♠ Mafia ♠

3 - Edd

- No me gusta la idea de que ese tal Ranger K se nos una en nuestra misión - decía mientras hacia unas comillas con sus dedos para recalcar el nombre del susodicho.

- Oh vamos Doble d. Nos guste o no, el tipo pareciera ser muy bueno con las armas de fuego. Varios me dijeron que John lo había recomendado para que trabajase junto con la mafia del sector D...Los apoyó y lograron derrotar al sector J - las cejas de Edd se levantaron en asombro. Los del sector J eran reconocidos por ser una mafia bastante agresiva y con mucho poder - Además, tu fuiste quien lo desafió a que te apuntase con su revólver

Edd dio un resoplido molesto.

Tenía más que claro que el enmascarado lo había puesto a prueba a petición suya, pero consideraba que de todas formas era un completo grosero ¿Cómo era capaz de lanzarle ese humo venenoso en su rostro? ¿Cómo era si quiera capaz de acusarlo a él y a sus amigos de cobardes? ¿Es que acaso tenía la mas mínima idea por todo lo que habían pasado? ¿Por todo lo que ÉL había tenido que pasar?

Eddy decidió ignorarlo mientras se dirigió a la cocina por una cerveza y así dirigirse a su cuarto a descansar, mientras que Ed se encontraba en su habitación tomando una de sus típicas siestas post almuerzo.

Edd se encontraba en el gran sillón de su improvisada sala de estar, con la televisión encendida pero sin prestarle mucha atención. Su mente viajaba en el guapo pero odioso mudo de anoche ¿Y si resultaba ser un traidor igual que Sam? Al parecer John tenía su fe puesta en él, lo que era de extrañar sabiendo que el tipo llevaba alrededor de un mes trabajando para él. La Triple E's ya llevaba casi 4 meses, y con suerte habían cumplido una sola misión. Estaban teniendo problemas con cierto policía pelinaranja, quien pareciera estar siempre un paso mas adelante que ellos.

Y Edd creyó que por un momento había invocado al detective con sus pensamientos, ya que este había aparecido repentinamente en televisión. Sus pensamientos divagaron al escuchar su voz. Su suave y grave voz.

Se encontraba siendo entrevistado por un asalto menor a unos cajeros de la cuidad, al parecer habían logrado encontrar gran cantidad del dinero robado pero no a los delincuentes involucrados. Últimamente Kevin Dorm estaba teniendo bastante dificultad para atrapar a delincuentes, partiendo con la Triple E's, lo cual le hacía a Edd preguntarse que le podría estar sucediendo al policía.

Edd desde siempre fue fan de Kevin. Desde que iba en la escuela es que admiraba su fuerza y energía... Fue de la primera persona de la que se enamoró... aunque las cosas no salieron como del todo bien.  Una vez convertido en policía, no perdía oportunidad de observarlo en televisión. El hecho que el pelinaranja fuera designado a atraparlos, le complicaba la vida. Se sorprendió bastante, si...Pero, aun cuando tuvo la oportunidad de estar más cerca de lo que imaginaba jamás (aunque fuera escapando de él), sabía que debía mantener una postura firme y clara con respecto a que es lo que debería hacer en esos momentos.

Y, aunque fuera difícil quitar sus ojos sobre él, sus amigos siempre iban a estar por encima de todo. Eran su familia...y jamás dejaría cometer un error que pudiera perjudicar a aquellos que quería.

Verlo por televisión era completamente distinto.

Podía sentirse libre de observar cada detalle de su cuerpo, sin ser juzgado y sin miedo de cometer algún error que pusiera en riesgo a sus amigos. No les había dicho nada a estos con respecto a la fuerte atracción que sentía hacía el enemigo número uno de la Triple E's. Creía que el hacerlo no traería nada más que peleas y discusiones en el equipo, por lo que no pretendía hablar jamás de eso. Sabía que era un simple sueño, y se contentaría con observarlo así, desde lejos y a través de una pantalla.

Observó como el detective le hablaba con una sonrisa a la periodista, sintiendo envidia de esta, pero luego este se dedicó a observa hacia la cámara, mostrando sus perlados dientes mientras hablaba con optimismo. El corazón de Edd no dejaba de bombear con fuerza. Esa sonrisa era maravillosa ante el pelinegro, aun cuando los ojos del policía parecían cansados y demacrados por unas inusuales y grandes ojeras ¿Una mala noche? ¿Muchas horas de trabajo? Se preguntaba, hipnotizado por esas esmeraldas que relucían en su rostro.