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-Jungkookie, ve por favor al mercado y trae las flores más bellas que encuentres.

El pequeño niño de cinco años dejó los juguetes de madera y corrió hasta su mamá, quien le entregó unas cuantas monedas.

Atena era una mujer extranjera de cabellos largos y negros pero, a diferencia de la mayoría de las mujeres en Corea, ella poseía un hermoso cabello ondulado. Su piel, de un tono más oscuro, tampoco pasaba desapercibida; y a pesar de esas "diferencias", la mujer no dejaba de robar miradas y suspiros por lo hermosa que era.

-¡Sí, mami!

El niño tomó gustoso las monedas, ya que sabía que, si sobrara un poco de dinero, tendría para comprar sus golosinas favoritas. Jungkook era probablemente el niño más hermoso que pisara la tierra. Sus grandes ojos eran heredados de su madre. Pero su piel era clara como la nieve, a pesar de provenir de una progenitora con un color más oscuro de piel. Su sonrisa poseía algunas ventanas a causa de la caída de sus dientes de leche.

Antes de salir por la puerta, el pequeño chocó con alguien más corpulento y alto, quien lo tomó en brazos y repartió besos por todo el rostro del infante. Kwan, a sus veinte de años de edad, había quedado completamente enamorado de Atena y no pasó mucho tiempo para que se unieran en matrimonio y tuvieran a Jungkook.

El hombre llegaba de trabajar exhausto después de una jornada completa y, a pesar de eso, dedicaba las horas restante a cuidar y adorar a su familia. Con el paso del tiempo, el hombre había cambiado bastante: ahora poseía un cuerpo más adulto, sus cabellos negros habían sido recortados recientemente, y mantenía un gran parecido con su primogénito.

Jungkook, luego de dejar un beso en la mejilla de su papá, corrió hacia la salida dispuesto a realizar el encargo de su madre.

-Cariño, siéntate. La comida ya casi está lista.

Kwan, cansado, tomó asiento en una de las cuatro sillas y se esparció por toda ésta, sacando unas alegres risas de su amada esposa.

-¿Para qué has enviado a nuestro hijo al mercado?, sabes que no me agrada la idea de que salga a esta hora. Comenzará a oscurecer dentro de un rato.

-Amor, no has pensado que...tenemos cuatro sillas y somos tres personas- Mencionó la mujer mirando y revolviendo la sopa, e ignorando el comentario de su marido - ¿No has pensado que ese espacio se siente frío y sólo?

-No pienso así ya que Jungkook siempre usa cualquiera de las sillas.

El hombre rió, pero algo en el comportamiento de Atena lo inquietaba. Los grandes ojos marrones se posaron en los pequeños de su marido y, suspirando, soltó lo que había descubierto hacía unos días.

-Estoy embarazada.

Kwan se levantó tan efusivo que logró tirar la silla y corrió hasta Atena, hincándose frente a ella y tomando el aún plano vientre de la mujer. Volteó a verla con lágrimas acumulándose en sus ojos.

-¿Cuándo lo supiste?

Atena ayudó a su marido a levantarse y lo tomó de las manos.

𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓 𝐓𝐀𝐈𝐊𝐎𝐌𝐎𝐂𝐇𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora