La primera vez que entré al que sería mi cuarto mientras trabajara para la Sra. Velasco, el nudo que sentí en mi estómago era como del tamaño de un guante de boxeo.
Mi primer cliente era alguien que visitaba con frecuencia el edificio, y fue muy amable; poco después me enteré que él era a quien llamaban "El Iniciador", lo que se me hizo irónicamente gracioso.
Casi parecía una secta secreta, con apodos, claves y todo eso.
Conocíamos nuestros nombres, por supuesto, pero teníamos acordado que, de vernos en "el exterior", fingiríamos todas que éramos amigas de un club de lectura erótica. Es algo creíble, y suficientemente incómodo para que nadie pregunte al respecto.
Muy pocas veces aplicado, pues en las ocasiones en las que veía a mis compañeras en la calle, comprando en el supermercado o entrando al cine, nos hacíamos de la vista gorda.
Quizá así era más fácil.Mi primera vez con el Iniciador definiría si el trabajo me gustaba, o si me retiraba por las buenas.
Me explicó la clase de clientes con los que podría encontrarme, que habría unos más rudos que otros, expertos e inexpertos, y en caso de que sintiera que las cosas se tornaban muy agresivas, usara la palabra de emergencia: "Canela".
Entonces los de seguridad intervendrían.
Era como el primer día de clases, pero mil veces mejor, eso estaba clarísimo.
Tuvimos sexo por dos horas.
Me enseñó posiciones, cómo moverme, pero me negué rotundamente cuando quiso enseñarme a hacer una mamada.
—No voy a meter el aparato reproductor de nadie en mi boca.
—¿Será una de tus reglas?
—Sin mamadas, ni que me hagan. Ninguna cosa al estilo Christian Grey, por favor. Odio los golpes o el dolor en general.
—Muy bien. Se lo haré saber a la Sra. Velasco, así ella advertirá a los clientes.
—Suena excelente.
—¿Quieres continuar?
—Por favor...¿sigue siendo gratis?
—Ya lo pagarás luego con trabajo, dulzura.¿Por qué mi mente se había dado un viaje hasta ese día?
Estaba toda sonrojada, y eso podría hacer que mis compañeros de mi otro trabajo pensaran mal de mí, especialmente si volvía de la habitación de Daiana Orión.
Recuperé la compostura mientras las puertas del elevador se abrían, decidiendo mantenerme concentrada en lo que mejor hacía: atender a otros hasta satisfacerlos.
Dejé la bandeja en su lugar en la cocina, saliendo de inmediato al resto de las mesas para recoger platos y más órdenes; parecían pozos sin fondo, ¿cómo hacían las celebridades para mantener su figura?•••
—¡¡No puede ser!!— gritó Noah, aplaudiendo con un entusiasmo que hacía mucho que no le veía.
—La Srta. Orión quiere contratarte como su maquillista, ¿¡cómo puedes estar tan tranquila?!
—N-No lo sé...— confesé, sintiéndome dentro de un remolino de emociones y recuerdos.
¿Fue una coincidencia que volviéramos a encontrarnos? ¿De verdad quería contratarme?«¡Sólo la maquillé una vez! ¡¡Es la segunda vez en mi vida que nos encontramos!!»
—¿Eiden?
—Perdona Jefe, ¿qué dijiste?
—Que reduciría tu horas como mesera, o quizá haga más flexible tu horario encanto, o no podrás con la presión.
—¡Wow! No te precipites Noah. La Srta. Orión no ha especificado el trabajo que ofrece, así que no diré que sí hasta que tenga detalles.
—¡Oh, querida, pero si ya estás contratada!— exclamó, riendo bajito. —Me lo preguntó personalmente, y accedí, así que por eso...— dejé de prestar atención en algún punto.¿¡DE CUÁNDO ACÁ ALGUIEN ACEPTABA UN TRABAJO EN MI NOMBRE?!
•••
Esa noche el edificio estaba algo vacío.
No había tantos clientes, lo que hasta cierto punto me puso de mal humor, ya que el sexo me gustaba porque a veces me distraía de mi vida común, como un hobby cualquiera, aunque no lo fuera.Sonó mi celular.
...era un mensaje de Daiana.
«¡JODER NOAH! ¿Acaso también le diste mi dirección?» pensé, algo furiosa, y luego entré en pánico.
¿¡Y si me hacía una visita sorpresa?! ¡¿Qué diablos haría yo con una celebridad en casa?!"Eiden, no sabes lo feliz que me hace saber que el Jefe Noah mantendrá tus horas en La vie en Blanche, se nota que te gusta mucho tu trabajo, y es algo que admiro.
Sobre mi propuesta, ¿aceptas?
Necesito saber que estás de acuerdo linda.
No quiero obligarte a nada.
Con cariño, Daiana."El enojo, la sorpresa, el cambio tan repentino...todo se esfumó.
Sentí un nudo familiar en el pecho, igual que cuando la vi por primera vez, cuando supe que era una persona maravillosa."Claro que acepto.
Me esforzaré porque te veas preciosa...
Bueno, más de lo usual.
Atte.: Eiden."¿Quizá fue muy atrevido? Era más como un cumplido, ¿no?
Recibí la respuesta casi enseguida."No quiero que nadie más haga lo que harás.
Ahora, es tarde.
Linda noche, Eiden.
❤️"¿Por qué palabras así podían hacerme sonreír como si hubiera recordado la letra de mi canción favorita?
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Do you like me?
Teen Fiction"En el universo todos son polvo de estrellas Pero yo soy una rica lunar Y ella...es una Galaxia."