⇨Capítulo 03⇦

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Pérdida de memoria

—¿Me podés explicar de donde sacas está mierda?—interrogó el rubio a su secuaz.

—Hey, a todos les gustan las salchichas, pero a nadie le gusta saber de que están echas—el menor lanzó un indirecta a su jefe.

—En sério Michel, vos me das asco.

—Me alagas Gary, pero agradécele a Petare, si no fuera por ellos, no tendrías a un grandioso vil genio malvado—alardió el menor, Gary sólo rodó lps ojos ante el comportamiento del contrario.

—Los demás están haciendo algo útil ¿verdad?

—Sí, les dije que hicieran un pequeña incisión en el hipocampo, así podrían ayudar a que tuvieras tu “mejor” francotirador—el axabache hizo unas cuantas comillas.

—Sólo has que Matteo olvide a esos bastardos, ya nos dió la información suficiente—el menor asintió y se fue de aquella habitación.

***

—Muy bien chicos, Michel nos dio un trabajo mas delicado—los demás asistieron s lo que dijo una pelirroja—tenemos que marcar el hipocampo para hacer la incisión.

—Si, está bien, ¿pero donde esta el hipocampo? Estará aquí—un azabache con rizos tomó el marcador y marcó el cerebelo.

—Eres un idiota el hipocampo está aquí—una  pelirroja de reflejos castaños, tomo el marcador y maroc el lóbulo frontal izquierdo.

—No, idiotas es aquí—la pelirroja tomo el maracdor y marco el lado contrario al que lo hizó la anterior—¿Tú qué opinas Delfi?

—Opino que sí siguen así, les quito el cerebro a los tres aunque lo tengan del tamaño de una nuez—explotó la azabache de ropajes con colores llamativos.

Oye tranquilo viejo—le calmó el único chico que había en la habitación.

—¡¿Pero qué hicieron?!—rechisto el venezolano—¿¡A caso ustedes ni terminaron el primer grado!? El hipocampo, está aquí—el azabache marcó el lugar.

—Gracias Michel, sin tu gran ayuda, no seríamos nada—habló sarcásticamente Delfina, sin despegar la vista de su nuevo teléfono, pero Michel se lo arrebató y lo rompió—¡Eres un idiota! ¿Por qué hiciste eso?

—¡Porque el gobierno espía a las personas através de las aplicaciones y el cable!—rechistó el contrario odiaba la incompetencia de sus compañeros.

—Esos tipos no tienen nada que hacer—bromeó el de rizos pero el venezolano no le causó gracia.

—¡Todos afuera!—ninguno de los presentes dijo alguna palabra todos se fueron de aquella habitación—, bueno Matteo, volverás a ser nuesto francotirador.

***

Ámbar tocó la puerta de Emilia, esperó que la contraria abriera, pero  no le abrio, sacó las llaves, y abrió la dichosa puerta.

—Emilia, has estado mucho encerrada—al ver  que había en la habitación, fotos entrelazadas por un hilo frases sobre «¿En serio es Benicio?»—, oh no, enloqueciste.

—¿Enloquecer? Claro que no—alegó la rubia mirando a su amiga—, sabemos que estudia Esgrima, ama la criminología, y la musica, ¿por qué np es Matteo?  Las cosas serían mucho más sencillas.

—Mira Emilia necesitas dormir, si sigues así te tendremos que poner un hospital psiquiátrico—la rubia de terminaciones rosadas tomó el hombro de su amiga—,Mira mañana buscamos sus clases de esgrima, y así conseguimos información, ahora comé algo.

***

—Listo señor, ya olvido los idiotas de Marissa—habló Michel acercándose a su jefe.

—Genial.

—¿Ya podemos verlo?—preguntó una pelirroja de acento español acercándose al venezolano.

—No, está inconciente ¿de qué le vas hablar del precio azufre monóxido? Jim—todos los presentes rodaron los ojos por la frase.

—Ya desperto, ¿verdad?—el venezolano asintió.

—No se lo creyó ninguno ¿verdad?

—No, para nada—dijó el de rizos a Michel.

—Pueden ir, pero no lo abrumen—tdos pasaron de forma muy poca civilizada.

—Hola chicos, me duele horrible la cabeza... ¿No me casé, verdad?—sonrió nervioso.

—No claro, que no... Aún—Jim susurro lo último.

—¿Entonces que ocurrió?—interrogó el italiano.

—Te volviste una marioneta buena de Marissa—el italiano pusó una cara de espanto al escuchar eso—, y nos pusiste al día de sus planes

—¿Qué horrible, y ya saben su ubicación?

—Sí, ya sabemos, gracias a tí—el italiano sonrió.

***

Luna llegó al café que había ido el dia anterior, necesitaba despejar su mente, y no podía despejar su mente con un monton de chicos que solo le hacían recordar.

«—Luna te casarías conmigo—las lágrimas caían sin cesar.

—Claro que sí Matteo—la castaña abrazó al castaño, y el a ella, y después se besaron.»

Una lágrima rebelde cayo por si mejilla, entró a la cafetería.

—¿Es qué la gente no entiende el sarcasmo?—susurró Nina viendo a la de terminaciones rubias llegando al café.

—¿Qué ocurrio?—preguntó un castaño mirando a su compañera..

—Nada, es una chica que a su prometido se murio, nada que no hsyas visto Benicio—rechisto la de ojos cafés.

—Bueno tengo que admitir que es linda—Nina rodó los ojos ante el comentario de Benicio.

—Has lo de siempre ayúdala, has la sentirse mejor, que gaste si dinero y después te la llevas a la cama,  sí es que te parece tan linda—la mirada de Nina era de indiferencia.

—Esa chica va ser mía—murmuró el italiano acercándose a la castaña.

Döppelganger ⇨Lunicio⇦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora