⇨Prólogo⇦

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Luna estaba devastada. Se encontraba en su cama acostada seguía llorando de la desaparición de Matteo. A ella le importaba, le interesaba, le hacía reír, pero ya no estába y eso le dolía. Había pasado un més y los policías lo habían tomado de muerto. Pero Luna nunca se rendiría, ella sabía perfectamente que Matteo estaba vivo.

-Luna, está la comida lista, ¿querés bajar?-comprobó su prima, Ámbar tocando levemente la puerta. Luna se giró al lado contrário para que no ke pegará la luz artificial que estaba en el pasillo.

-No-masculló la castaña cubriéndose con la sabana, como sí fuera un niño pequeño que no quería ír a la escuela. Ámbar rió por el comportamiento infantil de su compañera.

-Bueno, no te molestes conmigo, cuando Juliana te regañe-informó la rubia saliendo den cuarto de la castaña, está se levanto rápidamente como sí le hubieran dicho que la iban a asesinar. Podrías tener todo tu mundo derrumbándose, y a Juliana no le interesará ni en lo más mínimo.

-¡Ya, ya me levante!-enunció la de ojos verdes corriendo hasta la oficina de Juliana, sus pasos rápidos e inseguros se escuchaban en prácticamente toda la casa, pero cuando casí llegaba a la oficina de Juliana empezó a caminar dejna manera lenta y relajada. Cuando Luna se topó con la puerta de la oficina tocó la puerta, y abrió la puerta y entró a la ya varias veces mencionada oficina.

-Hola Luna, ¿gustás una taza de café? -ofreció Juliana señalando con su mano para que la castaña se pudiera sentar se dió cuenta de que otra persona estaba en la oficina. Era Emilia, tenía la cabeza mirando a otro lado para evitar cualquier tipo de contacto visual con la contraria.-Emilia te quiere decír algo-informó Juliana, mirando como Luna tomaba lentamente el café, mientras se acercaba a ella.

-Matteo no está muerto.

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