Prólogo

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¿Conocen a Estela Ferrer, la famosa escritora de la serie de novelas de fantasía, El Bosque de Faire, ¿cuya protagonista es una chica llamada Greta que viaja con una gata llamada Ella?

Si, ella es mi abuela y cada día me parezco más a ella en lo testaruda y empecinada que soy. A los diecisiete se subió a un avión sin el permiso de su padre, y nunca más regreso a la tierra que la vio nacer y que le negaba el derecho de lograr uno de sus tan anhelados sueños, ser escritora.

Junto a mi abuelo, Samuel Ferrer, fundó una editorial que mi padre heredó y que fue el motivo por el que nuestra relación se volvió tirante. Papá quería que estudiara para ser editor, yo elegí arquitectura después que mi sueño de ser bailarina se volviera nada.

Desde que di mis primeros pasos en este mundo, me gustaba el ballet. Recuerdo que hice que mi madre me comprara un tutú y unas zapatillas en un bazar, y como pasaba las tardes parándome de puntillas y pegando saltos en medio de la sala. Cuando cumplí siete, mamá me inscribió en clases y de ahí siguieron cinco años de practicar rutinas e ir a recitales.

Tenía un futuro prometedor hasta que un tipo ebrio golpeó la parte trasera de mi bicicleta cuando iba a casa. Pegue tal voltereta que cuando mi pierna izquierda chocó contra el pavimento, se partió en dos. Me llevó meses de terapia y dos operaciones, para recuperarme.

Mi impulso para sobrellevar el dolor de la lesión, era mi deseo de volver a bailar. Mis padres decían que faltaba para que estuviera bien del todo, pero me empecine en practicar para la función que la escuela ofrecería en Navidad.

Estaba segura que lo lograría, si escuchas tres horas de una grabación de motivación puede que te lo creas, pero en mi caso apenas si pude dar dos pasos. Mi pierna no respondía como antes, era como si los músculos se hubieran convertido en piedra. La gracia que imprimía a cada uno de mis movimientos, había desaparecido.

Tal vez mi personalidad actual sea por esto, quien no sentiría deseos de llevarle la contra a la vida, y como bien dijo mi abuela cuando le pregunté el porqué de mi nombre:

Celeste, tienes el espíritu para que el mundo de lo irreal se rinda a tus pies.

El mundo de lo irreal solo existía en sus novelas...

Eso pensaba hasta que unos ojos verdes grabados en mi memoria, me demostraron lo equivocada que estaba.

La Novia RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora