1.

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El día viernes antes de las vacaciones de invierno, Sally le preparó a Percy una bolsa llena de armas, realmente eso era estúpido, ya que el tenía su propio artilugio.
Nos llevaba en auto a un nuevo internado, mientras recogíamos a Thalia y Annabeth por el camino.

Nadie dijo nada en todo el camino, salvo Sally.

Finalmente llegamos a Westover Hall (una escuela militar) y ya estaba oscuro.
Thalia que estaba a mi lado limpió el cristal de su ventana.

—¡Uf! Esto promete ser divertido.

El internado no era tan horrible como lo mostraba el rostro de Percy. Era de piedra negra, con Torres y troneras y puertas de madera, se encontraba sobre un risco nevado, con un bosque por un lado y del otro lado el océano.

—¿Seguro que no quieren que os espere? —preguntó Sally.

—No, gracias, mamá. No sé cuánto tiempo nos va a llevar esto. Pero no te preocupes por nosotros —dijo Percy.

—Claro que me preocupo, Percy. ¿Y cómo pensáis volver?

Percy estaba rojo de la cara.

—Todo irá bien, señora Jackson —terció Annabeth mientras le sonreía—. Nosotras nos encargaremos de mantenerlo a salvo.

El rostro de Sally se calmó un poco.

—Muy bien, querido —dijo Sally—. ¿Tenéis todo lo que necesitáis?

—Si, señora Jackson —respondió Thalia—. Y gracias por el viaje.

—¿Jerséis suficientes? ¿Mi número de móvil?

—Mamá...

—¿Néctar y ambrosía, Percy? ¿Un dracma de oro por si tenéis que contactar con el campamento?

—¡Mamá, por favor! Todo va a ir bien. Vamos, chicas.

Se bajaron del coche y me quedé unos segundos con Sally. Parecía triste.

—No te preocupes por él, Sally. Todo irá bien —dije sonriéndole. Me devolvió la sonrisa y bajé del coche.

Gracias a la chaqueta que me había comprado mamá por mi cumple años, me cubría bastante bien del viento y el frío que hacía en este lugar.

—Tú madre es estupenda, Percy —le dijo Thalia.

—Pse, bastante pasable —reconoció—. ¿Qué me dices de ti? ¿Tú estás en contacto con tu madre?

Thalia lo fulminó de muy mala manera.

—Eso no es asunto tuyo, Percy...

—Hey, hey. No hay por qué se groseros —le recalqué.

—Será mejor que entremos ya —nos interrumpió Annabeth—. Grover debe de estar esperándonos.

—Tienes razón. Me pregunto qué habrá encontrado aquí para verse obligado a pedir socorro —continuó Thalia.

—Nada bueno, me temo —finalizó Percy.


Las puertas se abrieron en un chirrido y entramos al vestíbulo.

—Uau —dijo Percy asombrado.

Los muros eran muy altos, llenos de estandartes con armas y así.

—Me pregunto dónde... —empezó Annabeth.

Las puertas se cerraron con un estruendo a nuestras espaldas.

—Bueeeeno —murmuró Percy—. Me parece que vamos a quedarnos aquí un rato.

Se escuchaba a lo lejos música de baile. ¿Habría un evento?

Julie  y la maldición del Titán [libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora