No todo es felicidad

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Pasó un año, y la niña ya era reconocida por su gran belleza, pues nadie además de ella y su madre compartían ese hermoso cabello y color de ojos.
Durante éste tiempo, Rapunzel y una de las sirvientas – llamada Dalia – se habían encariñado, pues ésta se encargaba de cuidarla y jugar con ella.

Pero la felicidad no podía durar por siempre.
Una noche de invierno mientras que todos dormían, el reino vecino inició un ataque hacia Rellhok con un solo objetivo: matar a toda la familia real y apoderarse del trono.
Mientras se extendía una gran conmoción en el pueblo, el castillo era atacado por cientos de soldados enemigos, mientras que otros tantos luchaban por defenderlo.
El rey, la reina, Rapunzel y la sirvienta Dalia se escondían en una pequeña habitación llena de polvo y telarañas, pues era el único lugar que no había sido tomado por las fuerzas enemigas. Podían observar por la ventana el gran desastre que estaba ocurriendo.
De repente se escucha un ¨clank¨ y la puerta que los mantenía a salvo se abrió estrepitosamente, dejando entrar soldados dispuestos a matarlos.

Sin pensarlo dos veces, el rey saca su espada y dispuesto a proteger a su familia se abalanza sobre los soldados. Así inicia un largo intercambio de espadazos, hasta que finalmente uno de los soldados logra asestarle al rey un golpe en el pecho.
El rey cae al piso, con sangre llenándole la boca y una espada enterrada en el pecho. – Maldi...– se le escucha decir, sin poder terminar la oración–.
Había muerto.
Los soldados comenzaron a acercarse hacia donde la niña se encontraba, y la reina percatándose de esto, tomó la espada que se encontraba a un lado de su marido fallecido, y se puso en su camino.
– ¡Dalia! – grita – ¡Llévate a Rapunzel lejos del reino, cuídala y no dejes que nunca la encuentren!
En ese momento, uno de los soldados levanta su espada y la dirige hacia el cuello de la reina.
– Te lo ruego – se le escucha decir con súplica en la voz y lágrimas en los ojos antes de caer muerta a los pies de su asesino.

Después de escuchar las últimas palabras de la fallecida reina, Dalia toma fuertemente a Rapunzel entre sus brazos, y escapa por la pequeña ventana de la habitación.
El llanto de la ahora huérfana princesa resonaba por todo el camino hacia el solitario bosque.

La otra historia de RapunzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora