Cuento las horas interminables
Entre cuatro paredes de cemento,
Me concentro tanto al pensarte
Porque aún soy egoísta con el mundo entero,
Que mientras todo se cae allá afuera
Y el cielo arde de lamentos
Nos resguardamos en cuartos vacíos
Donde la ansiedad nos tiene presos.
Cautivos, perdidos en un mar de pensamientos.
Y no, no echen la culpa al encierro.
Son las alucinaciones y el miedo,
Que hoy nos mantienen atentos,
Desesperados y angustiados
Porque así han querido los medios.
No sabemos cómo actuar al día
Sin un plan ya premeditado,
Tan dependientes al sistema
Hemos dejado de ser humanos.
Consumidos por el estrés,
Programados para destruirnos,
Incapaces de pensar en algo más
Manipulados por un espejismo.
Ahora pensamos como sería el fin,
Y mientras todos asustados
A mí lo único que me inquieta
Es que nada de mí te he dejado.
Que hemos malgastado el tiempo
Y si de verdad fuera el fin de la tierra,
No tengo miedo a la muerte
Sino a irme insatisfecha.
El virus que se ha creado
De la mano del propio hombre,
Procede sólo de nuestro caos interno
Que como infierno dan por nombre.