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–Jungkook, cielo, ¿puedes fumar fuera? -pedí yo, con una caja en mis manos. Tú sonreíste y moviste tu cabeza asintiendo con ella, saliste al balcón de nuestra casa, y en silencio continuaste hundido en tus pensamientos.

Yo también sonreí, y continué arreglando el desastre de la mudanza, organizando las cajas dependiendo de su contenido. Cuando dejé una sobre el suelo, te miré desde dentro: estabas apoyado en la barandilla y recordé sin siquiera saber la razón, al Jungkook de hacía unos años, ése que conocí en el parque y que actualmente, no había cambiado en lo absoluto. Seguías haciéndome reír como el puberto que era antes, agitabas mi corazón con tus palabras, coloreabas mis mejillas con tus gestos... 

Salí para hacerte compañía y me coloqué a tu lado, imitando tu pose. Me miraste, sonriendo entre dientes. 

–¿Qué te parece? -pregunté, refiriéndome a nuestro nuevo hogar 

Suspiraste.

–Perfecto... siempre y cuando tu estés en él. -apartaste el cigarro de tus labios, cogiéndolo entre tus dedos y apartándolo lejos de mi. Nos besamos Pequeños y cortos besos que decían muchísimo más de lo que se podría pensar

–Te quiero -confesé yo-.

Te alejaste un poco de mi para poder observar mis ojos. Yo observé los tuyos, que brillaron con intensidad por mis palabras. Me gustaba demasiado hacerte brillar (y ver cómo lo hacías).

–Repítelo, por favor.-pediste tú esta vez. 

–Te quiero. -repetí sin dudarlo- Te quiero mucho, Jungkook. 

Tomaste tus manos entre las mías, acariciándolas con delicadeza. Tus dedos encontraron en mi dedo anular un precioso anillo, que aunque brillaba no lo haría nunca como tú lo hacías. Bajaste la mirada hacia él, sonreíste avergonzado y a su misma vez, feliz. 

–Yo también te quiero.-susurraste, con las mejillas rojas, porque muy en el fondo aquello te avergonzaba incluso más que a mí. Yo reí, acercándome a ti, besando tu frente (porque durante estos años crecí lo suficiente como para hacerlo), abrazándote. Tú escondiste tu rostro mi cuello. –Te quiero muchísimo, Yoongi. 

–Lo sé, yo también me quiero.-bromeé y como respuesta, golpeaste sin mucha fuerza mi torso. –Pero más te quiero a ti.

Noté tu rostro más caliente y oí tu corazón bombear con más fuerza. Nos quedamos en silencio, abrazados y disfrutando el uno del otro. Estaba anocheciendo y el viento se había levantado un poco. Alcé mi cabeza, observando el cielo y las tímidas estrellas que aún no terminaban de aparecer 

–Yoongi.-me llamaste. Bajé la mirada, tú me apretaste más en tus brazos 

–¿Qué pasa, Jungkook? 

Aspiraste mi aroma y dejaste un pequeño beso en mi cuello 

–Te amo. 

Y sentí entonces ser el Yoongi de 19 años, aquel a quien se le acelera el pulso con todo lo que hacías y decías. Ése que era tímido como para pronunciar tu nombre o para poder dejar un beso en tu mejilla. El Yoongi torpe e inexperto en el amor, pero con una cosa clara, que también te amaba.

Efímero ↬ KookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora