Soledad

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Su día de descanso en el hospital al fin había llegado, preparó una taza de café y se sentó en la barra de la cocina, sola como acostumbraba cada mañana después de que Sarada se fuera a la academia, sola como todas las frías noches después del trabajo. Suspiro profundo, no le gustaba estar sola.

Cuando dio el último sorbo a su taza con café se levantó a bañarse y alistarse para visitar a Hinata pues había quedado de ir a verla para llevarle las nuevas vitaminas para sus hijos.

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Un fuerte suspiro se escuchó en aquella casa vacía, al fin la había dejado como nueva, ser madre y ama de casa no era una labor sencilla, tenía que asegurarse que sus hijos asistieran a clases, que comieran adecuadamente y no se metieran en problemas, era otra mañana sola pero con trabajo que la hacían olvidar que su esposo tenía meses sin tocarla, que estaba harta de dormir sola en aquella gran cama.

Después de terminar de hacer la comida decidió meterse a bañar, estaba sucia y cansada no sólo del esfuerzo sino también de la rutina, de la soledad.

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Justo cuando acababa de salir de la ducha escucho el timbre sonar, extrañada porque no esperaba a nadie salió a abrir olvidando que solo traía una toalla alrededor de su cuerpo.

--Sakura-- dijo aliviada

--Hinata-- La pelirrosa la vio de pies a cabeza, mirando detenidamente como el agua aún escurría por sus piernas y aquella pequeña toalla sólo cubría hasta la mitad de sus muslos dejando poco a la imaginación.

Al sentir aquella mirada comenzó a sonrojarse y recordó que sólo una toalla cubría su desnudez, ¿Qué iba a pensar Sakura de verla abrir la puerta con solo eso para cubrirse?

--Lo siento, es que al fin tuve un día libre y traje las vitaminas que me pediste-- La Haruno al fin había despegado su mirada y le mostró dos frascos con medicamentos mientras sonreía.

Hinata un poco más relajada se hizo a un lado para que pasara --Muchas gracias Sakura, pero por favor pasa-- Sakura acepto y se adentro a la sala, se sentó en el gran sillón negro que tenían y no pudo evitar inspeccionar a su al rededor, todo estaba impecable.

--¿Gustas tomar algo?-- Ofreció amablemente la Uzumaki

--Agua, si no es mucha molestia-- Le sonrió

Le dio un gran sorbo a su vaso --Lamento haber tardado tanto, he estado ocupada-- le extendió la mano con los frascos de vitaminas .

--No hay problema, debes estar muy ocupada-- sostuvo los frascos y sonrió.

--Sino te molesta, ¿Me podrías dar alguna de las vitaminas que estaban tomando con anterioridad? Ino me las ha pedido para ver si puede mejorar el sabor, ¿Puedes creerlo?-- hizo una cara de disgusto, cómo se atrevía.

Hinata sonrió, recordaba claramente las peleas con sus hijos por el mal sabor que tenían, por supuesto que se las daría. Ni corta ni perezosa fue por ellas, pensando que las alcanzaría de la repisa donde las tenia, se paro de puntitas, con una mano sosteniendo la toalla y con la otra tratando de alcanzar aquellas pastillas, sin lograrlo, decidió intentarlo una vez estirándose más, podía sentir con que sus dedos las rozaban.

La pelirrosa se paró a un lado de ella --¿Necesitas ayuda?-- se ofreció al ver en aquella posición y se paro a lado de ella.

--Estoy bien, ya casi las tengo-- aseguró, pero no contaba con que al alcanzarlas perdería el equilibrio y caería al suelo, afortunadamente algo amortiguo su caída. Pero al ver que había caído sobre Sakura y su toalla había dejado al descubierto sus grandes pechos se puso roja como un tomate, al igual que la pelirrosa.

Ninguna se movía y solo se miraban a los ojos, esperando que alguna hiciera algún movimiento. Sakura extendió su mano y la jalo del cabello hacia ella, cuando la tuvo cara a cara miro sus labios rosados y la beso, poniendo su mano en la nuca de ella para profundizar el beso. Al principio la Uzumaki no respondió pues no estaba segura de lo que estaba pasando, sin embargo era una sensación que hace mucho no experimentaba y aunque tímida correspondió el beso, sus respiraciones se agitaron pidiendo más. Sakura complacida de que el beso fue correspondido se aventuro a mas y tomó uno de los pechos, suaves y grandes, un gemido salió de Hinata, lo cual solo logró calentarla.

De repente Hinata se detuvo y se puso de pie deprisa, cubriéndose con la toalla. Sakura también se paro, al parecer la acción había terminado. Silencio un largo e incómodo silencio --Sakura...-- murmuró, la aludida volteo a verla. Hinata agachó la cabeza --No sé si esto este bien-- la piernas le temblaban ¿Cómo algo que la hacia sentir tan bien podía ser incorrecto?

La de ojos verdes siguió mirándola --¿Te gustó?-- la cuestionó ansiosa por oír la respuesta.

--...-- silencio.

Sakura comenzó a acercarse a ella y ella retrocedía como un gatito asustado hasta que choco con la mesa del comedor --Dime Hinata-- acercó su boca al cuello de ella aspirando su aroma --¿No te ha gustado lo que ha pasado?-- depósito pequeños besos en su cuello y comenzó a lamer su clavícula descendiendo a sus pechos, jalo la toalla dejando a la Uzumaki desnuda, comenzó a lamer y mordisquear uno de sus pezones y con una mano estrujo uno de sus grandes pechos. Los suspiros y gemidos no se hicieron esperar, ella no ponía resistencia y era una señal para continuar.

La recostó sobre la mesa y ella se subió a horcajadas sobre ella, con las rodillas apoyadas sobre la mesa. Siguió con su labor de morder, lamer y estrujar los pechos de Hinata y cuando se canso de eso fue por su boca e introdujo dos de sus dedos para que los chupara, una vez que estuvieron húmedos se bajo de la mesa y abrió las piernas de la pelinegra e introdujo ambos dedos en su intimidad, empezó a meterlos y sacarlos, haciendo que gimiera en un tono alto. Excitada por aquel sonido, sacó los dedos y en su lugar introdujo su lengua en aquella deliciosa y húmeda cavidad.

Hinata no podía creer el mar de sensaciones que estaba experimentando, nunca le habían dado placer de aquella manera y sin duda lo estaba disfrutando, necesitaba que Sakura metiera bien la lengua, así que la tomó del cabello para que aumentar el placer, hundiendola en su intimidad. Podía sentir que el clímax estaba cerca.

El sabor de Hinata inundó sus papilas, ella era sencillamente deliciosa, se volvió a poner sobre ella y beso su boca --No puede ser malo si se siente tan bien-- se bajo de la mesa y se acercó a la salida --Puedes venir a verme al hospital o puedo volver a venir en mi día libre-- le guiño un ojo y salio de la casa.

Hinata aún respiraba agitadamente, parece que pronto tendría que visitar el hospital.

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