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Pocos días después de nuestro primer encuentro, celebraron una fiesta, a la que ambos fuimos invitamos (o en mi caso, arrastrado). Había terminado allí a regañadientes y por la insistencia de mi mejor amigo.

Estaba sentado preguntándome por milésima vez porqué seguía allí cuando de repente te vi, y mi corazón dio un vuelco (de alegría o de nervios por volver a verte). Mis manos empezaron a sudar tanto que la copa en mis manos terminó resbalándose, llamando la atención de algunos que habian a mi alrededor, pero solo eran borrachos así que no le dieron demasiada importancia. Menos tú.

Tú te acercaste a mí con una pequeña sonrisa burlona (y, joder, me encantaba esa sonrisa) y con un pañuelo que bajo las luces se reflejaba de un color azulado. A pesar de que la música estaba en un volumen demasiado alto, pude escuchar tus palabras.

-¿Vamos fuera?

Y como respuesta yo me levanté con un entusiasmo que me hubiera gustado poder esconder, pero tú reíste y no le di más importancia al tema. Mis mejillas volvieron a estar calientes no supe si se debía por el alcohol consumido o por tu presencia. (Por supuesto, era por ti). 

Cuando salimos, caminamos lejos de todo aquél barullo y cuando encontraste un sitio relajado para ambos, te sentaste sobre el césped y encendiste un cigarro que escondías en tu chaqueta. Yo me senté a tu lado, pero levemente separado, porque sentía que si me acercaba más a ti, terminaría estallando.

Miraste al cielo, como siempre hacías y abriste tu boca para dejar salir el humo. Ésa noche la Luna brillaba con intensidad, junto con pequeñas estrellas a su alrededor. Tú tenías una mirada melancólica en tus ojos

-¿Qué ocurre cuando en el cielo no hay nubes?-pregunté de repente, para sorpresa de ambos.

Te miré, pero tu seguías mirando el cielo.

-Que la Luna sale de su escondite.

-¿Y qué pasa con el Sol?

-Se convierte en pequeñas estrellas. -y me miraste sonriente, como si estuvieras complacido por mis preguntas. Terminé enamorado de aquella sonrisa tuya y un poquito más de ti. Alzaste tu brazo y dejaste sobre mi nariz el pañuelo que antes me habías ofrecido.

-Deberías limpiarte, hueles demasiado a alcohol.

Y agradecí a que el pañuelo estuviese en mi nariz, porque tapó el vergonzoso sonrojo que tú volviste a crear.

Bajé la mirada (evitando la tuya, porque no quería que me vieses así; como tú solo podías ponerme) y pasé el pañuelo por mi pantalón. Cuando hube terminado, observé un nombre grabado en él.

-Jeon Jungkook. -leí en voz alta, casi no siendo consciente de que lo hacía. Solo el saber tu nombre hizo que mis mejillas volvieran a tomar color. Alcé mi mirada para encontrarme con la tuya, estabas tan cerca. -Yo... -se escapó de mis labios, traicionado por los nervios. -Yo soy Yoongi, Min Yoongi.

-Encantado, Yoongi. -dijiste tú, acercándote a mí. -Yo soy Jungkook.

Ese fue nuestro primer beso escondidos tras el humo.

Efímero ↬ KookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora