No, esta mañana no. Definitivamente no. Ya he tenido suficiente de éste en tal solo unos días. Ese fastidioso libro se quedaría ahí, escondido en mi mochila dónde nadie lo vea ni esté cerca para tentarme a echarle un vistazo, después lo vería junto con Alisson.
Quién pensaría que llegase a confiar en la persona con peor reputación en la escuela debido a su mal carácter, con la que nunca había entablado una conversación normal más allá de temas académicos o extracurriculares. Al menos a Carl le costaría imaginar que del odio infantil que me tenía Alisson, se estuviera transformando en un tipo de amistad, si es que así puedo llamarlo, ya que si se mira desde otra perspectiva puede incluso llegar a parecer un tipo de amistad forzada por las circunstancias. Si no fuera por lo que vio, si no fuera porque estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado, nunca me hubiera visto en la necesidad de hablarle.
—Cariño, despierta —escuché un murmullo proveniente de la habitación de al lado, la de Jimmy—. Tienes que ir a la escuela.
El querido ser fastidioso de mi hermanastro ya estaba recuperado de su resfriado, a pesar de que según yo ya estaba mucho mejor en comparación al día anterior, día que por cierto consiguió exagerar lo suficiente como para que Samantha lo dejara ausentarse un día más, éste continuaba exagerando su supuesto resfriado. Ahora su madre se encontraba pagando las consecuencias, un hijo fusionado con la cama luego de unos días en reposo debido a un resfriado común y que se negaba a levantarse. Eso no significaría ningún problema para mí, todo lo contrario, en el tiempo que tardaría en obligar a Jimmy a salir de su cama, sería el necesario como para vestirme, desayunar e irme sin tener la obligación de acompañarlo hasta su escuela.
El plan salió a la perfección. Jimmy acababa de apagar la ducha cuando yo ya estaba preparándome para salir. Salí de casa sin despedirme de Samantha por miedo a que me sugiriera esperar a su hijo con la excusa de tener compañía, como me lo ha hecho otras veces y se me hace imposible negarme ante lo amable que es ella conmigo.
Alguien llegará tarde y por fortuna no seré yo. Acomodé mi mochila a mi espalda y me encaminé al mismo recorrido que hacía todas las mañanas, a veces solo u otras veces con Carl. Lo malo de ir sin compañía alguna era que los pensamientos que menos quería tener en mi cabeza me ganaban.
<< Diario, Alisson... Alisson, diario... >>
<< Ana, dragones... Alisson, peligro... >>
Eran las palabras que a menudo se repetían.
<< ¿El abuelo? ¿Cómo es que era su nombre? ¿Héctor? ¿Harry? ¿Hans? >>
Y como solía ser, mil y un pensamientos sobre el tema bombardearon mi cabeza sin previo aviso, ni siquiera noté cuando ya estaba siendo consumido por cada uno de ellos.
¡¿Por qué tengo que seguir dándole vueltas al asunto?!
Con Alisson a mi lado ahora las dificultades se aliviaban. Después de lo sucedido ayer, contaba con su ayuda y aprovecharía tal oportunidad al máximo, es decir, un lazo directo con la presunta dueña de las misteriosas y un tanto escalofriantes palabras escritas en el diario seria perfecto para ayudarme a resolver esto. Quiero satisfacer la intriga que me ha generado al leer unas cuantas palabras de un diario que para otras personas sería insignificante y fantasioso a simple vista. ¿Estaré exagerando?
—¡Princeso! —exclamó Carl una vez que sus ojos dieron con mi pensativa silueta. Él estaba parado al borde de la vereda esperando a cruzar la calle—. Creí que llegarías tarde, como siempre sorprendiendo. No te pude llamar para avisarte de que estaba fuera de tu casa porque, como sabes, estoy sin celular. Lo único que tengo es una especie de ladrillo que me entregó mi mamá. Así que te esperé unos minutos, pero al ver que no salías preferí irme. No llegaría tarde por tu culpa.
ESTÁS LEYENDO
Detrás de las escamas
FantasyNUEVO CAPÍTULO CADA SEMANA!! Su madre murió cuando él tenía 5 años y, por alguna inexplicable razón, poco recuerda del evento. Como forma de defensa su padre decidió cegarse ante todo lo relacionado con su esposa, los dragones. La nueva familia que...