Traición

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POV Alba
- ¿Quieres... Te gustaria... Ser mi mujer?
¡¡¡Madre mía del amor hermoso, Dios santo bendito que estas en los cielos, oh my god!!!! ¿Madara me esta pidiendo que salga con él?
- E-e-espera, ¿No se suele... No sé, ser novios, primero? Yo... Ai Dios... No quiero decir que no quiera ser tu mujer, claro que quiero. Pero no sé, ¿Y si después no nos llevamos bien como pareja? ¿Y si...
No pude continuar porque Madara me calló con un beso. Fué un beso tierno y lento, de esos que calientan todo mi cuerpo. Me rindo en sus brazos y le dejo que haga lo que quiera conmigo. Por supuesto que quiero ser suya, suya y solo suya.
- ¿Eso es un sí? -pregunta Madara apoyando su frente contra la mía separando apenas un centímetro nuestros labios.
- A la mierda el sentido común. Si, Madara, quiero ser tuya hasta el fín de mis dias.
Madara solo volvió a besarme pero esta vez con más intensidad. Nuestras lenguas danzaron al compás de nuestros latidos desenfrenados, haciéndonos perder la poca cordura que nos quedaba con cada beso que nos dábamos. Yo subí mis brazos a su cuello para poder acercarlo más a mi, él bajo lentamente sus manos por mi espalda dándo pequeñas carícias.
Nos separamos por la falta de aire y en un rápido movimiento me levantó por los muslos colocando mis piernas alrededor de su cintura. Seguimos besándonos mientras Madara nos conducía a la cama.
Me bajó delicadamente posándome en el medio de la cama, se acomodó entre mis piernas y apoyando los brazos en el colchon a cada lado de mi cabeza y empezó a descender despacio, dejando un camino de besos por mi cuello. La excitación és máxima, siento como muerde y succiona en mi cuello marcándome como suya mientras paso mis dedos por su largo cabello. Acaricio su cuello, su cabello, su espalda... Tan sólo quiero tocarlo, besarlo y no dejaré que se separe de mí.
Sus besos arrebatan un suave gemido de mi garganta que me hace enrojecer más aún por verguenza a que me haya oído. Él lo nota, a lo que gruñe y sube de nuevo para volver a conquistar mis labios. Bajo mis manos por su pecho, acariciando su esbelto busto.
Sus manos viajan por mi cuerpo y empiezan a meterse por dentro de mi camiseta, quitandomela poco a poco. Me quita la camiseta y la tira al suelo. Se incorpora un poco y observa mi cuerpo mientras trata de controlar su respiración. Vuelve a inclinarse sobre mi dejando un suave beso en mis labios y mantiene su frente pegada a la mia.
- Si quieres podemos parar, si no lo hago ahora no se si voy a ser capaz de contenerme si seguimos así.
Sus palabras me hacen regresar a la realidad y reflexionar sobre lo que estábamos haciendo.
- Madara, yo... Lo siento, tal vez si que debamos parar. Confío en ti pero no me siento preparada para esto.
- Lo entiendo, tranquila, tómate tu tiempo. -suspira besandome de nuevo antes de separarse de mi.
- Voy a ducharme, tardaré poco.
- Está bien.
Me metí en la ducha pensando en todo lo que acababa de pasar. No podría evitarlo por siempre más por miedo que me dé la "primera vez". Además, sería injusto para Madara.
Y debo admitirlo, me gusta la idea de que sea él el primero. Bueno, solo debo dejar que pase y ya, la próxima vez que la situación se caliente le permitiré seguir, no puedo echarme atrás.
Salgo del baño y lo veo durmiendo placidamente. Se ve tan tierno... Me acuesto a su lado, le aparto un mechón azabache que le caía a un lado de la cara y le doy un beso en los labios apenas rozando, para no despertarlo.
Un gruñido sale de sus labios y se acerca para darme un beso bien dado.
- Buenas noches, mi reina.
- Buenas noches... Amor mío.
- Mmm... Que bien suena oír eso de tus labios.
Tardamos poco en caer en los brazos de Morfeo, abrazados buscando la presencia del otro.
Por la mañana, desperté yo primero. Esta vez me toca a mi preparar el desayuno. Me levanto tratando de no hacer ruido, me visto y salgo hacia la cocina. Al llegar estan Konan, Pain, Kakuzu y Hidan desayunando, les saludo y voy a ver que puedo preparar. Por alguna razón que ignoro veo que los cuatro me siguen con la mirada, pero los ignoro. Hidan deja su desayuno y se acerca.
- ¿Lo pasaste bien anoche, pequeña? -dice con una sonrisa divertida-.
- ¿Eh? ¿Anoche? ¿Porqué lo dices?
- Tal vez... Por esos mordiscos que tienes en el cuello.-levanta una ceja acrecentando su sonrisa-.
- Oh mierda, no me acordaba de eso...
- ¿Entonces? ¿Quién es el afortunado? ¿No me digas que es el Hyuga?
- ¿Eeh? No, claro que no. Bueno tu ya sabes quien me gusta.
- No puede ser. ¿De veras conseguiste llevarte a ese hombre a la cama?
- Oye no, no pasó nada. De de verdad. Sólo... Nos besamos.
- Y vas a decirme que no hubo sexo.
- Pues si.
- No te creo.
- Hidan... Yo... Le dije que no estoy preparada aún para eso.
- ¿En serio? No puedo creer que dejaras pasar esa oportunidad. ¿Te dijo algo al respecto?
- No, dijo que podía esperar. Además, bueno supongo que puedo decirlo. Me pidió que sea su mujer.
- ¿Naniiiii? ¿Y aceptaste?
- Si.
- Bueno entonces mis felicitaciones, señora Uchiha.
- Gracias Hidan. -respondí sonrojandome- Ahora si me permites voy a preparar el desayuno, Madara aún duerme.
- ¿Dormís en la misma habitación?
- Si, en casa de mi abuelo también compartíamos cama.
- Tsk, no es tonto no. Creía que tenias una habitación para tí sola.
Después de preparar un bol con frutas, dos boles de cereales, un tazón con leche para mí y otro con café con leche para él, galletas y un par de bollos, volví a la habitación.
Madara estaba sentado en la cama esperando mi regreso. Una amplia sonrisa adornó su rostro cuando me vió aparecer con toda esa comida. Después de desayunar, Madara salió a la ciudad a buscar el periódico, por si salían noticias de interés, y yo fuí a lavar los platos.
- Buenos días Alba, ¿Te apetece entrenar?
- Oh, Hideki. Claro, me encantaría. ¿Y Mei y Senshi?
- Senshi duerme y Mei prefiere quedarse en su habitación.
- Vale, vayamos entonces.
Nos dirigimos a la sala de entrenamientos que tiene más obstáculos y nos pusimos a entrenar. En este entrenamiento ambos corríamos, yo escapaba y Hideki me perseguía. Por supuesto usando el chakra al estilo Hyuga. En un determinado momento ví un hueco en Hideki que me permitiría propinarle una patada para alejarlo de mí, pero leyó mis intenciones y empezó a dar muchos golpes seguidos para evitar que tubiera tiempo de darle. La lluvia inesperada de golpes me sorprendió y tube que activar el sharingan para esquivarlos. Salté hacia atrás y descansé un momento al ver que Hideki no me seguía.
- Uf, creí que no podría esquivar eso. -dije quitando el sudo de mi frente con mi mano-.
- ¿Des de cuando tienes eso?
- ¿El qué?
- El sharingan.
- Ah, cierto. Tu no lo sabias. Lo desperté luchando contra Hidan el dia que volvió Madara.
- ¿Entonces no es por nada que te hayan hecho ellos?
- ¡Por supuesto que no!
- ¿Sabes que debo informarlo verdad?
- Haz lo que debas, no es algo malo que tenga este dojutsu.
- Si hubiera sabido que eres una Uchiha no te hubiera enseñado ninguna técnica Hyuga.
- ¿Porqué, porqué hay esa rivalidad entre clanes?
- Siempre va a existir la lucha por ser el más fuerte. Y ahora por mi estupidez una Uchiha conoce las técnicas Hyuga.
- No es nada malo Hideki, además, no pienso usarlo contra tí.
- Eso dices ahora. Pero eres una Uchiha, vosotros no sois de fiar. Me hice esperanzas de que fueras diferente.
- ¿Porqué dices esas cosas? Jamás he hecho nada para dañarte ni para ganarme tu desconfianza.
- ¿Quieres que confíe en ti? Demuestrame que vale la pena.
- ¿Cómo?
- Sal conmigo, sé mi novia.
- No puede. - interrumpió una potente y grave voz desde la puerta-.
- ¿Y porqué no puede? No tienes ningun derecho a decidir por ella solo porque ahora resulte ser una Uchiha. -escupió con rabia mirando al azabache cruzado de brazos en la puerta-.
- Porqué ella es mía. Es mi mujer, y debo advertirte que soy un hombre celoso.
La cara de Hideki se deformó por la rabia. Alternaba su mirada entre la mía y la de Madara.
- ¿Desde cuando, Alba?
- Anoche.
- Tsk, llegué tarde. Pero haré que abras los ojos, verás quién es en realidad este hombre que se hace pasar por tu marido. Entonces tendré mi oportunidad. Si me disculpais, debo reunirme con el informante en unas horas.
Echó a andar mientras yo aún procesaba sus palabras. Pero antes de salir por la puerta Madara lo cogió del brazo.
- No dijiste nada de ningún informante hoy.
- No tengo porqué hacerlo, sois vosotros los que estáis bajo vigilancia.
- Uno de nosotros os acompañará.
- No es necesario.
- No era una pregunta.
Permanecieron unos segundos retandose con la mirada hasta que finalmente Madara lo soltó y Hideki se fué. Entonces se acercó a mí y me abrazó.
- Por ser amigo tuyo te ha dicho cosas muy feas.
- Supongo que no llevan muy bien vivir aqui.
Madara subió ligeramente mi mentón para dejar un casto beso en mis labios.
- ¿Quieres acompañar tu al chico Hyuga? Tal vez eso ayude a aliviar un poco tanta tensión.
- ¿No te molesta?
- Confío en tí, demuéstrame que puedo seguir haciéndolo.
- Lo haré. -dije poniéndome de puntillas para besarlo yo.
- Ve entonces, dudo que espere a que le enviemos a alguien para ir a buscar a su contacto.
- Te quiero.
- Yo también.
Dicho esto, me apuré en ir en busca de Hideki. Sentí su chakra junto al de Mei y Senshi en el comedor. Al llegar Hideki no se dignó siquiera a mirarme, podía notar lo enojado que estaba.
- Bueno, Madara dijo que puedo ser yo la que os acompañe, así que cuando querais.
- Bueno, al menos me quedo más tranquilo que teniendo a un Akatsuki clavandome los ojos en la espalda. -dijo el Inuzuka-.
- Vamos Hideki. -dijo Mei cogiendolo de la mano-.
Raramente Hideki no la alejó. Tal vez aceptó su mano por tratar de provocarme algo, pero la única que sintió algo fué Mei. Salimos de la guarida y nos adentramos aún más en el bosque hasta que Hideki se detiene.
- Puedes salir, la que nos acompaña es una de ellos que quiso acompañarnos.
De entre los árboles salió un hombre vestido con ropas ninja y una espada enorme en la espalda. No puede ser, ese hombre lo ví en las memorias de Madara y no ayudaría a los Kages.
- ¿Que información tenéis?
- Viven todos juntos en la misma guarida, tienen salas de entrenamiento y un pequeño laboratorio improvisado por Orochimaru. Pese a su carácter y sus constantes entrenamientos no parece que tengan planes de atacar a nadie.
- Bien.
El hombre iba a retirarse cuando Mei lo detubo.
- Espera Zabuza, eso no es todo.
- Entonces termina de una vez de decirme lo que debo comunicar a los kages. No quiero perder más tiempo con esto.
- La chica que nos acompaña no es una resucitada, ella nació en la actualidad.
- Mei... -advirtió Hideki-.
- Y tiene el sharingan.
- ¡Mei!
- Y eso no es todo, creo que van a usarla para algo o tienen planes que la incluyen. Se nos explicó antes de venir que Madara Uchiha manipuló a todos los Akatsuki en el pasado y no hay garantias de que no vuelva a hacerlo. Pues ella es ahora la mujer de Madara, estoy segura de que traman algo.
Se hizo el silencio. Zabuza desvió su mirada hacia mi.
- ¿Es eso cierto? ¿Eres una Uchiha?
- Si, lo soy.
- Demuéstralo. -dijo desenvainando su espada y señalándome con ella.
No desvié la mirada en ningún momento ni cambié mi postura, me limité a activar el sharingan. Zabuza bajó un poco su arma y pude ver en su mirada rabia... Y pena.
- Entonces, lo siento por ti, pero acabas de firmar tu sentencia.
Abro mis ojos sorprendida cuando Zabuza se abalanza sobre mi con intención de atacarme. Me aparto de la trayectoria de la espada pero antes de que se acerque siquiera Hideki se interpone en su camino y la para con un flujo de chakra en ambas manos. Trato de correr, de volver a la guarida y avisar de que van a atacarnos pero no puedo moverme. Giro la cabeza y veo mi sombra conectada a otra. El kagemane no justu.
- Bien hecho Shikamaru, ahora llevémosla ante los kages. Ellos sabran que hacer.
- Que fastidio. Átala tu, Temari.
- ¡Eso es jugar sucio! -grité.
- Ya la llevo yo. -pidió Zabuza-.
- Adelante. -concedió Temari-.
Zabuza se acercó a mí y ató mis muñecas con unas cadenas. Al momento me sentí débil y hubiera caído si él no me hubiera sujetado.
- Son cadenas de chakra, no te lo quitaran pero evitaran que lo uses, así que no trates de escapar.
Asentí derrotada sin oponer más resistencia. Son demasiados para mí sola. Lágrimas de impoténcia caían por mis mejillas. Empezamos a andar con Shikamaru y Temari al frente. Miré atrás mientras nos alejábamos de Hideki, Senshi y Mei. Senshi y Hideki parecían tristes, el último tenía lagrimas en los ojos y Mei parecía satisfecha.
Agaché la cabeza y seguí andando. Tal vez si les explico a los kages ellos entenderán.
- Lo siento.
Fué un murmullo casi inaudible pero pude entender a la perfección las palabras que susurró Zabuza en mi oído.

Ore wa... Uchiha Madara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora