Capítulo 36: Una noche plateada (editado)

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Taissa giró la cabeza hacia un guardia y sonrió de manera forzada. Iba caminando junto a Dylan, que tenía la espalda recta pero tensa.

No querían que nadie lo supiera, no solo por si el culpable estaba entre cualquiera de los que podrían estar dentro del círculo de confianza del duque, sino porque a pesar de no estarlo, no se fiaba aun así de algunos por diversas razones. Entre ellas la ambición.

Entraron por unas puertas a una sala de estudio y Dylan abrió la entrada a uno de los túneles que recorrían el castillo. Con una antorcha en la mano que al final tuvo que sujetar Taissa, abrió el mapa de los laberínticos caminos y la guió casi en la oscuridad.

Taissa no sabía lo que la ponía más nerviosa, el que no pudiera ver más allá de dos metros o que lo único que escuchara fuera sus pasos y respiración. Se apoyó en la pared de piedra mientras seguía sus pasos y sintió su corazón acelerándose, como si aquella estrechez la enclaustrara.

Dylan había dicho estar seguro de dónde se llevaría a cabo el hechizo, no al 100%, pero sí lo suficiente como para que se dirigieran dos de ellos allí a esperar.

Dylan había afirmado que la magia del círculo solo funcionaba si se estaba a pocos metros de la sala, y la habitación de al lado era inaccesible por los guardias que estaban no solo en los pasillos, sino también en los balcones. Es decir, se haría o bien en la biblioteca o en la sala de té de abajo. Sin embargo, la biblioteca siempre estaba ocupada de eruditos trabajando hasta tarde, ya que el ducado se especializada en los trabajos de investigación, por lo que habían siempre ojos vigilantes y aún así, no habían dejado que se quedase vacía, ya que Chris la estaría patrullando.


Habían llegado una hora y media antes, y Taissa, distraída por la luz que iluminaba toda su visión cuando salió de los pasadizos, no notó nada más que lo diferente que lucía la sala por la noche. El gran ventanal no se veía tan oscuro como Taissa lo había imaginado, y era gracias a la luz de la enorme luna, que iluminaba la estancia en una gran sombra plateada, dejando destellos de la misma tonalidad por todos lados, como en el pelo de Dylan, apenas distinguiéndose lo rubio. Parecía una obra de arte en medio de la sala, con contraposiciones de luz y oscuridad, ya que las partes que no eran tocadas por la luz, apenas eran visibles. Los ropajes que vestía, y que se le ajustaban en las zonas adecuadas, combinaban perfectamente con la escenografía de la habitación.

—¿Qué pasa? —preguntó al verla ensimismada. Taissa niego, desviando la mirada. Ahora que no estaban cerca de la sala, la música apenas se escuchaba, a diferencia de los lobos, que aullaban llenando el silencio.

—Es... No es nada —Se movió de donde estaba y le hizo un gesto con la mano para que le siguiese.

—Nada estoy seguro de que no era —Se movió hasta una pared con una candelabro dorado, tiró de él y el pasadizo se volvió a abrir hacia los lados—. ¿Nunca te han dicho que cuanto más intentas ignorar algo, más incapaz eres de dejarlo ir?

—¿Vamos a meternos otra vez?

—Venga, nadie se fija en esta parte de la habitación al entrar, y menos en lo que esconde —Taissa suspiró y se puso a su lado, apoyándose en la pared—. Y, ¿en qué estabas pensando?

—Sólo en lo bien que pareces encajar —dijo al final, ya que no tenía sentido alargarlo más. La puerta del escondite se cerró y se quedaron prácticamente a oscuras, lo que hizo que contuvieran la respiración.

—¿De verdad? —Taissa asintió—. Así lo hago parecer, ves lo que te dejo ver, nada más.

—Pues no me parecería extraño que encajaras. Te has criado aquí, después de todo.

—Lo sé, además parezco lo que cualquiera espera de un hombre noble o rico —Taissa escuchó con curiosidad—. Voy a fiestas, bebo, río, converso e incluso bailo, varias veces, de hecho. Nunca he dicho nada en contra de este sitio, o de cualquiera parecido. Hago lo que se espera de mí en su mayoría... Pero, hay muchas cosas que odio y no digo.

El grimorio robado (La corte de los desterrados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora