Las noches eran mi acompañante cuando intentaba de crear un nuevo diseño a mi ropa deseando que se convirtiera en la tendencia en ventas. Me quedaba hasta muy tarde, así era como las estrellas aparecían por mi ventana y la luna iluminaba el cuarto. Era una trabajadora dedicada y también era mi propia jefa. Desde pequeña siempre desee con ser una diseñadora de ropa, coleccionaba pequeñas telas con el fin de hacerles ropa a mis muñecas. Mis padres nunca entendieron mi sueño, el ser abogada era mucho mejor e incluso ser una enfermera como mi hermana mayor, era ser profesional y bien vista por sus amigos.
Sin embargo continúe con mi propio sueño y me dedique a ser lo que quería, una diseñadora de ropa. Y le demostré que sin ser abogada o enfermera era una de las mujeres más reconocidas en la ciudad. Grandes personas importantes venían a mi pequeña empresa para hacer sus trajes, empresarios, modelos locales, hasta el mismo alcalde. Era una pequeña empresa, puesto que recién estaba dando a flote pero era muy bien reconocida.
Yo era feliz, a pesar de aún no tener del todo la aprobación de mis padres. Trabajaba duro para conseguir el éxito. Y por supuesto sin los trabajadores que tenía como amigos no podría haber conseguido todo.
Lydia camino alrededor del mesón dándome la típica mirada de reproche. Ella era una de mis ayudantes, era muy divertida y honesta. La conocí cuando estudiaba en la universidad y desde allí que nos hemos vuelto inseparables. Al igual que yo era muy trabajadora pero el hecho de que yo siempre me quedara unas horas más tarde después de haber cerrado el local, a ella simplemente no le gustaba
— Melek.— Murmuro regañándome.—Eres genial por ser tan buena. Pero no debes presionar tanto tu talento.
Deje de dibujar en mi cuaderno y la mire pensando en lo que acababa de decir. Estar hasta tarde tomando un café por horas hasta que finalmente algún diseño me encantara y finalmente darme por vencida e ir a casa, ya se estaba haciendo un hábito en mi. Me sentía cansada y ella tenía razón.
Asentí mientras cerraba mi cuaderno con mis bocetos.
—Gracias por ser la más cuerda aquí. No sé qué haría sin ti. —Le sonreí.
—Probablemente estarías en el hospital por intoxicación de cafeína y unas ojeras que llegarían hasta el suelo. Sí, creo que por primera vez en la vida siento que soy una buena influencia.
Reí por su comentario y guarde mis cosas para luego finalmente cerrar el local.
Lydia me acompaño hasta que cerré las puertas del local y camino a su auto quien se encontraba estacionado alado del mío.
—Tal vez deberías darte un día de descanso. Robert y yo podemos manejar la situación, al menos por un día.
Robert era otro de mis ayudantes, la verdad es que solo éramos nosotros tres. Pronto contrataría a más personal, pero hasta el momento con mis amigos cercanos me bastaba. Robert al igual que nosotras amaba este campo profesional, era muy bueno en lo que hacía y lo conocí un día en un desfile universitario, desde allí mantuvimos comunicación y cuando le conté sobre mis proyectos él no dudo ni un segundo en incorporarse. Aparte de Lydia, él me ayudaba demasiado, era un gran consejero.
Pensé un poco en la idea y a pesar de que era tentadora, no quería descansar en un día de no descanso. Necesitaba terminar algunas cosas.
—Confió en ustedes. Es solo que no me corresponde descansar. Necesito estar con ustedes.
Lydia negó con su cabeza obviamente en desacuerdo.
— ¿Y a quién le importa si descansas? Eres tu propia jefa. No puedo creer que estés siendo tan dura contigo misma.
—Es solo que quiero terminar lo que empecé.
—Y lo harás. Siempre haces bien todo, pero necesitas un descanso, si sigues así colapsaras. Mucho de algo es malo, recuerda.
Asentí dándome por vencida. Lydia siempre ganaba.
—Está bien señorita mandona. Tú pareces más mi jefa a decir verdad.
—Alguien tiene que llevar los pantalones en esta relación.
Reímos y finalmente nos despedimos. Ambas subimos a nuestros autos, Lydia se fue primero, yo agarre mi móvil y envié un mensaje a Robert diciéndole que me iba a ausentar mañana. Cuando tuve eso listo finalmente arranque mi auto para irme a mi departamento, a la tranquila soledad.
Cuando la oscuridad de mi habitación me inundo finalmente sentí la sensación de paz. Tenía tanto peso sobre mis hombros, no era solo yo queriendo ser buena en lo que amo, era yo tratando de demostrarle a mis padres que yo si podía. Y odiaba cargar con eso. No debía sentirme así, y aunque lo sabía, aunque sabía que no debía demostrarle nada a nadie, sentía que la presión aún estaba ahí. Tal vez por el hecho de que mis padres siempre que tenían la oportunidad de compararme con mi hermana mayor dejo algo en mí. Amaba a mi hermana, ella era diferente a mis padres, pero sin embargo ellos siempre se encargaban de dejarme como si mi trabajo fuera nada.
Odiaba las cenas en fiestas o cumpleaños e incluso esas reuniones que tenían con sus amigos empresarios para presumir quien tenía mayor dinero y que hijo era mayor reconocido, yo nunca salía a colación. Era marginada para mis padres así que lo era para sus amigos. En cambio mi hermana estaba en boca de todos, y gracias a eso consiguió el esposo deseado de mis padres. Un abogado de alta calidad, todas sonrisas y mucho dinero. Mi hermana era feliz o al menos eso aparentaba.
Cerré mis ojos dejándome llevar por la sensación que dejo la ducha con agua caliente y la pequeña cantidad de ramen que comí.
Al menos mañana estaría libre. Después de haber terminado un traje especial para la esposa del alcalde, creo que si merecía un descanso. Después de todo el consejo de Lydia no estaba nada mal.
El sonido de tono de llamada de mi celular sonaba a todo volumen en mi oreja. Abrí los ojos y conteste con la esperanza de que no fuera nada importante.
— ¿Si?—Conteste.
—Melek, soy Robert. Tenemos una emergencia.
Me senté y mire el móvil, eran las dos de la tarde. Había dormido más de lo planeado. Lloriquee internamente porque de verdad tenía planeado no levantarme de esta cama por todo el día.
— ¿Qué ocurre?
—Hay un hombre. Dice que quiere un traje especial.
Fruncí el ceño confundida.
— ¿Y dónde está el problema?
—Es que no quiere que se lo haga nadie más que tú. Lydia hablo con él pero no hay caso. Le dijimos que podía dejar reservado un día para que hable contigo pero creo que tiene prisa. Quiere verte hoy a pesar de que dijimos que era tu descanso.
Gruñí bajo diciendo pequeños improperios en mi mente al hombre sin control alguno. ¿Qué tipo de cliente es este? No puedo atender a una persona demente.
— ¿Vendrás?—Pregunto. Suspire agotada. ¿Qué opción tenía?
—Sí. Dile que me espere en mi oficina, estaré allí en unos minutos.
Camine hasta el baño para darme una ducha. Este hombre tiene suerte de que ame mi trabajo, porque sin duda no me levanto de mi cama por nada.
Cuando llegue Lydia y Robert estaban en sus puestos trabajando y apenas me vieron entrar saltaron de sus asientos para verme.
—Este hombre es un fan estoy segura. —Aseguro Lydia.
Robert rió y asintió.
—Debe haber visto tus trabajos. Esta demente por haberte querido en un momento en que estas de descanso pero creo que cuando lo veas tal vez haya valido la pena haber venido.
Robert sonrió coqueto y con una mirada divertida. Puede que sea cierto, pero nunca se sabía con Robert, sus gustos por los hombres eran muy distintos a los míos.
— ¿Esta en mi oficina?—Cuestione.
Lydia asintió. —Lo siento por esto pero él fue muy insistente.
Asentí desinteresada. Yo descansando era como un sueño, ya me había acostumbrado.
—Está bien. Iré a ver qué es lo que quiere.
Camine hasta mi oficina. Cuando entre vi al hombre de espaldas sentado en una de las sillas frente a la mía. Al sentir el sonido de la puerta cerrarse volteo a mirarme.
Era un empresario. Lo supe en el momento en que lo vi de espaldas. Usaba un traje azulado ajustado que lo hacia lucir muy apuesto, su corto cabello castaño rubio bien peinado hacia atrás con pequeñas hebras sueltas en las puntas lo hacia un estilo más rebelde y varonil a la misma vez. Sus ojos miel me observaron estupefactos por unos segundos y luego levanto su mano para estrecharla con la mía. Era todo formal, pero sus brazos me distrajeron, estaba en forma. Estreche su mano devuelta pensando que él lucia un poco mayor que yo, sin duda debe ser hijo de un empresario si se convirtió en uno.
Asentí y camine hacia mi asiento frente a él.
—Soy Melek. La dueña y diseñadora de esta pequeña empresa. Hoy era mi descanso pero mis asistentes dijeron que usted requería mi especial aparición. ¿A que se debe su insistencia?.
No quería sonar molesta al contrario quería ser toda formal porque claro, un empresario estaba acostumbrado a lo formal. Pero creo que había sonado algo irritada.
Humedeció sus labios y recargo sus codos en la mesa, luego los bajo y me miro fijamente. Parecía inquieto.
—Mi nombre es Adrien Jones. Pido disculpas por las molestias pero necesitaba hablar con usted. He visto sus trabajos y sé que este lugar es un gran lugar para hacer trajes especiales. Y yo necesito uno especial que usted como dueña lo haga. Es para una ocasión especial y tengo limite de tiempo, es por eso que necesitaba verla lo antes posible.
Sopese la idea y asentí. Por un instante sentí un ligero cosquilleo en mi estomago y me arrepentí de no haberme puesto un poco de maquillaje. No quería impresionar puesto que estaba algo molesta y quería que el hombre que hizo que me levantara de mi cama lo supiera, sin embargo ahora me arrepentía. Estar frente a un hombre como él me hacia cuestionar si mi cabello negro se encontraba en su lugar y si incluso aquellas pequeñas pecas sobre mi rostro lucían atractivas sin maquillaje.
—Bien. Creo que entendí la idea pero puesto que hoy es mi día libre, dejare agendado su pedido para encontrarnos mañana y hablar un poco mejor del asunto.
Observo como sacaba mi cuaderno para anotar mi día, miro el reloj que tenia en su mano y volvió a mirarme.
—Son casi las tres de la tarde y de verdad necesito ir a trabajar con la seguridad de que hará esto en el tiempo debido. Necesito su palabra, pero además de eso necesito resolver esto hoy. ¿Puedo invitarla a almorzar algo mientras conversamos de mis ideas para el traje?.
Levante mi vista del cuaderno para encontrarme con sus ojos miel. Lucia todo profesional y estaba segura que esa invitación no tenia nada más que trabajo en mayúsculas, pero no podía almorzar con un cliente. No por reglas sino porque hoy no trabajaba. Me costo tanto darme permiso para un descanso y ahora viene este hombre nervioso para que le haga un traje adecuado y rápido para su boda. Supongo que es para su boda, un hombre así ya debe estar comprometido y viendo el traje que usa, las marcas extranjeras y caras resaltaban por toda la oficina, al menos para mi.
—No creo que sea buena idea. Lo siento mucho. Hoy es mi día libre y necesito ocuparme de ciertas cosas.
Volvió a humedecer sus labios pensando en una respuesta.
—Sé que estoy siendo sumamente fastidioso pero realmente es algo que necesito saber con seguridad que se hará en el tiempo adecuado.
Negué con mi cabeza.
—No tiene de que preocuparse. Mañana hablaremos de los detalles. Soy una persona que cumple con sus promesas.—Sonreí y a cambio él asintió. No hubo sonrisa o un destello de simpatía. Era muy formal, distante y por la forma en la que necesitaba este traje se podía ver que se encontraba algo ansioso. Tal vez si era un hombre realmente enamorado y quería que su ropa luciera igual de bien que su lujosa boda. De repente comencé a imaginar su boda y su vida glamurosa junto a su prometida, una mujer muy bien vista, hermosa, adecuada a su estatus económico y a la par con el físico que él poseía.
—Bien. Entonces creo que mañana estaré aquí. ¿A que hora debo volver?.—Se levanto de su asiento para acomodar su traje e irse.
Me levante inmediatamente del mio y camine alrededor de la mesa para quedar frente a él quien me llevaba casi dos pies de altura.
—Creo que a las nueve de la mañana esta bien. Usualmente llego muy temprano así que esa hora es perfecta.
Volvió a asentir y pude notar un pequeño de brillo en sus ojos mieles. Usualmente en los libros este tipo de mirada de un hombre debería hacerme sentir pequeña o intimidada, pero con él no me sentía para nada así. Su presencia hacia que me sintiera segura de alguna forma y su mirada era algo dulce, aunque aparentaba ser un tipo duro con su traje, al mirar sus ojos era como descubrir que él estaba roto.
—Aquí estaré. Nos vemos.—Se despidió y finalmente se fue. El aroma que poseía dejo un rastro al salir de mi oficina y tuve que cerrar los ojos para aspirar aquel aroma.
Cuando los volví a abrir Lydia y Robert estaban en la puerta sonriendo divertidos. Sonreí inocentemente. Me esperaba un gran día por delante.
HOLA, HA PASADO UN TIEMPO DESDE QUE NO SUBO UNA NUEVA HISTORIA, ASÍ QUE PARTIRÉ SUBIENDO ESTA HISTORIA QUE CREE ESTE AÑO, AÚN NO ESTA TERMINADA PERO PRETENDO SUBIR CAPÍTULOS A MEDIDA QUE ESTÉN LISTOS. ESPERO QUE LES GUSTE(:
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No Eres Mi Secreto
RomanceTrabaja duro, esfuérzate y vive tu sueño. Aquellas palabras era el lema de Melek. Una chica que no pensaba nada más en lo que debía demostrar a los demás, sobre todo a sus padres. Con su vida planeada y sueños por convertir en realidad, Melek nunca...