Capítulo 11: En aprietos.

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3/marzo/2018

Cuando una persona te causa tal emoción de susto y pánico creo que lo coherente de su parte es demostrar seriedad y consideración. Claro que esas reglas nunca aplican hacia un Roden y menos si es Ethan Roden, el más irritable de todos nosotros. Es claro que somos bromistas e intentamos siempre mantener las cosas a la ligera, pero por primera vez quisiera golpearlo hasta el cansancio, por primera vez no comparto su característico humor que corre por nuestras venas.

– Deberían haber... visto sus rostros. – Con la pausa soltó una carcajada y cuando estuvo por caerse desee que pasara. Si solo las muletas se hubieran tambaleado por más tiempo o alguien por errónea razón las hubiera golpeado un poco, él hubiera caído. – Y yo pensando que, si me pasaba algo festejarían, pero como es de lindo el mundo. – Se encoje de hombros y hace como si limpiara una lagrima. Oh, pero pronto estará secando lagrimas reales como sus burlas no tengan un fin. -Ah miren les tengo un regalo. – abre la gaveta posicionada a su lado y tambaleándose nos demuestra en sus manos una caja de pañuelos. Al mirar nuestros rostros vuelve a darle un ataque de risa. - ¿Entienden? Para que se limpien las lágrimas. – Su risa se mezcla con un grito de enojo y antes de alguien pueda detenerla, Camila lo empuja con toda su fuerza tirándolo sobre la cama.
– ¡No puedes hacer eso, está herido! - Una de las enfermeras va hacia donde mi tío y lo ayuda a sentarse.
– Ese hombre de herido no tiene nada. Nos llaman que tuvo un accidente, venimos corriendo, pensando lo peor y cuando llegamos... ¿Se les pierde en el hospital? Y para hacerlo más gracioso lo encuentran en la área de espera desnudo. ¿Eso lo hace una persona gravemente herida?
– Oh seguro cuando paso por la área de maternidad muchas quisieron cambiar el ADN de sus hijos. – La madre de Camila ríe y al instante de hacerlo recibe una dura mirada de su hija menor. – ¿Muy pronto?
– ¡Bebés! Oh eran muy lindos. Me sigo preguntando, ¿Por qué no me habrán dejado sostenerlos?
– Adultos hablando. – Habló por primera vez y miro a mi tío amenazadoramente cuando veo sus intenciones por decir algo más.

Me toco la cabeza e intento calmar el dolor punzante. Pienso en las palabras de Camila sobre cómo se escapó de su habitación y lo de estar caminando desnudo. Le añado a eso a su exagerada forma de comportarse como si cada pendejada que ve fuera un chiste y todo tiene sentido. Tal vez después de todo no deba ahorcarlo hasta la inconsciencia. Tal vez quienes deban pagar por mi momentáneo miedo sean los que debían haber estado a cargo de él.

- Su actitud es de una persona derogada. ¿Qué mierdas le han dado? – Mi mirada recae sobre la enfermara.
- No le pusimos más que solo un sedante mientras dormía. Pero no lo suficiente para drogarlo si no para quitarle el dolor que tendría. No pensé que fuera a ponerlo así. – Ella luce verdaderamente apenada y no me queda más que quitar mis ganas de desahogarme con ella. Solo hacía su trabajo después de todo.
- Oh Jake, lo amargado de la pequeña Bogado y su tía se te está pegando. – Cuando Camila esta por volver a pegarle, él es más rápido y se para colocando a la enfermera al frente. Tal y como un escudo. – Lo que quería decir es que...que no se lo tomen a pecho. Yo estoy más que bien. Además, no fue culpa de nadie excepto mía.
- ¿A qué te refieres? – preguntó cediéndole la paciencia que no tengo.
- Al despertarme tenía un maldito dolor en la cabeza. Y la pierna ni que decir. Estaba bastante confundido y mareado, no recuerdo muy bien lo qué pasó después. Pero un viejito bien simpático me dio agua y unas pastillas para el dolor...algo que ahora pensando no debí aceptar, pero me siento mejor que nunca. Y para tu información Camila, lo del desnudo no me puedes culpar. Estaba esperando porque alguno me buscara en la salada de espera para poder largarnos y fue cuando note que tenía la bata del hospital. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué la robara? – Dejó de prestarle atención a las idioteces e incoherencias que dice y miro a la enfermera. Le hago una seña para que se aproxime y me voy hacia donde está su compañero.
- ¿Alguna idea de quién es ese hombre?
- Debe ser el viejo Al. – Menciona el otro enfermero. - Se pasa ofreciendo su medicamento, siempre lo hemos detenido a tiempo, pero al su tío haber estado sin supervisión y lo que le dimos mientras estaba inconsciente...- Espero a que diga algo mas y cuando solo se queda mirándome asustado no puedo controlarme más.
- ¡No te quedes mirándome! Dime qué harán para resolverlo.
- Bue...bueno le haremos una limpieza de estómago y lo pondremos a dormir por unas horas.
- ¡Que sea rápido! – Me doy la vuelta al escuchar la desesperación de Camila. Y no es para menos, mi tío se encuentra sentado en la camilla, la tiene sujetada o mejor dicho aprisionada por sus brazos y por lo fuerte que lo hace, ella está por caer sobre él.
- Oh, Musa que difusas sobre mi amor y corazón. ¿Qué no ves que de cualquier ángulo tuyo soy? Así que dejad tu orgullo y arguyo con mayor razón, para ponerle curación a este corazón. – Camila logra zafarse de su abrazo apresador y él se cae por completo en la cama. Me aproximo a él cuando no vuelve a decir nada. Notando que tiene los ojos cerrados y su respiración va descendiendo. 
- Esa fue la rima más romántica y la que menos he entendido en español. – Dice la madre de Camila mientras se abanica el rostro en dramatismo.
- Maldito idiota. – Su hija por otro lado parece más molesta que nunca y sale de la habitación con prisa. Su madre la sigue sin esperar tiempo.

Simplemente Tú (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora