El adiós

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POV Madara
Despierto por el sol que se filtra por la ventana, ya es de día, deben ser las 9 de la mañana más o menos. Alba le dijo a su amiga que se ocupara del cuerpo de su abuelo, deberíamos de ir a verla.
Abro los ojos viendo a Alba dormida con la boca abierta y hecha bolita. Sonrío al acordarme de que anoche la besé. Bueno, de hecho me besó ella, yo estuve a punto, pensé que no era el mejor momento, pero parece que a ella no le importó.
La mire de arriba a abajo aprovechando que está dormida, y me alegro de haverlo hecho. Lleva puesta una camiseta mía que le queda bastante grande, como anoche no paró de moverse mientras dormia, la tiene subida hasta un poco por encima del ombligo. Puedo ver sus preciosas piernas desnudas, sus braguitas azul claro con un lacito blanco y me quedo con ganas de sacarle del todo la camiseta.
Trato de despertarla moviéndola suavemente y diciéndo su nombre, creo que la he despertado pero solo me gruñe sin querer despertar.
Me subo arriba de ella y empiezo a dar besos por su clavícula, subiendo por su cuello.
- Mmm... Madara...
Sonrío satisfecho, la primera palabra que ha salido de sus labios al despertarse ha sido mi nombre. Sigo mi camino de besos y muevo mis labios suavemente sobre los suyos. Ella no tarda en responder imitando mis movimientos.
Me separo de ella con una media sonrisa plasmada en mi cara.
- ¿No te incomodaba que estubiera encima de ti?
- No me incomoda si eres tu.
- ¿Tampoco te importa si ambos estamos desnudos?
- ¿Huh?
Trata de incorporarse de golpe y mirarnos a ambos provocando que me ría.
- Eso no es estar desnudo, es estar en ropa interior.-dice ruborizada, pero aún así trata de bajarse la camiseta para que no vea de más.
- Bueno, le pediré a Konan algo de ropa para tí, más tarde iremos a buscar la tuya si quieres.
- Si, claro... Gracias.
Me visto y salgo en búsca de Konan. Llego a su habitación y llamo a la puerta. Sale Nagato.
- ¿Que se le ofrece Madara-sama?
- ¿Esta despierta Konan? Alba no trajo ropa anoche y necesita algo con lo que vestirse antes de ir a buscarla.
- Claro, le diré que le llebe algo. En 5 minutos se la llevamos, ¿En que habitación está?
- En la mía.
Nagato me miró sorprendido, pero no dijo nada al respeto. Asintió con la cabeza y volvió a cerrar la puerta. Yo mientras fuí a buscar algo para comer. Preparé un poco de arroz, sopa miso y tamagoyaki (tortilla japonesa). Lo puse todo en una bandeja y volví a la habitación.
Alba ya estaba vestida, con una ropa... Bueno, no se veía como usualmente vestía. La examiné de arriba a abajo y mi escrutinio no pasó desapercibido.
- ¿Como me veo?
- Hermosa, como siempre. Aunque me gusta más tu estilo de vestir.
No mentí, estaba hermosa. Konan le prestó unos shorts tejanos, una blusa de tirantes con transparencias en la espalda y unas sandalias con un poco de tacón que resaltavan sus piernas.
- Trajo varias cosas pero ella tiene más cuerpo que yo, todo me quedaba demasiado grande menos esto.
- Así está bien, más tarde iremos por tu ropa.
Desayunamos en la cama, mientras nos contábamos anécdotas de mi viaje y ella de sus entrenamientos con Hidan y con Hideki. Desgraciadamente, tenemos cosas que hacer.
- Debemos ir a hablar con tu amiga.
- Lo sé. -dijo un tanto abatida-.
- ¿Estás bien?
- Todo lo bien que se puede estar después de que el último miembro de tu familia muera en un accidente de tránsito. Ya sabes como me siento, tu lo has pasado peor que yo.
- Ciertamente. Por eso sé que te atormenta haber matado a alguien, ha sido tu primera vez.
La veo moverse incomoda, obviamente dí en el clavo. Una cosa es llevar el luto por la muerte de tus seres queridos, otra muy distinta es cargar sobre tus hombros con la vida de alguien quien seguramente también tendría sus seres queridos. Eso es algo que aprendí a manejar hace mucho, he segado muchas vidas. Pero Alba jamás se había metido en una pelea siquiera.
- Eso... Bueno supongo que tarde o temprano se me pasará. No me arrepiento de lo que hice, volvería a matarlo si lo viera, y a la chica también, ambos pudieron evitarlo.
- No pienses en ello cómo si fueras tu la asesina, sólo impartiste justícia.
Me levanté y ella detrás de mi. Salimos de la guarida sin volver a mencionar palabra, al fin y al cabo necesita ordenar sus pensamientos y el silencio es el mejor aliado.
Llegamos a la ciudad y me dejé guiar por ella. Fuímos a buscar a Ana y ella nos explicó que a causa del accidente no podía dejarse el cuerpo en el tanatorio para velarlo y se procedería directamente al entierro.
Gracias a la herencia que aún conserva Alba de sus padres se pudieron permitir un entierro digno. Alba dijo que quería estar sola, así que la dejé con Ana y volví a la guarida.
POV Alba
Estoy con Ana y los pocos allegados a la família que conocían a mi abuelo, esperando en el cementerio por el entierro. La misa ha sido muy breve por petición mía, nunca me han gustado las ceremonias religiosas.
Oigo llegar el coche fúnebre sin levantar la cabeza. No quiero llorar, mi abuelo me enseñó a ser fuerte y no quiero derramar lágrimas frente a él, se que me está viendo.
Cuando los trabajadores del sepultorio empiezan con el descenso del ataúd siento una mano en mi hombro, al girarme veo a todos los Akatsuki. Si, todos, incluso Orochimaru vino. Lucían trajes negros que seguramente acababan de comprar o alquilar para acompañarme en este momento.
No pude contener más los ríos húmedos que emanaban de mis ojos y me eché a llorar cual magdalena mientras uno por uno me abrazaba dándome el pésame.
El último fue Madara, él no dijo nada, tan solo con mirarnos fue suficiente, con él sobran las palabras. Me giré a ver como terminaban de enterrar el ataúd mientras Madara me confortaba con un cálido abrazo por la espalda. Al terminar el entierro Ana se nos acercó.
- Disculpa, ¿me prestarías un momento a mi amiga?
Madara me soltó sin mediar palabra dispuesto a dejarnos a solas, pero lo detube sujetando su mano.
- No te vayas por favor. Ana, lo que quieras decirme puedes hacerlo delante de él.
- Ah, bien. Solo quería ver como estabas. Y... Bueno mis padres querían que te mudaras con nosotros, si quieres.
- He tenido dias mejores, gracias por todo Ana. Agradezco la preocupación de tus padres, pero voy a irme con Madara y los chicos.
- ¿Eh? ¿Estas segura? No me parece que te mudes a una casa repleta de chicos. Tendré que visitarte seguido. -dijo guiñándome un ojo-.
- Oh, cierto, no te los presenté.
Hago una señal con la mano a los Akatasuki, que nos observaban de lejos esperando para irnos. Se acercaron curiosos.
- Veras, ellos son japoneses y no todos saben hablar español, así que no te sorprendas si dices algo y no te entienden.
- Esta bien. -dijo un poco sorprendida.
Procedí a presentarlos uno por uno. Hidan aprovechó para lucir su español y tonteó un poco haciéndonos reír. Al despedirnos, Ana me entregó un paquete.
- No lo abras hasta que llegues a tu nueva casa, al menos acepta este regalo de mi parte.
- Esta bien, y prometo venir a verte de vez en cuando.
Tras despedirnos, volvímos todos juntos a la guarida. Al llegar me senté en sofá para abrie el regalo de Ana. Sasori se recostó en el respaldo del sofá investigando el extraño objeto que tengo en las manos.
- ¿Que es eso?
- Es un teléfono. Tiene varios usos pero el principal es poder comunicarte con las personas que también tienen uno.
- ¿Con esa cosa puedes hablar con tu amiga?
- Así es.
- Quiero verlo.
- Ven siéntate.
Que no tubiera teléfono móvil hasta ahora no significa que no sepa usarlo. Y Ana que es muy previsora ya me habia instalado el WhatsApp y metido un ruter wifi portátil que supongo pagarán sus padres. Abrí la lista de contactos, ya había unos cuantos registrados: el de Ana, los de sus padres, algunos de emergencias y los del grupo de amigos con los que solíamos salir antes de que empezaran en la universidad.
Abrí conversación con Ana y le hice una videollamada pasándole el móvil a Sasori.
- Acuérdate de hablar en Español.
- ¿Cómo?
- ¡Alba! Sabia que te gustaria mi regalo. ¿Cómo es tu casa nueva? No me dijiste que tenías amigos tan... ¡Aah! Tu no eres Alba.
Me empecé a reír como una loca y me asomé por el lado de Sasori.
- ¡Hola Ana! Sasori no sabía lo que era un móvil así que le dejé estrenarlo.
- Oye, ¿Tu amigo nos entiende?
- Lo justo.
- Que guapo eres Sasori.
- Nanni o itta no? (¿Que has dicho?)
- Jaja Tendré que pedirle a Orochimaru un collar para todos.
- ¿Desde cuando hablas así en japonés?
- Bueno, digamos que Orochimaru me enseñó.
- Alba tengo que irme, Mamá me llama para la cena. Llamame seguido ¿Si? Ah, y que te acompañe ese chico tan sexy más a menudo.
- Adiós Ana, dales recuerdos a tus padres.
Tras despedirnos fuí junto a Sasori a pedirle más collares para entender múltiples lenguas a Orochimaru.
Estoy cansada, necesito darme una ducha y relajarme así que voy hacia la habitación de Madara, mi habitación.

POV Madara
Que bien sienta ducharse al final del día. Pongo una toalla alrededor de mi cintura que me cubre lo justo mientras seco mi cabello.
Iba a salir a cambiarme cuando oigo la puerta de la habitación. Siento la energía de Alba en la habitación.
Salgo del baño sin hacer ruido, Alba se gira en cuanto detecta mi presencia.
- ¡Ah! Madara lo siento yo no sabía qje estabas aquí... Lo sienti debí de haber llamado antes a la puerta. -dijo tapándose los ojos.
Me siento en la cama riéndome.
- No es necesario que cubras tus ojos, ya me has visto antes desnudo, además llevo una toalla.
- ¿Qui-quieres que te pase algo de ropa? -dijo aún sin mirarme-.
- No es necesario. Estoy más cómodo así.
- Bueno, en-entonces ahora vo-voy yo a ducharme.
Me puse un calzoncillo mientras ella buscaba su ropa en mi armario. Me acerqué a ella por la espalda y la abracé. Ví como pequeñas gotas de agua caían de mi pelo y se deslizaban por su piel, humedeciendole la ropa.
- Si me hubieras avisado que querías ducharte te hubiera esperado para hacerlo juntos. -susurré en su oreja.
- ¿Eeeeehhh? ¿Tu-tu-tu y yo? ¿Du-ducharnos juntos?
- ¿Acaso te da miedo verme desnudo? ¿O es porque no confías en mi?
- No, claro que confio en ti. Pe-pero jamás he visto a un hombre desnudo y y bueno... Nose... Tu y yo... Tampoco...
Le di la vuelta para que me mirase a los ojos. Pude ver lo sonrojada que estaba.
- Alba, desde el principio me has tratado distinto a los demás. Me diste comida, un techo y una cama dónde dormir, además de siempre confiar en mí. Incluso maté gente frente a tí y tu seguiste a mi lado, viste mi pasado y seguiste ahí para mi. Hasta ocultaste información valiosa a los demás porque yo te pedí que sólo confiaras en mi. Todo este tiempo te he estado poniendo a prueba, quise asegurarme que eras la persona adecuada en quien confiar, que tu no me traicionarías...
- Por supuesto que no. Yo jamás te traicionaría Madara. He cambiado mi mundo entero por ti. Dejé de lado a mi abuelo, a mi amiga y toda mi vida para estar contigo, entrenar y ser alguien para tí.
- Y yo lo valoro, Alba, de veras.
Nos mantuvimos unos minutos en silencio, disfrutando de nuestro abrazo hasta que conseguí el valor suficiente para seguir hablando.
- No quiero que ni Hideki, ni Obito, ni ningún otro hombre te mire, te toque o tenga ningún tipo de derecho sobre ti. Quiero ser el único, Alba. Quiero que seas mía y solo mía. ¿Quieres... Te gustaria... ser mi mujer?

Ore wa... Uchiha Madara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora