Te encantaba hacer todo a mi modo,
Cuando las olas aún cubrían tus pasos.
Mi mar tan pequeño cabía en un vaso,
Pero al sumergirte nunca tocabas fondo.
Lejos de ti aprendí que la lluvia
Ya no sería capaz de mojarme
Y que el sol no volvería a calentarme
Porque le entregué mi alma a la luna.
Un eclipse nos envolvió en un trance
Como anestesia para tanto dolor,
Yo cerré los ojos contemplando la función
Y cuando me volví sólo hallé desastre.
La playa vacía, mis sueños distantes
Y los peldaños fríos de la mañana de un martes.
Yo que solía causar tempestad
Y tú te volviste experto de cada marea,
Te invitaba a las aguas porque bien creía
Ser yo quien acabaría entera.
Porque allí en mi mar sin fondo
Todo lo que entraba me pertenecía
Y no existían puntos de retorno
Ni alguna intención de volver a la orilla.
Y allí, tirado en la arena de tus lamentos
Donde las olas aún acarician tus pies
Has de saber que ni el sol ni el viento
Secarán mis aguas de tu piel.
Has de saber que llevo un tormento
Y que sin hogar se han quedado mis ojos
Con la expectativa de vivir sin remedio
A merced de este mar peligroso.