Pulso lento, entrando casi en bradicardia, luego de este cambio tan fenomenal en la cúspide de nuestra arrogancia, convirtiéndonos en más que solo unos juguetes del destino y menos en humanos sin un camino.
Pulso lento y comprendo, que sin él soy el reino, el reino que se envuelve entre las almas del inframundo, esperando a que llegue el Hércules de mi mundo.
Dando cuentas al Zeus de mis sueños y cruzando hacia el Olimpo del tiempo, ese que se empeña en destruirme con su cuerpo, pues sabe que soy dueña del tiempo, del tiempo que lo toca y lo destruye, del tiempo que lo derroca y lo construye, del tiempo que siempre es tiempo y lo lleva a su tortuoso destino.
Att:Osirunet Puig
20/Julio/2018
9:11am