Prólogo

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- Ya po Andrei, es nuestra oportunidad de conocer a más gente.- le decía una chica de cabello castaño con un piercing en su nariz al chico que la acompañaba. Estaban caminando por el pasillo de su colegio hacia la salida, la última vez que pasarían por esa odiosa entrada-salida.

Era el último día de clases, para ellos el último día de básica. Habían terminado la enseñanza básica al fin, después de haber estado 8 años en el mismo colegio. Ese colegio que había permitido que la amistad entre estos dos chicos, Geraldine y Andrei, floreciera. El punto es que ahora tenían que enfrentar el cambio a un liceo donde poder empezar la enseñanza media, obviamente ambos habían elegido el mismo para así conservar su relación.

Geraldine siempre había sido una chica de muchos amigos, le gustaba hablar con gente un poco mayor que ella, ya que era bastante madura, lo que provocaba que muchas veces las personas de su edad no la comprendieran. Debido a esto, apenas se enteró que junto Andrei habían quedado en el liceo al cual habían aplicado, empezó hablar con gente de allá, para llegar conociendo algunos alumnos. Y como todos los liceos, aquel tenía una fiesta de despedida a la actual generación de cuarto, a la que Geraldine había sido invitada por Felipe, el chico con el cual hablaba.

- No sé, tú sabes que no soy mucho de carretes, además - le respondía Andrei a su amiga mientras daban el último paso fuera del colegio: eran libres. - Igual estamos chicos, onda tenemos 14 y ni si quiera sé si me dejen ir.- finalizaba con un suspiro el chico de tez blanca, vestía una camisa a cuadros rojos que le quedaba un poco grande, y pantalones negros apitillados que lo hacían verse más flaco de lo que ya era.

- ¿Cómo que chicos? Weon, acabamos de pasar a primero medio, ya es hora de que te abras al mundo! - al hablar, se notaba la emoción en la voz de la chica, que caminaba dando pequeños saltos, estaba demasiado feliz.- Aparte, podrías conocer al fin un mino como tú y que se gusten.- para decir esto se había puesto un poco seria. Geraldine era la única que sabía el "secreto" de Andrei. Cuando iban en séptimo básico, él le había contado que creía que se sentía atraído por los chicos, y unos meses atrás lo había confirmado. Obviamente ella lo apoyó por sobre todo, y le daba un poco de pena que su amigo no conociera a alguien con quien poder descubrir y vivir su sexualidad, por lo que creía que la fiesta podría ser una buena oportunidad.

Como respuesta solo obtuvo un pequeño golpe de Andrei en su mano, además de un sonrojo en la cara de él. Caminaron hablando de distintos temas sin mayor importancia hasta la estación de metro. Antes hacer el intercambio de andén, ya que vivían en direcciones distintas, el chico le otorgó la respuesta que su amiga quería.

- Ya, si voy a ir. Haré todo lo posible para asistir, mándame la dirección cuando llegues a tu casa.- dijo el castaño, con un suspiro al final. Parecía que iba casi obligado, pero en su interior estaba igual o más emocionado que su amiga, sus palabras definitivamente lo habían convencido.

La chica saltó y lo abrazó, le dijo que no se iba arrepentir y que sería una noche magnifica. Se despidieron como siempre, agregando un "nos vemos en la noche". Ambos estaban felices, ya que nunca antes habían salido a una fiesta juntos, siempre iba la castaña sola, porque su amigo se rehusaba a acompañarla. Esta sería su noche.

Viernes en la noche

Era una casa grande, se veía que no era una familia precisamente humilde. Había luces de colores en cada rincón del lugar, así como personas. El ambiente era un olor a cigarrillo y alcohol, totalmente nuevo para Andrei.

Los dos amigos acaban de llegar, Geraldine le había pedido que entraran de la mano para que así no se le acercara ningún hombre en las primeras horas de la noche. "Es una estrategia que nunca falla cuando no te quieres pelar" le había dicho la castaña.

Al entrar a la casa el olor a fiesta impregnó sus narices, haciéndolos sentir en un universo completamente distinto. La música alta había creado un ambiente relajante apenas comenzada la noche. Ambos caminaban entre la gente, Andrei solo seguía a Geraldine, quien intentaba abrirse camino para llegar al patio trasero, donde se encontraba el chico que la había invitado.

Cuando encontraron a Felipe, se saludaron y la chica los presento. Felipe tenía un tatuaje en su cuello, lo que dejo impresionado al amigo de Geral. También portaba un aro en su oreja, parecía tener el cabello negro y a decir verdad no era muy alto. El chico de cabellera negra se mostró muy animado, y los invitó a sentarse alrededor de una mesa donde se encontraban sus compañeros, a los cuales presentó uno por uno.

Todos tenían un vaso con licor de algún tipo en sus manos. Al primero que presentó fue a Matías, un chico bastante musculoso y con una barba a medio crecer. Le siguió Juan Francisco, alguien que apenas los vio se había sorprendido con la presencia de los dos amigos.

- Me están webiando, ¿Somos guardería?.- había dicho cuando Felipe presentó a Geral y Andrei. Después de su pregunta se rió, asimismo la gente a su alrededor, incluida Geraldine. El chico menor no entendía por qué su amiga se reía, y ante su cara de extrañeza, Juan prosiguió. - Es una broma amigo, bienvenido a nuestro mundo.- le decía en tono divo al recién llegado.

Por último, Felipe presentó a Hernán, un tipo que vestía una camisa colorida con los primeros botones sin abrochar. Tenía rulos en su cabello, piel morena y brazos musculosos, pero no tanto como los dos chicos anteriores. Se dieron la mano y luego entre todos generaron una charla de distintos temas sin importancia.

Junto a Hernán estaba sentada una chica, también morena y con el pelo a un estilo casi afro. Mientras el resto en la mesa conversaba después de la introducción de los recién llegados, el moreno se había acercado al oído de la chica a su lado.

- Amiga, creo que me gusta alguien.- le dijo, fuerte debido a la música, pero a un nivel para que solo ella pudiera escuchar.

- Yo a vo te conozco.- le respondió la morena, mientras se reía de su amigo. Hacía ya bastante tiempo que no lo había escuchado decir eso, y sabía que esta era una oportunidad para que su amigo fuera feliz. - Háblale.- terminó.

El chico de camisa rosa con amarillo le respondió un "ni cagando" y ahí quedo el tema. Se unieron a la conversación, rieron y luego fueron a bailar. Hubo un momento donde estaban todos en la pista, menos Andrei, quien se negó rotundamente a bailar, definitivamente no era lo suyo.

La fiesta concluyo sin mayor novedad. Pese a que el castaño no bailó mucho, para no decir nada, le comentó a su amiga que había sido una noche genial, básicamente porque había conversado con varias personas que próximamente serian compañeros de liceo. Y también, porque había observado a quien quizás sería su próximo primer amor.

Sal y limón | AU HERNANDREI ❀ [CANCELADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora