Capítulo 4

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Al día siguiente en la noche ellos también fueron comprados por una farmacéutica.
Fueron trasladados en una furgoneta totalmente sedados, cuando llegaron se vieron enjaulados en jaulas más pequeñas que las de Control Híbrido.
Por donde quiera que miraran eran más y más híbridos enjaulados, unos con aspecto más enfermizo que otros.
Cada cuanto veían ingresar por una puerta de dos brazos a varios sujetos con batas que se llevaban a uno o más  híbridos. Después de ello solo se escuchaban desgarradores gritos, todos temblaban y eran consumidos por el terror que causaba la idea que se formaba en sus mentes de ser los próximos.

Midoriya y su nuevo amigo, que estaba para su consuelo a su derecha, no eran la excepción.

Varios días pasaron, en los cuales el insomnio, las malas raciones de comida y el miedo eran lo único que abundaba, porque híbridos eran cada vez menos los que quedaban. Al parecer los últimos experimentos con las nuevas drogas eran letales, cada vez que se llevaban uno solo eran un par de horas de agonía y alaridos de dolor que terminaban en un silencio intermitente.

Midoriya estaba en un estado que era imposible lograr que dijera palabra alguna, Shinsou pudo darse cuenta en el grave estado emocional en el que se encontraba, ver todos los días como varios híbridos eran arrancados de sus jaulas y arrastrados por el pasillo hasta desaparecer por aquella puerta que conducía al infierno, suplicando e implorando piedad a gritos terminaron por romper la cordura de Midoriya.

Pero aquel día  lo confirmaría, cuando varios sujetos de bata entraron y caminaron hasta quedar frente a la jaula de Midoriya.

—Tal parece que le toca al conejito.

Habló uno de ellos con burla, mostrando una vil sonrisa torcida.

Midoriya al percatarse de lo que iba a suceder se pego lo más que pudo a la jaula y cuando abrieron la puerta de esta empezó a patelear y gritar. No quería que eso terminara de esa forma, no así.

Lo agarraron fuertemente de brazos y piernas y lo condujeron por aquel pasillo, sus gritos parecían lejanos, las lágrimas que surcaban su rostro no parecían estar allí.

Shinsou vió tristemente desaparecer a Midoriya tras de aquella puerta y después de tanto tiempo se dejo arrastrar por la desesperación y el terror, no supo si Midoriya alcanzó a oír aquel grito que se escapó desde el fondo de su pecho y retumbó en esa habitación casi vacía.

Midoriya fue sujeto a una camilla, atando su manos, pies y cuello contra ella para que no pudiera resistirse.

Uno de los sujetos se acercó a él y tomando lo del cabello lo obligó a mirarle directamente.

—Cálmate de una vez. De nada servira que te retuersas o grites, guarda energía para cuando realmente sientas el dolor. Maldito inútil llorón.

La última frase hizó eco dentro de la cabeza del conejo peliverde, a su mente se hizo presente la imagen del rostro de Bakugou y como constantemente le insultaba y le llamaba inútil y llorón. En especial la última ves que habló con él, aunque más bien fue algo unilateral.

—"Maldito Deku, deja de ser tan nenaza y deja de llorar que si no te has dado cuenta no eres el único que está enjaulado y con el maldito destino cruel pisandole los talones"

Y cuanta razón tenía, durante todos estos interminables día varios de los híbridos que estaban en aquellas jaulas pasaron por ese lugar y sufrieron horriblemente hasta morir. Y no solo eso, tanto Bakugou y Kirishima, y otros muchos híbridos que habían sido llevados junto con ellos, seguramente sufrían de igual o peor forma.
Aquel pensamiento detuvo sus lagrimas, cerró los ojos y resignado solto un suspiro tembloroso, era la verdad, la cruel verdad, ya no quedaba nada por hacer. No para alguien como él.

—Al parecer el conejo llorón se calmo, aunque sea por unos instantes por lo menos será menos fastidioso hasta que le pongamos la droga.

Habló otra vez el sujeto de bata y todos los demás rieron junto a él.

Midoriya solo esperaba el pinchazo que sugeriría que la aguja de la jeringa había atravesado su delicada y blanca piel, y que solo faltaba que presionaran el émbolo para que la droga comenzará a fluir por su organismo y empezara el tormento.
Pero curiosamente un ruido sordo fue lo que llegó y le siguieron muchas sirenas y ruidos de personas corriendo por el pasillo, gritando cosas que sus orejas aún abrumadas por el ruido fuerte anterior no entendía.

—¡Maldita sea! ¡Hay que salir de aquí de inmediato, cojan todo lo que puedan!

Midoriya abrio los ojos para ver lo que estaba pasando y solo pudo ver como los sujetos de bata corrian de un lado a otro agarrando cosas al azar y empujandose en algunas ocasiones.
Aprovechando la confusión empezó a retorcerse intentando librarse de las restricciones de la camilla.

Cuando los sujetos estaban apunto de salir por una puerta alejada de la habitación, en el mismo instante en que la abrieron se detuvieron abruptamente, levantando los brazos en alto terminaron por postrarse de rodillas al suelo y de afuera empezaron a entrar uniformados con armas apuntándoles directamente.

Varios entraron corriendo rápidamente ignorando a Midoriya y perdiéndose por la puerta que conducía a la habitación contigua donde estaban las jaulas con los poco híbridos que quedaban a parte de Midoriya.

Uno de los uniformados habiendo notado la presencia de Midoriya, empezó a acercarse lentamente y con cautela guardando su arma. Midoriya se percató de como esa persona que parecía medir más de dos metros y muy fornido se acercaba él, empezó a temblar y derrame lágrimas nuevamente, vió como una vez cerca a un costado de la camilla una de sus manos se cernía sobre él, cerró los ojos y espero lo peor.

Pero curiosamente sintio como su cuello era liberado de la presión que sentía hace unos instantes.

—Tranquilo joven conejo, ya todo esta bien, porque estoy aquí.

Escucho una ronca pero suave voz hablarle mientras que la presión de su brazo izquierdo desaparecía, abrió sus ojos y miro como el gran sujeto lo liberaba una a una de sus restricciones.

No podía verle el rostro como a ninguno de los otros pues llevaban cascos protectores.

—¡Hay más híbridos aquí adentro! ¡Alguien traiga las llaves para abrir estas maldiatas jaulas, seguró uno de esos cabrones tiene las llaves en algún sitio! —gritó alguien desde la otra habitación.

El gran sujeto quiso moverse pero la mano del conejo tembloroso aferrada a la manga de su uniforme no se lo permitió y no por que no tuviera la fuerza necesaria que era lo que más le sobraba, más bien era porque aquel joven híbrido lo necesitaba más que nunca. Dejo que otro se ocupara de buscar y llevar las llaves para liberar a los otros híbridos, mientras el examinó que el conejo no tuviera ninguna herida grave u otra cosa, una vez asegurado lo tomo en brazos y lo cargo fuera de aquel horrible lugar para llevarlo al exterior donde estaban las ambulancias equipadas del Centro de Rescate de Híbridos al cual él pertenecía.

Midoriya no sabía a donde lo llevaba ese sujeto grande pero amable, desconocían que era lo que sucedería a partir de ese momento pero una cosa si estaba claro, Shisou y él ya estaban a salvo, todo estaría bien o eso era lo que le transmitían aquellos brazos cálidos y fuertes que lo sostenían.

Ya todo estaba bien.







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¡¡¡Un nuevo capítulo mis queridos infectados!!!

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Espero disfruten el cap.

Nos leemos en el próximo. 😘😘😘

CRH (Centro de Rescate Híbrido) BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora