—Tu hamburguesa con doble queso.
—Gracias —dije
La particular vocecita que había logrado apartar mis ojos del grueso libro que me tenia enfrascada en el análisis de un diseño estructural, era la de mi amiga Abigail Reyes, una chica de rostro pequeño y cabello rizado que se movía sobre sus hombros como resortes; a veces lo dejaba suelto como hoy, pero en otras lo llevaba recogido. Con ella compartí cuarto de hospital mientras se recuperaba de una neumonía y yo de mi accidente
Somos como almas gemelas, que ríen de cosas absurdas y comen hamburguesas con doble queso.
—No entiendo a los profesores que nos asignan proyectos irrelevantes, y más cuando estamos a unas semanas de terminar el semestre.
Típico que me queje por algo y Abigail sea la receptora de las mismas.
—Otra vez, te saldrán arrugas antes de tiempo.
—Es que no puedo más —cierro el pesado libro pensando en la cara de ladrillo del profesor.
Tomo la hamburguesa de la canasta y le doy un enorme mordisco. No es que fuera la mejor que había probado, el cátsup aguado siempre se escurría por la comisura de mi boca, pero cuando el hambre ataca, y el mío era uno que vestía con traje de piel de mamut y llevaba un mazo, me podía comer hasta una piedra.
Cojo la servilleta para limpiarme cuando noto como mi amiga sorbe su refresco de cola mirando como hipnotizada hacia la entrada del edificio de la facultad de ingeniería.
—Zack Craven —murmuré. Las mejillas de Abigail se tornaron rojas como su falda plisada.
—Nada.
—¿Nada? —Cuestione sabiendo de sobra que no le era indiferente—. Lo miras como si fuera un helado que con este calor se te antoja.
—¡Celeste! —Exclama.
—Dilo, soy tu mejor amiga y no le contaré a nadie.
—¿Decir qué?
—Que te mueres por besarlo.
Hago un gesto hacia los ajustados pantalones vaqueros del objeto de su afecto que no dejaban nada a la imaginación.
—No sé cómo es que sigo siendo tu amiga —mi amiga suelta un bufido, apartando un mechón rizado de su cara—. Siempre te ríes de mí.
—No es así, y si lo digo es porque lo conozco, eres demasiado buena para él.
Es el primogénito de un ex diplomático inglés asentado en Panamá desde su retiro. Arthur Craven es socio mayoritario de una constructora y dueño de uno de los centros comerciales más exclusivos de la región, además de ser el mejor amigo de padre, pero hay algo sobre eso que contaré en otro momento.
Abigail suspira, mirando a Zack y como que se le arrimaron unas chicas con las hormonas disparadas.
—Acepto que es atractivo y que por eso te guste, pero todas esas lo persiguen por toda la facultad como si estuvieran urgidas de que él les baje las bragas, ¿no?
Ahí estoy de nuevo con mi lengua puntillosa, pero no puedo controlarlo, es natural en mí.
—Por esto es que tu papá es tan severo contigo —Abigail dijo algo que yo ya sabía de sobra—. Tu sarcasmo te meterá algún díaen problemas.
—¿Por decir lo que pienso?
Asi soy yo, Celeste Ferrer de 21 años que amaba los jeans de pitillo, mis botas CAT, mis lentes de pasta gruesa que ocultaban mis ojos marrones que admito son bonitos y más cuando aplico sombras cálidas en mis parpados, pero como siempre hoy solo llevo brillo labial y rubor porque nunca me daba tiempo de maquillarme.

ESTÁS LEYENDO
La Novia Rebelde
RomanceCeleste es obstinada y rebelde, Adam guarda algunos secretos; sus vidas tan diferentes, están vinculados por el destino, y una promesa del pasado difícil de evadir. La Novia Rebelde es una obra registrada en Safe Creative con el número de registro:...