1

874 113 10
                                    

El día que te conocí, tú mirabas al cielo, expulsando humo por tus labios. Estabas en un banco del parque sentado como si estuvieses en tu casa. Tenías ambos brazos apoyados en el respaldo del asiento y dejabas tu cuerpo levemente deslizarse hacia abajo, abriendo ademas tus piernas. Sin importarte si quiera la imagen que dabas.

Como quedé observándote mas de lo que debería tu me hablaste
-¿Tienes algún problema?

Y aun que no fueron unas palabras demasiado románticas, hiciste que mis mejillas se colorearan de un color rojizo. No respondí, porque no salían palabras de mi boca. En ese entonces solo era un crió de 19 años: torpe e inexperto. Todo lo contrario a ti.

-¿Me has escuchado? -moviste tú cabeza para fijar tu mirada en mí. Y temblé. Temblé bajo tu profunda mirada, la cual siempre me hacía sentir como si pudieras leer mis pensamientos

-¿Acaso eres mudo?

Negué con la cabeza avergonzado, incapaz de responderte aún. Tú reiste. Y volvi a temblar, sintiendo un cosquilleo sobre las yemas de mis dedos y en mi estomago. Un ardiente calor en mi pecho y en mis mejillas. Un vuelco en mi corazón.

-Ya veo. -diste una calada mas al cigarro que tenias entre tus dedos y soltaste el humo por la nariz. -¿entonces no eres mudo?-asentí y negué nervioso. Volviste a reír, dejando escapar a ésa bonita melodía de la cual me había enamorado rápidamente -¿Y entiendes lo que digo?

-S-si conteste. Pero mi camisa lo pago caro, porque término arrugada por la fuerza de mis puños agarrando su borde.

Una nueva calada, pero esta vez la dejaste ir por tus labios. Como tenias tu cabeza alzada hacía arriba, dio la sensación de que la dejaba volar hacia el cielo. Nos quedamos en silencio, tú observando como el humo se desvanecía con lentitud y yo todo hecho un manojo de nervios.

-¿Sabes por que él humo va hacía arriba?

-Por las corrientes termicas, ¿no?

Sonreiste entre dientes, mirando el cigarrillo consumirse.

-No. -me congele en mi sitió y repetí mis palabras una y otra vez buscando algún fallo.

-Vuela para que crear nubes-contestó-¿Sabes por que?

-¿Para que llueva?

-No. -repetiste con calma. Miraste al cielo. Que en aquel momento era una paleta de colores. Rosa, naranja, azul y morado, con algunas tímidas estrellas. -Crea nubes porque no quiere que veamos a la Luna.

-¿Por qué?

-Porque ella esta sola y añora al Sol. Y solo a escondidas tras las nubes, pueden encontrarse de nuevo.

Efímero ↬ KookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora