He aquí el resultado de mi insistente búsqueda por reprimir mi rebeldía.
Mis sentidos pidiendo auxilio suplicando hacer cumplir sus deseos.
Pero como todo lo que representa un peligro es sometido en cautiverio.
Prisioneros morirán frustrados ahogándose en el profundo silencio.
Cuando en algunos seres los labios pueden hablar más que la mirada.
Y el alma de los ojos se extingue en sequía sin producir alguna lágrima.
Los dientes se apresuran a contener la deseada firmeza.
Y en lágrimas con sabor a sangre se disuelve la impotencia.
El espeso líquido carmesí tiene un característico sabor a triunfo.
El dulce metálico resbalándose en los labios en agonía.
Dejarán grietas hinchadas al amanecer del próximo día.
Pero la ansiedad buscando liberación no se detendrá todavía.