Luego

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El pasto se sentía húmedo debajo de mi, como si hubiese sido rociado por diminutas gotas de agua cristalina. Tenía ese sutil aroma a mojado que es difícil de explicar pero que me hace sentir en armonía con los elementos.
Te pedí secretamente que me leyeras un párrafo del libro que sostenias entre tus manos, queriendo sólo escuchar tu voz, el sonido de las palabras saliendo de tu boca.
Queria observarte, pero eso suponía sacar mi cabeza de tus piernas, tus manos de mi pelo y tus caricias de mi cuerpo.
Cerré los ojos, haciendo mi mejor recreación de tus labios moviéndose, y una sonrisa escapo de los míos cuando comenzaste a leer. Por supuesto que lo hiciste, siempre supiste adivinar mis pensamientos muy bien.
El sol parecía querer meterse entre los pequeños espacios que nos separaban, intentando escabullirse en nuestra piel.
A lo lejos, se oían murmullos, cantos y el viento meciendo las hojas de los árboles. Sin embargo todos mis sentidos estaban concentrados en vos, en vos y las palabras, en vos y tu sonido.

Y cuando mis párpados por fin se abrieron, me vi envuelta en la realidad, preguntándome si algún día podríamos tener esto. Si tendríamos ese fugaz momento de felicidad que es difícil de atrapar y olvidar.
Entonces, mi mente viajó al futuro, recordándome que no puede ser en un hoy. Pero tal vez sí en un mañana.
Pareces ser de esas tareas que se dejan para último momento, esas que nunca haces primero, porque sabes que son las que más dificultad te van a traer. Y, mientras, para tranquilizarte, te repites, entre pensamientos expectantes y lejanos, luego, luego, luego...

Oscuridad, Locura, Amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora