El día era perfecto, una suave brisa golpeaba frescamente sobre los cuerpos caminantes. El sol alumbraba dulcemente, haciéndote desear reposar debajo de él.
Se lo dije, no podría haber sido una mejor elección.
El aroma a libros usados, el sonido de las páginas chasqueando cuando las pasábamos y nuestras risas en sintonía.
Se sentía como una amistad de hacía años, me generaba comodidad. Conmigo misma y con su persona, siempre siendo tan impulsiva, llenando los espacios de pequeños silencios.
Había pasado mucho tiempo desde que no hacía esto, los tatuajes falsos en la piel húmeda y los bailes en las ferias de ropas usadas.
Los probadores viejos y las vestimentas ridículas, que sin embargo le quedaban muy bien.
Y risas, todo el tiempo risas, comentarios de algún hecho interesante, recitados de canciones al azar. Me pregunte como podía sentirme tan en casa con alguien que no conocía.
Por mucho tiempo no apareció tu rostro, porque estaba pasándola bien y, a pesar de todo eso, hubo un momento, en donde me miró. Fijamente. Detesto esa mirada, es de esos ojos que transmiten algo más, que no están mirando para escucharte sino que te observan, porque les gusta lo que ven. Soliste darme una de esas miradas, como ella lo estaba haciendo. Entonces, yo hablaba, incomoda, sin saber muy bien como responder a eso. Y sabes que con vos hubiese sido distinto, sabes que de estar en soledad, ese gesto sólo me hubiese incitado a actuar.
Sin saberlo, ella me estaba recordando una de las cosas que mas me gustó de vos y lo odiaba.
Odiaba tener que fingir que no deseaba que estuvieses ahí.
Odiaba saber que cuando me despidiera de ella tendría que contártelo, porque no puedo ocultarte las cosas.
Odiaba arruinar algo que podría haber sido mucho más.
Odiaba, porque es mas afín a mi, ella podría llenar todo eso que vos no.
Y odiaba que a ella le gustara la Luna. Porque, yo soy Luna, y tal vez ella también, y vos...vos sos Sol.
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Oscuridad, Locura, Amor.
Non-FictionRelatos que golpean como olas. Olas que se llevan pensamientos.