El sonido del agua cristalina, la luna creciente y un par de estrellas brillantes. Sentadas sobre un puente de madera, acercándonos a la naturaleza en medio del caos.
Me dijo eso que hace mucho tiempo quise escuchar, que siente algo por mi, algo que nunca sintió por nadie. Mi mente me gritaba que corriera, porque a veces así soy cuando las cosas se vuelven demasiado serias, cuando se sinceran conmigo. Pero hubo algo en su mirada, en su voz, en su calma, que me produjo quedarme. La escuche, con el sonido de la fuente cayendo y sus palabras a punto de quebrarse. Quise abrazarla, no piensen que no. Pero por alguna razón, mi impulso fue besarla. No se negó, por supuesto. Me estaba confesando todo eso que yo necesitaba escuchar, no de ella, no en este momento y aun así me reconfortaba de alguna manera.
Me aleje, consciente, pensando en que no debía hacerle esto. Ella lo entendió. ¿Cómo no? Minutos antes habíamos hablado de todo. Y admiro como pudo soportarlo, escucharme hablando de alguien más, pacientemente. Dándome consejos, sosteniendo mi mano, besándome.
Muchas veces no lo entendí. Como dos personas pueden quererse a destiempo, como cuesta tanto coincidir. Hasta ahora.
Necesito que sepa que la quise, que la quiero, aunque no de la misma manera. Que puedo proponerle cosas, más no prometerle nada.
Me comprende y eso me encanta de ella.
Sus ganas de seguir, a pesar de todo. Porque antes de los sentimientos fuimos y somos amistad.
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Oscuridad, Locura, Amor.
Non-FictionRelatos que golpean como olas. Olas que se llevan pensamientos.