III

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Me despierto con la noticia de que mamá se va de vacaciones por unas semanas con su nuevo novio, realmente estaba celoso, quizás era mi madre pero que otra persona la toque me hace enojar enormemente. Intenté sacar a brote mi egoísmo y pedirle que se quede pero no funcionó.

Mi casa ahora estaba sola, vacía, sin vida, sin mamá. Tenía hambre y ganas de gritar, parecía un niño pequeño que debe estar siempre al lado de su madre siendo amamantado.

Mi teléfono suena y una suave y tímida voz se escucha al otro lado cuando contesto.
-James... Es Joline. -Se escucha cómo traga saliva. -Quería saber cómo estabas.

-Oh, hola Joline. -Me sorprendo al recibir una llamada suya. -Me alegra que me llames, yo estoy bien, aunque mamá se fue de viaje y me dejó solito.

Joline ríe tiernamente. -Bueno, pero tu madre tiene derecho a divertirse, ¿no?, también puedes buscar algo que hacer para divertirte de igual manera.

Escucho su última palabra y una idea no muy bien intencionada llega a mi mente.
-Y si... ¿Vienes a mi casa? -Un silencio se forma entre ambos.

-Pero, no sé dónde vives y no sé si mi madre me lo permitiría, luego de que tuve el accidente y quedé ciega me limitó muchas cosas.

-Podrías decirle que vas a la Universidad por un asunto y yo te paso a buscar donde siempre nos encontramos.

Un silencio se forma nuevamente y escucho un suspiro del otro lado.
-Está bien, James. -Una risita se escucha. -Sí que sabes planear cosas.

Me emociono al escuchar lo que acaba de decir y le recuerdo que nos vemos allá antes de colgar el teléfono para ir a vestirme y dirigirme donde Joline.

Salgo de casa luego de vestirme y doy pasos grandes y apresurados. Como era de esperarse, Joline me estaba esperando tres cuadras antes de llegar a la Universidad.
-¿Joline? -Me acerco a ella al verla.

-James, hola. -Mueve su bastón en dirección a mí, guiándose por mi voz.

Sujeto su mano y le doy un beso en la mejilla. -Vámonos.

.....

Llegamos a casa y ayudo a Joline a sentarse en el sillón de la sala, le brindo un vaso de agua y me siento frente a ella. Esta llevaba un vestido por encima de las rodillas, floreado, de un color suave, su escote como siempre mostrando sus bellos atributos los cuales eran sus pechos.

Lo más interesante de una chica ciega es que no puede notar que la estás mirando de forma lujuriosa, aunque bueno, Joline pareciera que aveces se enteraba de cada cosa que yo hacía.
-¿James? -Coloca el vaso con agua en la mesa, no sin antes palpar para asegurarse de que había una allí.

-¿Sí? -La miro de pies a cabeza con lentitud.

-Nada, por un momento no sentía tu presencia.

Sonrío perversamente y una pregunta sin pensar brota de mis labios.
-¿Te gusta provocarme? -Rasco mi pierna en ansiosa espera de una respuesta.

Sus ojos se abren con gran impresión, cruza los dedos con vergüenza y su rostro se ruboriza.
-¿Por qué esa pregunta? -Se nota el nerviosismo en ella.

Me acerco suavemente y me siento a su lado, acaricio su cuello y me acerco a su oreja.
-No lo sé, quizás ese escote. -Paso mi mano por sus pechos y puedo escuchar su respiración acrecentarse.

-¿Qué haces? -Su voz se entrecorta.

Volteo su rostro hacia mí y la beso sin dirigirle una palabra más. Para mi sorpresa, esta se deja llevar y coloca su mano en mi cabeza, empezando a acariciar mi cabello.

Ella mueve su lengua con gran excitación dentro de mi boca, yo deslizo mi mano por su cintura y la llevo a su entrepierna, toco sus panties mojadas y termino acariciando por dentro de ellas, cuando estoy justo a punto de meter mis dedos ella se detiene y me da un leve empujón.
-Ya paremos, ¿Sí? -Intenta levantarse del sillón. -Nunca había hecho esto.

La miro con enojo y me levanto rápidamente empujándola bruscamente hacia el sillón.
-¡¿Qué haces?! -En su rostro se nota temor.

-Tengo una maldita erección ahora mismo, no puedes ir por ahí levantando pollas y yéndote como si fueras la reina de inglaterra.

-Déjame ir, por favor. -Empieza a suplicar. -Perdóname por hacer esto.

Su súplica me hace excitar y jalo su cabello tirándola al piso con fuerza, haciendo que caiga arrodillada.
-Bien... Entonces si no quieres complacerme... -Me quito el cinturón que llevaba puesto y lo mojo con el agua que quedaba en el vaso que Joline había dejado en la mesa. -Tendré que castigarte. -Levanto su vestido quedando sus nalgas ante mis ojos.

Golpeo el cinturón contra sus glúteos y esta llora como un bebé, suplicándome que me detenga. Me siento en su espalda como si fuese un caballo y empiezo a reírme maliciosamente.
-¿Te duele? -La miro fijamente esperando una respuesta.

-N-no. -Intenta evitar mostrarse atemorizada.

-¿Ah, no? -Me levanto y preparo el cinturón para pegarle más. -Entonces no habrá problema si te pego una vez más.

Se voltea con la mirada perdida intentando saber dónde me encuentro y fijar su mirada en mí.
-Sí me dolió... -Su voz se entrecorta.

Una sonrisa aún más perversa se nota en mi rostro y la miro como si fuera inferior a mí.
-¿Qué? No escuché bien. -Me agacho acercando mi oído a ella. -Repítelo.

-Que sí me dolió. -Voltea sus nalgas hacia mí y levanta aún más su vestido. -¡¿Ves?! Seguramente dejaste mis glúteos rojos.

Miro con impresión lo que acaba de hacer y río fuertemente.
-Buena niña. -La levanto apretando fuertemente su brazo. -Igual no te dejaré ir. -En su rostro se nota el miedo. -¿Sabes cocinar? Ve y preparame algo.

Sus piernas tiemblan y asiente sin negarse en ningún momento.
-Pero, no sé dónde queda la cocina, ¿Me puedes dar mi bastón? -Su voz suena temblorosa.

-No. -La observo maliciosamente. -Tendrás que encontrar la cocina por tu cuenta, qué tal si te arrastras en cuatro patas como un perro e intentas olfatear. -Agarro su bastón sin intenciones de soltarlo. -Anda, juguemos, si han pasado 30 segundos y no encuentras la cocina te pegaré con tu propio bastón.

La humillación se nota en su rostro y esta se arrodilla y se pone en cuatro patas como una cachorra, temblorosa, se mueve intentando buscar la cocina.
-Hmm, no me satisface lo suficiente, mejor saca la lengua y respira como un perro. -Me acerco mirándola moverse sin saber dónde ir.

-¿Qué? -Muerde su labio inferior con ansiedad.

-¿Qué dijiste? ¿Acaso te estás negando? -Sonrío morbosamente.

Ella saca la lengua y empieza a respirar de forma rápida, justo como se lo pedí. Palpa el piso intentando encontrar la cocina pero falla.
-¿Sabes? -Abre sus ojos con miedo e impresión. -Ya pasaron los 30 segundos.

Levanto el bastón y lo golpeo contra su espalda, haciendo que esta lance un grito de molestia y caiga acostada en el piso.
-Aprende a ser más rápida, me dijiste que tu discapacidad no te impide ser independiente, ¿No? ¿Entonces porqué eres dependiente a un maldito bastón? -La golpeo nuevamente y esta me pide que me detenga.

-Encontraré la cocina, sólo dame al menos un minuto. -Su llanto se hace fuerte.

-Esa no es la forma de pedir algo. -La levanto por su brazo izquierdo haciendo que se arrodille frente a mí.-Dime amo y suplícame.

Su rostro estaba totalmente rojo y las lagrimas rodaban por sus mejillas, desliza suavemente su lengua por sus labios, notándose espesa su saliva e intenta fijar sus ojos en mí.
-Por favor, amo, sólo dame un minuto.

PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora