Los humanos son seres pasionales, personajes que parecen ser fascinados por lo romántico y lo imposible, lo cual es totalmente incomprensibles para mí. A veces me quedo observándolos hasta cuando su vida se culmina, pero nunca pensé que vería a alguien como Norman, durante toda su vida vivió cosas comunes, se enamoró de otro insignificante mortal, y después por razones que no logro completar en mi mente, le vi llorando en una esquina como si fuera un globo desinflándose. Parecía estar bastante mal, lo digo porque no se levantó de esa esquina durante un día terrestre, que supongo en su mundo debe ser mucho tiempo. Se la pasaba mirando un arma y girándola con el dedo índice y de vez en cuando con la muñeca, la miraba de reojo todo el rato mientras con su vista directa se inclinaba por visualizar la pantalla de una computadora.
Entonces fue cuando me di cuenta, que les encanta sufrir, es como si les tocaran una sinfonía preciosa sobre lo maravilloso que es el dolor. Se aferran y regresan a todos los lugares donde les hicieron sentir una basura, siempre les he visto estar sentados en su miseria fingiendo estar completos cuando se les puede ver claramente lo rotos que están, pero es tanta la afinidad a este estado, que algunos no tienen la osadía de arreglarse, de terminar de completarse, simplemente lo entierran como si fuera un muerto entre mucho estiércol.
Sin embargo, regresemos a Norman. Un día me aburrí de mirarle porque ya no era divertido ¿sabes? Era como mirar en bucle la misma imagen una y otra vez. Muchas veces solo por diversión se me ocurrió decirle al oído que se disparara, pero solo disipé sus ansias por morir. Me di cuenta rápidamente que Norman no me serviría como espécimen de estudio, entonces dejé de observarle.
Después de algunos altercados entre su familia, una mujer la cual parecía interesante, llego al estado del anterior sujeto, entonces le susurre la misma oración que al otro espécimen, y se voló los sesos con una escopeta quedando inservible. Volví a aburrirme.
Mientras lamentaba lo ocurrido, escuché mucho ruido en el techo, subí un poco las escaleras y puse el oído de mi lado de la puerta, y escuche le nombre de Norman y puse tanta atención como se me fue posible.
—Se abrirá un nuevo archivo —escuché de una voz grave.
— ¿Alguien sabe lo que en verdad pasó? —le contestó una voz aguda como de una mujer joven.
—No. Su nombre en la tierra era Norman, trabajaba como contador en una multimillonaria empresa, sus padres murieron cuando él tenía ocho años en un accidente, por lo tanto se pueden llamar como testigos, pero dudo mucho que sirvan de algo. Solo estaban presentes ella y él en una habitación. O al menos eso fue lo que escuché.
—¿Crees que se preste para hacerlo?
—No lo sé, siempre asesina a todos.
Luego solo fueron pasos. Al parecer hiciste algo interesante Norman, quisiera saber más. Fui al coliseo donde normalmente miramos todos los juicios. Tomé mi mejor capa, peiné mi cabello, y caminé hasta mi butaca reservada, normalmente todos hacen bastante ruido y tocan panderetas y muchos tambores. Pero esta vez parecía que se le iba a cortar la lengua o los brazos a aquel que hiciera algún sonido. Me senté en mi silla preferencial, cuando escuché a dos idiotas parloteando a mis espaldas, decía que el juez estaba en la tierra, que de hecho alguien del frente iba a nombrarlo.
El espectáculo comenzó, con una luz apuntando directamente a nosotros, comenzó a moverse al azar, hasta detenerse en mí. Entonces un estante con un letrero que decía "saca la nota" encima de una caja se iluminó. Me miraron como si fuera le pecador más inmundo. Me levanté y caminé hasta la caja saqué la nota que decía: Elije a alguien del mundo humano para ser el juez.
Por eso escribo esta carta, esperando que aparezca mi botella con este mensaje en el mundo humano y decida fungir como árbitro, la verdad es que yo sería un mejor partido que cualquiera de ustedes, pero no importa. No te preocupes por mis palabras, tampoco por descubrir quién soy, al menos en este momento, no importa.
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Norman
General FictionLos humanos han subestimado el amor, y la desgracia. No saben que no existe una cosa sin la otra, están de la mano, como la lluvia y el viento, o el agua y las olas, inclusive algo tan malinterpretado como el bien y el mal. Mantengo esta idea desde...