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Como iba contando, Norman fue llevado a una parte de la eternidad en la que no podría tener contacto con nadie hasta el juicio próximo. Yo estaba sentado en la butaca preferencial  para poder presenciar la sentencia, aunque normalmente ya han muerto alrededor de dos personas cuando los juicios terminan, es decir, en el tiempo terrestre serian alrededor de doscientos años. Aunque para mí siempre es solo un parpadeo, no dejan que disfrute de verdad de las suplicas de las almas condenadas, cuando son llevadas a la puerta del infierno.

He visto muchas veces llevarse a personas a la celda especial, donde solo hay oscuridad, y una gota de agua cae sobre de la cabeza de la persona juzgada, no hay ni un sonido, nadie habla, simplemente es alguien con sus propios pensamientos. Nunca me había importado como se le llevaba a los mortales, puesto que estoy aquí para divertirme con ellos. Pero esa vez Norman, tenía los ojos lineados, y perdidos, juro que se veía como un fantasma, y debes de saber que no me tomo este término muy a la ligera. Su cara estaba pálida, arrastraba los pies mientras era llevado por dos grandulones de ropa totalmente blanca, y él llevaba una camiseta azul y unos pantalones negros.

Me puse de pie junto con varias personas de la audiencia, todos estábamos atónitos, su cara podía sentirse por todo el auditorio como si su carne se esparciera por todos nosotros. Por primera vez, experimenté lo que los humanos llaman escalofríos, el aliento sentía que se me estaba congelando, la sensación era desesperante. Percibí muy raramente como el suelo se estaba hundiendo, como si un espiral de oscuridad me estuviera engullendo. Miré al lado de atrás, y algunos estaban llorando.

—¿Por qué haces eso? —pregunté a uno.

—No lo sé —me dijo con mucha desesperación—, siento mis manos desvanecerse, como si fueran papel.

No podía explicarme nada de esto, entonces llegue a la conclusión de que Norman había hecho temblar a los inmortales. No tengo empatía alguna por él, tampoco los demás espectadores, pero no puedo explicarme de otra forma lo que ocurrió en esa ocasión.

Entonces cerraron la puerta y la atmosfera se desvaneció inmediatamente.

Todos se quedaron en silencio, nadie comentó nada, solamente nos volvimos a sentar, horrorizados por aquella mala película que había traspasado todo lo que creíamos invencible.

El auditorio se oscureció nuevamente.

De esta experiencia concluí que los seres humanos, no muestran en su totalidad lo que son. Lo observé durante mucho tiempo y ninguna fuerza me había doblegado de esta forma. Consideré que me estaba volviendo loco, que solamente estaba teniendo un mal sueño, pero cuando me llamaron al escenario, caí en cuenta de que todo era más real de lo que parecía.

Regularmente al comienzo de estos encuentros, tengo que dar mis palabras motivacionales para disfrutar del coliseo, y llevarlo de la manera más divertida posible. Subí hasta el podio frente a todos para muy vagamente tratar de articular alguna palabra, pero la garganta se me había cerrado, tenía un tornado atravesado en mi voz.

—Estimados amigos, e invitados. Espero que está escena sea exquisitamente de su agrado, como siempre lo ha sido. —no pude decir más.

Nadie aplaudió. De hecho dudaba de estar acompañado por alguien en ese lugar.

NormanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora