Conocidos desconocidos

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POV Madara

Tras la última conversación con Alba, estuve ideando un plan.

Ahora que confía más en mis palabras, es el momento de buscar la forma de sacarla de ahí.

En el bosque, todos daban ideas, nerviosos, ansiosos por sacar a mi mujer de las garras de esa serpiente llamada Tobirama.

Cuándo la tenga de regreso, voy a matarle.

Escucho todas y cada una de las ideas que dan tanto los Akatsuki cómo los espadachines.

Hasta que uno de los de Konoha, el que más me enerva de todos, requiere mi atención.

— Madara sama.

— ¿Que quieres, Hyuga?

— Temo... Que Mei haya hecho una locura. No conseguimos encontrarla.

Mis manos se vuelven puños y las venas de mi cuello y brazos resaltan con la presión, furioso de pensar que éstos mocosos puedan hechar a perder el tiempo que he tardado en acercarme de nuevo a ella.

— Habla.

— Anoche... Mei le dijo a Senshi que tal vez... Nosotros... Podríamos entrar sin problemas, y hablar con ella para explicarle todo. Hace un par de horas que no sabemos dónde está.

Respiro hondo. Necesito toda la paciencia que pueda para no deshacerme de los tres mocosos, y lo hago sólo por ella.

Masajeo el puente de mi nariz, molesto y finalmente doy las órdenes, evitando mirar al Hyuga, antes de que haga algo de lo que me pueda arrepentir.

— Itachi, Deidara, Sasori, Orochimaru. Buscad a Mei Nohara. Ahora.

Asienten en mi dirección y salen inmediatamente.

— Sabía que era un error dejaros venir.

— Madara sama, lo lamento. Pese a su actitud impulsiva, Mei sólo quiere ayudar.

— Mira, Hyuga... Comprendo que tus intenciones y las del Inuzuka, tal vez incluso las de la Nohara, sean buenas. Pero eso, no quita el hecho, de que si Alba no os hubiera conocido, estaría ahora a mi lado. Si tu amiguita no la hubiera delatado, no se la hubieran llevado la primera vez, no habría conocido a ese malnacido Senju... ¡Y no se habría obsesionado con ella!

Sin darme cuenta, he ido elevando la voz a medida que descargaba la rabia en mis palabras, impregnadas de odio hacia todo aquél que amenace el bienestar de Alba.

Observo a Hideki Hyuga, cabizbajo y temblando, sometido ante mi poder, sin ser capaz de alzar la cara.

— Lejos de mi vista.

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POV Alba

Tobirama tenía que atender unos asuntos, así que he salido a tomar un poco el aire.

Sigo dándole vueltas a todo lo que Madara dijo.

¿Tobirama es el malo? ¿Estoy secuestrada?

Realmente, no me obliga a hacer nada en contra de mi voluntad. Es cariñoso, atento...

Me es difícil desconfiar de él, aunque realmente tampoco recuerdo nada de él, y a veces parece que apenas me conoce.

Mi cabeza está hecha un lío.

Daba vueltas sin rumbo alguno cuando siento una mirada clavada en mí.

Levanto la vista y observo a una chica castaña, de tez bronceada, mirándome fijamente.

Ore wa... Uchiha Madara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora