012

4.2K 218 26
                                    

HERA

—¡DIOS MIO NICK, ESTA PERDIENDO MUCHA SANGRE!— Gritaba desesperada mientras intentaba parar la hemorragia con mis manos.—Tenemos que llamar a una ambulancia.

—No podemos, si se enteran de que alguien lo ha apuñalado llamarán a la policía y irá a la cárcel. — Habló Nick entrando por la puerta con vendas y cosas para desinfectarle la herida. —Tenemos que limpiar eso y luego cosersela, pero yo no puedo hacerlo, tienes que hacerlo tú.

Abrí mis ojos debido a sus palabras.

—¿QUÉ?¿COMO QUÉ NO PUEDES?— Grité más fuerte.

—Porque tengo pánico a la sangre, a las agujas y a hombres muertos en mi cama de invitados. — Dijo tan tranquilo.

Yo estaba a punto de desmayarme por hiperventilación.

—¿Me lo estás diciendo en serio?— Este asintió.— Dios mío yo no sé coser heridas, ¿piensas que a todos mis amigos les han apuñalado y luego les he cosido la carne? No, no a pasado, no sé qué hacer en estos casos, soy capaz de matarlo, ¿quieres que lo maté? No puedo matar a una persona yo no..

La mano del muerto en la cama tocó mi mano deteniendo mi discurso.

—Hera, confío en ti. — Habló Dragon interrumpiendo.

—Me alegro que confíes en mí para matarte, creo que es lo más bonito que me has dicho en estos cuatro meses. — Este río y paró al ver que le dolía.

—Hera, respira, todo va a salir bien, confío en ti y en tus manos. — Dijo quitándose la camiseta y yo lo ayudé debido a que le dolía moverse tanto.

Quería pegarme repetidas veces, yo no sabía coser heridas, podía atravesarle otra vena y entonces si que se podía morir. Se que lo odio, pero nunca decía en serio lo de que quería que desapareciera para siempre.

—Esta bien. — Al tener su torso desnudo comencé a mojar un paño en alcohol para poder limpiarle. —Nick, como me abandones te juro que.. — No terminé ya que este abandonó la habitación cerrando la puerta. — Lo odio.

—Os quiero y os apoyo desde aquí. — Gritó desde fuera.

Intenté ignorar todo lo que me rodeaba, todo lo que me desconcertaba, pero era difícil sabiendo que podía matar a un chico en nada. Odiaba a Dragon, pero no quería que muriese, no podía dejar que muriera. No me lo perdonaría jamás. Sin saberlo yo estaba llorando y temblando, si hacía algo incorrecto se acabó.

—Hera. — El moribundo me llamó con una suave y dulce voz .— Tienes que calmarte, lo harás bien, sé que puedes, no vas a hacerme daño. — Sonaba tan seguro de si mismo.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Te conozco. — Lo miré confundida, pero no quise preguntar. — Estamos perdiendo tiempo, tienes que hacerlo.

Intenté respirar profundamente y conseguí calmarme. Mientras limpiaba su herida se podía escuchar sus gemidos de dolor y yo quise llorar más pensando que le hacía más daño.

Me calmé cuando él acarició mi brazo y me dijo que lo estaba haciendo bien, que no debía de preocuparme y que me concentrará. Le hice caso y seguí con mi trabajo hasta que la sangre era escasa y me permitía ver bien la herida.

—Esto te va a doler. — Le advertí antes de comenzar a coser su piel.

Este gritó de dolor, pues se lo estaba cosiendo sin ningún tipo de droga para dormir esa parte, tenía que doler madres.

Me disculpé unas cuantas veces más.

Odiaba hacer esto.

Llegó un punto en el que ya no sabía quién sufría más, si él o yo. Cuando conseguí terminar comencé a limpiar al rededor de su herida, limpiando toda la sangre que quedaba, le había cerrado lo mejor posible la herida, pero creo que se le quedará una marca bien fea. Cuando todo estaba limpio le entregué una pastilla para calmar el dolor, este la aceptó.

Dragon © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora