio apareció detrás de ella interrumpiendo sus pensamientos, colocando una mano amiga en su hombro, intentando darle consuelo tanto a su hermana como a sí mismo. —Que noche. —Soltó con desgano ocupando el espacio a un lado de Úrsula. —¿Tú crees que estarán bien?

Ella negó. —No, todo esto es una mierda.

—Tranquila, ya se nos ocurrirá algo.

La demonio movió su cabeza abrazándose a sí misma, siempre que algo malo pasaba ellos ideaban un plan de la nada, pero no estaba segura de que esta fuera la situación óptima para hacerlo. —Tú sabes...que no podemos pedirle a Azazel algo como eso ¿O sí?

El peliazul asintió. —Lo sé. —Bufó separándose del barandal del balcón. —Todo sería más fácil si no sintieran nada, pero es obvio que no va a ocurrir. Y cada vez es más difícil.

—Azazel prometió que seguiríamos con el plan, que él no se involucraría con Chris nuevamente, tú mismo lo escuchaste.

—¡Úrsula, se besaron frente a nosotros!—Le gritó. —Tal vez el Chris de ahora no se dé cuenta, pero el de hace dos mil años está intentando decirle algo, en cualquier momento lo sabrá. Y Azazel no lo está ayudando, no se está ayudando, se hundirá de nuevo.

Su hermana mayor sintió un escalofrió recorrerle el cuerpo de pies a cabeza, el frío en Ignis era nulo, por tanto aquello solo era miedo. — ¿Qué quieres decir?

Él se encogió de hombros. —Date cuenta, Azazel lo ama, no ha cambiado nada.

***

Secrets.

Black Crown [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora