030

3.5K 159 6
                                    

HERA

Un pitido perforaba mis tímpanos, haciendo que mi cabeza doliera y mi vista se nublara.

Miraba a mi padre y no podía entender lo que decía. Sabía que hablaba porque sus labios gesticulaban, pero no podía concentrarme en nada. Mi mundo giraba y pensaba que me iba desmayar en cualquier segundo o hasta vomitar. No me encontraba nada bien.

Sentía los brazos de Aiden envolviéndome, haciéndome despertar un poco y así poder escuchar lo que me decía.

—Hera, ¿cómo te encuentras?

Analice las palabras de Aiden.

No tenía ni idea de cómo me encontraba, no sabía que debía sentir exactamente. ¿Tristeza?¿Rabia?¿Sorpresa?¿Asco?

No sabía como reaccionar.

—¿Mi madre? – Pregunté en voz baja, aún así todos me escucharon.

—Si, tu madre.

Ahí fue cuando mi padre empezó a contarme todo lo que había pasado en los últimos meses.

Mi madre desaparecía durante semanas diciendo que tenía reuniones importantes que dar en otros países. Mi padre empezó a sospechar al ver que mi tío hacía parte de toda esta locura. Él no quería que fuera real, pero con un poco de ayuda, un día siguió a mi madre.

Ahí fue cuando vio lo que hacía, cuando descubrió quien era realmente. Su corazón estaba roto, ella era la mujer que amaba. Esa mujer le había traicionado de este modo y no lo podía creer, no quería creerlo.

Yo tampoco quería creer que la mujer que me ha enseñado todo lo bueno de esta vida sea la asesina del padre de mi novio y mejor amigo. No puedo creer que esa misma mujer sea una asesina.

Mi cabeza daba más y más vueltas, los tres conversaban, pero yo me había ido de esa conversación. Me había levantado de mi silla con la intención de largarme de esa casa, pero al dar dos pasos mis ojos se cerraron.

Y mi cuerpo había caído al suelo.

[+]

Esperaba a mi madre con mi manta y mi almohada en el jardín trasero, como cada domingo de julio, eran los días más calurosos y también los días en los que mejor podías observar las estrellas.

Mi madre no tardó mucho en llegar con un vaso de chocolate caliente y una sonrisa en su cara.

Era la mujer mas hermosa de este planeta.

Solo tenía 10 años, pero podía ver con claridad lo hermosa y fuerte que era. Quería ser como ella cuando creciese, ella era mi modelo a seguir, mi héroe. La que siempre estaba en mis noches de pesadillas, la que me abrazaba hasta que podía dormir, la que me ayudaba a hacer amigos. Siempre me mostraba el mundo con los mejores ojos. Me decía que debía ser amable y educada con todo el mundo, que no dejara que mi ira me ganase.

—¿Te encuentras bien? — Mi madre se sentó en el mueble junto a mi. — Si quieres podemos dejarlo por esta noche, debes de estar cansada.

Yo negué rápidamente. Por nada en el mundo me perdería estas noches junto a mi madre.

—No mami, simplemente estaba pensando, me gusta observar el cielo contigo. — Ella sonrió dulcemente y me acercó el telescopio.

Comenzó a explicarme todo lo que veíamos, gracias a ella tomé la pasión de estudiar la astrología en mis tiempos libres. Era lo más bonito.

Amaba estas noches, se habían convertido en una tradición desde hace cuatro años, desde que salí del hospital mi madre se propuso a enseñarme el mundo de otra manera. Me enseñó todo lo bonito y lo bueno, siempre me hacía sonreír y me demostraba lo mucho que me quería.

Dragon © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora