Capítulo 2

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El León y el conejo

Raúl el chofer solamente miraba por el retrovisor, no era necesario que Johan se lo dijera para darse cuenta que estaba preocupado por lo acontecido.

Todo el camino estuvo pensando al respecto. Sabía que había un motivo para lo que pasó. No se trataba de una sola anciana, sabía que su forma de actuar fue por algo. Al menos pudo haber mencionado alguna palabra. Cualquiera se hubiera quejado. ¿Quien perdería la oportunidad de decirle a su escritor favorito algo respecto a su libro?. Con un «no fue lo que pensaba» hubiera bastado para Johan. En cambio el silencio fue lo que ahora estaba atormentando a su cabeza. Pensaba en las mil y un razones que la anciana tendría para deshacerse del libro.

«Pudo simplemente regalarlo, tirarlo a la basura, quemarlo o donarlo a alguna libreria, en cambio prefirió que Johan simplemente lo tuviera de vuelta»

¿Pero porqué? Esa era la gran pregunta que Johan no lograba responder. ¿Qué era lo que ganaba con devolverlo? ¿Porque se lo daría personalmente?

Aún divagaba hasta que por fin llegaron. La limusina se detuvo justo delante de la puerta. Johan aun estaba en trance, apenas pudo escuchar a Raúl que le repetía por tercera vez que bajase del auto. Sacudió la cabeza mientras tomaba un largo respiro justo antes de bajar, no quería que su familia sintiera aquella preocupación así que respiró hondo e hizo todo lo posible por mostrar su mejor sonrisa apenas entró a su hogar.

Su esposa Marly y su pequeña hija Nina de siete años lo esperaban con la mesa servida. Nina era una niña inquieta, no muy buena para la escuela y le costaba mucho concentrarse. Sin embargo imitaba a su padre escribiendo sus propios cuentos. Ahora mismo estaba trabajando con una historia sobre un conejo y un león. El conejo odiaba las zanahorias y el león no quería seguir comiendo carne, de alguna manera todos los días se intercambian el lunch en el colegio ante la vista de sus compañeros que diario les hacían burla.

— ¿Como sigue esa historia? — preguntó Johan refiriéndose a Nina.

— ¡Bien papi!, cada día son mejores amigos.

— Y algún día esa amistad terminará cuando el León decida comerse al conejo en un arranque de hambre. Los Leones no comen zanahoria y los conejos no comen carne. ¿Si sabes eso hija?

— ¡No te cansas de repetirmelo todos los días!

— Pero no importa cuantas veces te lo diga, nunca te canses de escribir, así de dura es la crítica. Recuerda que el éxito solo se consigue perserverando.

Johan le acariciaba el pelo a su pequeña como muestra de cariño. Se preocupaba de que ella estuviera segura respecto a lo que quería dedicarse. La preparaba para el terreno difícil. Sabía que si quería seguir con la idea de ser escritora tenía que empezar a aceptar también los malos comentarios de su obra. Necesitaba analizar y aprender de las críticas sobre todo si estas están bien fundamentadas, eso sin perder la motivación para seguir haciendo lo que le gusta.

— ¿Y cómo está mami? — dijo Johan mientras se acercaba con los brazos extendidos hacia su mujer para darle un gran beso. Por un momento su preocupación se había ido al ver a su familia compartiendo la cena.

— ¿Qué hay de ti? — preguntó Marly con un tono dulce — llegas todo preocupado.

— Estoy un poco cansado eso es todo. Me debo a toda esa gente. Sin ella no sería nada. Así que, diría que ha sido un espléndido día. Ver todas esas caras felices que hicieron sentir afortunado. Todo de maravilla con excepción de una mujer que me ha entregado una copia y sin decir nada se marchó perdiéndose entre las calles de la ciudad. Intentamos encontrarla tras pasar un par de minutos pero no dimos con ella. Me ha dejado pensando sus motivos una y otra vez todo el tramo de regreso a casa.

— Que asunto más raro — pronunció Marly.

— Si tan sólo hubiera forma de saber quién es, donde vive o mejor aún de que se trata todo esto. Pero no hay forma de saberlo, apenas recuerdo vagamente su rostro y el ligero tono de su voz ronca y cansada.

— ¿Que hay del libro? — preguntó Marly levantando ligeramente las cejas.

— Lo he dejado en la limusina, no tengo ni siquiera humor para cargarlo. Una especie de horror no me permite tocarlo, como si me sintiera culpable y avergonzado de todo lo sucedido.

Marly hizo un gesto en señal de desaprobación, no vacilo en ir en busca del libro. Quizás de alguna manera la clave estába allí y Johan no podía verlo, tenia la mente nublada por lo sucedido que apenas podía pensar.

Tras unos minutos Marly regreso agitando el libro.

— ¡Esperaremos mejor mañana! — Exclamó.

La cosa se había tornado más tensa, en aquel libro había una serie de rayones y correcciones, seguida por una serie de ofensas e insultos escritos por todo el trayecto del libro, desde la primera hasta la última página, así como algunos dibujos obscenos que iban en contra de Johan.

Johan al notar la cara de horror de Marly pronto se puso de pie para arrebatarle el libro mientras esta hacía todo lo imposible por alejarlo de su vista.

— Parece solo una broma de mal gusto — comentó Marly — No deberías preocuparte.

Pero al hojear rapido el libro a Johan no le parecío eso, creía que la anciana estaba hablando enserio. Tomo extremadamente nervioso el libro para dirigirse a estudiarlo cautelosamente y en secreto.

Tardó un día en descifrar una serie de claves. Todas las palabras borroneadas con pluma tenian un número inscrito al final seguido de una palabra que la reemplazaba. Bastó con que Johan pusiera cada una de las palabras que reemplazaron a las viejas en orden específico de acuerdo a la numeración para encontrar una frase.

"Que su familia encuentre consuelo, será el primero"

Rápidamente Johal cerró el libro instintivamente por el susto. Era una amenaza, sabía que estaba ante un gran problema. Paso varios minutos en silencio pensando en como actuar al respecto. No quiso involucrar a su familia para no preocuparlos. Se mantuvo a la expectativa. Revisó una y otra vez el mensaje para asegurarse que las cosas estaban bien. Pero el resultado fue siempre el mismo. El mensaje replicaba dentro de su cabeza una y otra vez. Intentó calmarse, pero sólo lo logró tras tomarse un par se pastillas.

Un par de horas después logró distinguir una inscripción en la portada que decía "Aquí" junto al dibujo de un mono ahorcado que apuntaba hacia una de las esquinas. Inmediatamente Johan intuyó que algo se encontraba dentro. Instintivamente rompió la portada del libro para encontrarse con una hoja dirigida a él.

Basada en hechos realesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora