12.

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Llegamos a una pequeña población entre las montañas en Nuevo México. Había demasiada nieve y el aire estaba bastante helado.

Percy nos contó a mi y a Grover la conversación (que por cierto yo escuché) con Apolo.
Grover se veía inquieto.

—Está bien, supongo —dijo—. Pero antes hemos de llegar allí.

Y vaya que si, ya teníamos un enorme problema antes de eso. Y teníamos que pensar rápido.

Nos detuvimos en el centro del pueblo, había casi de todo, una escuela, tiendas y una cafetería.

—Estupendo —dijo Thalia mirando alrededor—. Ni estación de autobuses, ni taxis ni alquiler de coches. No hay salida.

—¡Hay una cafetería! —exclamó Grover.

—Sí —dijo Zoë—. Un café iría bien.

—Y unos pasteles —añadió Grover con ojos soñadores—. Y papel de cera.

—Algo de comer, tengo hambre —comenté con el estómago rugiéndome.
Thalia suspiró.

—Está bien. ¿Qué tal si vais vosotros tres por algo de desayuno? Percy, Bianca y yo iremos a la tienda de comestibles. Quizá nos indiquen por dónde seguir.

Quedamos en reunirnos delante de la tienda en unos cuarenta minutos.

Zoë, Grover y yo cruzamos las calle para entrar a la cafetería. Me daba pendiente dejar a Bianca, aunque solo fueran solo unos minutos. Lo único que me aliviaba era que estaban Percy y Thalia con ella por si ocurría algo.

—Estáis muy pensativa, Julie —me dijo Grover una vez que ordenamos café y chocolate caliente—. ¿Sucede algo?

—Yo... —solté un suspiro—. No lo sé, todo esto no pinta muy bien. Y sé lo que vais a decir "Oh Julie, ¿cómo es que apenas te des cuenta de lo que estamos pasando?" Pues no saben lo difícil que es para mi aceptar el hecho de que la persona que mas quería, nos haya traicionado.

Zoë miró hacia la ventana, como si le llegase mi comentario.

—Si, es fantástico no ser como los demás mortales, tener una vida aburrida ya sabes. Pero ya estoy cansada de esto. Yo no deseé llevar esta vida, ¿si?. Yo no deseé que mi padre fuera un dios y que mi madre me abandonara.

Me sujeté la cabeza.

—¿Ya te está entrando la crisis, eh? —comentó Zoë.

Miré a Grover que le comenzaba a temblar el labio inferior.

—¡Oh, Julie! —me abrazó tan fuerte que me quedé sin aire.

—G-grover. Me estas dejando sin... aliento.

Me soltó de un golpe y se rascó la nuca.

—Lo siento.

—No pasa nada —dije—. Aún así, ya me acostumbré a esta vida. No hay de otra —me encogí de hombros—. Y haremos todo lo posible por derrotar a Cronos y a sus secuaces.

—¡Claro que si! —dijo Grover emocionado.

Nuestros alimentos aún no los terminaban de preparar y ya me estaba impacientando, maldito TDHA.

—Mejor iré a ver si ya consiguieron como salir de aquí, los veo allá, chicos.

Zoë asintió con la cabeza.

Salí del local y vi a Percy y a Bianca charlando solos, ¿dónde se encontraba Thalia?

Me acerqué a ellos justo cuando Bianca le explicaba a Percy como se sentía de cuidar a Nico todo el tiempo antes de convertirse en cazadora.

Julie  y la maldición del Titán [libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora