Al gato y al ratón

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Becca autoriza una transferencia de dinero a mi nombre. No es un millón, pero es lo suficiente para cualquier imprevisto. Supongo que no puedo quejarme, viviendo en una mansión y cuidando de una mascota humana no se ve que vaya a necesitar tanto.

En mi cabeza sigue dando vueltas la idea de que Dion debe venir de algún lado, quizá una madre desesperada sigue buscándolo.

La situación aún me produce escalofríos, imagino que el tío creyó que podía suavizarla dándome una especie de sueldo.

Sin duda, ella debe saber mucho más de lo que dice, y si no, está el diario que espera por mí en los archivos de la computadora de Isaac. ¿Qué tanto deseo saber?

Entonces recuerdo algo y me doy una palmada en la cabeza. Dion lleva una semana solo.

―¡¿Dion?!―grito escaleras arriba―¿Has comido ya?

No me responde. Espero que no quiera jugar al gato y al ratón.

Tarda un rato, hasta que saca su bonita cabeza por los barrotes de las escaleras. Y yo me siento muy contento de verlo.

Quisiera saber cuál es su edad. Parece pŕoximo a salir de la adolescencia, pero tampoco es un adulto. Sus facciones son muy bellas, aunque hay algo sobrecogedor que no puedo señalar. Es como un rostro sin tiempo, moldeado a la perfección.

―No tengo hambre―contesta cuando le da la gana.

―¡Necesitas comer! Baja voy a cocinar algo. No sé tú, pero yo ya estoy hambriento―le digo frotándome el estómago.

Me ignora por un momento, hasta que, cuando alcanzo a reaccionar baja los peldaños en cuatro patas, demasiado rápido. Corro a su encuentro en el último peldaño, me agacho y lo levanto por los hombros―Puedes caminar como una persona, recuerda que ya no eres la mascota de nadie.

Dion me voltea el rostro.

―Así me gusta andar a mi―espeta y corre a la cocina igual que como bajo las escaleras.

Voy corriendo tras él temiendo que destruya algo, sólo para descubrirlo encima del respaldo de una pesada silla.

―Ah, sientate bien―digo bajándolo.

―Eres muy molesto―dice apartando su brazo.

―Sólo trato de enseñarte modales básicos humanos.

Está claro que mi argumento no aminora su enojo.

Busco en la despensa algo comestible, sorprendentemente está surtida como para sobrevivir a una guerra nuclear. Voy sacando los ingredientes de la alacenas y el refrigerador y poniéndolos sobre la barra.

―Tenía buen apetito Isaac ¿eh?

―No lo sé, nunca lo ví comer.

―¿Eh? ¿Nunca? ¿No comías con él?

Dion mueve la cabeza.

Isaac era muy desconsiderado ¡seguro que lo dejaba comer solo en el patio de servicio!

De pronto con una voz suave y triste, Dion me habla.

―Tu vas a domesticarme a tumodo...―se queja, luego, recuesta sus brazos en la mesa y esconde cara despacio.

Me levanto y volteo hacia él.

―Claro que no. Pero no debes comportarte como un animalito, asustarías a las demás personas.

―¡Qué otras personas!―dice irgüiéndose y sus orejas que se hacen hacia atrás no dejan de llamar mi atención.

―Las de la sociedad―le contesto encogiéndome de hombros―.Tienes que integrarte al mundo real no está bien que te la pases encerrado sólo conmigo.

Pet Complex (Novela Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora