De diferentes mundos

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Fueron dos semanas en las que había surgido un tensión permanente en la mansión, la causa tenía el nombre de Kim Jonghyun, no es que este sea un chico problemático sino para su padre era una molestia tenerlo allí. En un principio, lo había enviado a Japón para el beneficio de su hijo pero más tarde fue por su propia ambición, su hijo podría arruinar su negocio con los huerfanos. El Jonghyun que había vuelto de Japón, esta vez, estaba muy cambiado, este se negaban a volver y contestaba a cada grito de Kim Soo Roo con un grito más potente, y en una actitud de clara rebeldía, lo hacía mientras desarmaba su valija y guardaba su ropa en el armario.

 -Cuando cumplas los dieciocho años y trabajes y ganes dinero, vas a poder decidir. ¡Mientras tanto, decido yo!- le decía su padre.

-¡Yo a Japón, no vuelvo!-gritaba Jonghyun decidido. 

-¡Vas a hacer lo que yo te diga, mocoso! ¡Y si no te gusta cómo son las cosas,  ve a llorarle a tu mamita, si es que la encuentras!-Jonghyun lo fulminó aunque despreciaba a su madre tanto como Kim Soo Roo, odiaba que su padre hablara en esos términos de ella.

-A Japón no vuelvo. ¡Ésta es mi casa y yo me quedo!-

-Arma esa maleta, porque aunque tenga que llevarte de pelos, ¡Te subes al primer avión que salga para Japón!-sentenció Kim Soo Roo y abrió la puerta. Ahí se topó con Sonyan, que se apartó para dejarlo salir. -Despedite de Jonghyun, Sonyan. Se va en el próximo vuelo. Sonyan sonrió afectuosa a su hermano menor.

-¿Así que te comprometiste?-

-Casi-dijo ella. 

-Gracias por invitarme -reprochó Jonghyun. 

-¡Estás tan lindo! ¿Cuándo creciste tanto?- Y lo estrujó con un fuerte abrazo. Jonghyun lo agradeció, el primer abrazo que recibía desde su llegada.

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Ren había aprendido a la fuerza a ponerle un freno a sus fantasías. La vida había sido lo suficientemente cruel para que él le dijera no a los sueños felices, darle rienda suelta a sus anhelos sólo le ocasionaba más frustración. Por eso trataba de no pensar en Jonghyun ni en sus ojos tristes, ni en su sonrisa amplia y hermosa. Mientras no se lo cruzaba, no fantasear con él era bastante sencillo, pero cuando lo veía o escuchaba su voz, se le volvía muy difícil. Pero le fue imposible no amarlo cuando lo vio con su uniforme de colegio.

Baekho le había mandado a robar unas magdalenas de la cocina ya que estaban castigados sin desayuno por alguna razón tonta que el señor Kim había inventado. Ren atravesó la sala yendo hacia la cocina sin ser visto , pues según Baekho debido a su delgadez él podía pasar desapercibido detrás de cualquier columna, y lo vio bajar las escaleras, casi corriendo. Vestía una camiseta verde inglés, un jean oscuro y un saco escocés, azul y rojo. Tenía el pelo lacio, un poco despeinado, algo húmedo, como recién secado con toalla, y llevaba bajo su brazo una carpeta y un libro. Ninguno de los dos detuvo su marcha. Ren siguió su camino hacia la cocina, y él descendió las escaleras y se dirigió hacia la puerta principal pero no dejaron de mirarse en todo el recorrido. Mientras él bajaba, Ren percibió el perfume de Jonghyun, que llegó hasta él, cálido como una onda expansiva. 

-Hola... -dijo Jonghyun sin detener su marcha. Ren respondió con otro «hola», pero lo dijo con muy bajo y casi sin abrir la boca, y él no lo escuchó. Le miró algo decepcionado por la ausencia de respuesta, pero Ren se perdió en el pasillo que daba a la cocina. Jonghyun desestimó y abrió la puerta de calle. 

Ren se había quedado petrificado en el pasillo, y desde ahí lo espió mientras él salía. De pronto un grito, un chillido histérico la sobresaltó. Apenas Jonghyun abrió la puerta, detrás apareció una chica menudita, con el pelo lacio y peinado con un gran moño. Junto a ella había un chico de pelo lacio, enormes cachetes y una sonrisa ganadora. Ambos vestidos con el mismo uniforme de colegio que Jonghyun. 

-¡Jrie! ¡Volviste!-gritó la flaquita, y se colgó del cuello de Jonghyun, abrazándolo con fuerza-. ¡Estás hecho un tipazo!

 -¡Hola, Nayoung!- Jonghyun sonrió, agradeciendo el cumplido. Luego Jonghyun miró a su amigo, que lo miraba incrédulo, ambos sonrieron con complicidad y chocaron sus manos en un saludo afectuoso. 

—¡JR! —dijo el chico alto de pelo negro. 

—¡Ong! —contestó este. Y se abrazaron dándose fuertes palmadas en la espalda. A su lado, Nayoung estaba histérica, feliz por el reencuentro de los amigos. 

Desde el pasillo, Ren los espiaba, en un principio, se preguntó cómo alguien se podía llamar ¡ONG! pero no le dió muchas vueltas al tema. Segundos después su sorpresa paso a desprecio. Reconocía perfectamente esa forma de hablar, el movimiento de sus manos mientras lo hacían, el tono y pronunciación eran distintos a los de él y de los huérfanos, eso era propio de... los próximos chaebols de 3º generación. Eso era lo que eran Jonghyun y sus amigos: chicos ricos, arrogantes y altaneros. Ubicando a Jonghyun en esta categoría, le resultaría más fácil no pensar en él. 

Mascullando el desprecio que le despertaban, fue hasta la cocina, tomó una bandeja con magdalenas y volvió hacia la sala, calculaba que los otros ya se habrían ido, pero allí estaban, sentándose en unos sillones, mientras Ong y Nayoung hablaban como cotorras, sobreponiéndose, creando un griterío confuso e inteligible y varias palabras en inglés. Para Ren era inevitable no pasar cerca de ellos para volver a los dormitorios, y trató de hacerlo sin mirarlos, pero el alto de pelo negro, sin dejar de hablar, le quitó la bandeja con magdalenas, al tiempo que Nayoung le entregaba su abrigo, y, sin mirarle, le dijo "para mí un café con leche, más leche que café, leche descremada, obvio, y dos sobrecitos de edulcorante, sin ciclamato, please".

Ren la miró con odio, al desprecio que le generaba Nayoung en particular, y los de su clase en general, se sumaba ahora que la otra laeconfundiera con un sirviente. Jonghyun, viendo la cara de furia de Ren, intervino. 

-Ren no está aquí para servirles, Nayoung.-

-Ah, ¿no?-contestó esta, tratando de entender entonces quién podría ser ese intruso de labios bonitos-Sorry, ¡Pensé que sí!.

-Él es uno de los huérfanos que mi padre cuida-aclaró Jonghyun

 -¡Ah!-exclamó Ong entendiendo-. Uno de las huerfanitos. 

-De igual modo, a mí también tráeme un café con leche- dijo Ong volviéndose a sentar y mordiendo una magdalena, entendiendo que el ser un huérfano le obligaba a servirle.

-No es un sirviente o algo parecido, déjalo tranquilo.- insistió Jonghyun ya un poco molesto y avergonzado por la actitud de sus amigos.

-Y eso no esto no es para ti-dijo Ren fulminando a Ong con la mirada, y recuperando la bandeja con magdalenas. Además, le quitó la que tenía en sus manos a medio comer. 

-¡Cómo te atreves!-reclamó Nayoung indignada, y le preguntó con altanería-¿Sabés quién es él? Ong Seong Wu, ¡el hijo uno de los mayores empresarios de Corea del Sur!

-¡¿Y eso a mi que me importa?!-respondió Ren furioso, y estaba por irse cuando Ong lo detuvo agarrándole de la muñeca.

-Creo que alguien debe enseñarte modales- acto seguido sin siquiera que Ren pudiera reaccionar lo arrodillo ante él- Este es tu lugar huerfanito, no lo olvides.

Ren se sentía tan humillado, querría reaccionar y darle su merecido a ese estúpido riquillo pero estaba bloqueado, sus pies y manos no se movían, en lo único que podía pensar era que había sido humillado delante de Jonghyun. Ahora él sabía lo poco que valía, que ellos eran de mundos diferentes y que nunca estaría a la altura de Jonghyun. Por algo había sido abandonado por sus propios padres, él no era valioso para nadie, si moría al día siguiente a nadie le importaría, ni siquiera sabrían de su muerte. Todos esos pensamientos fueron detenidos cuando escucho el sonido de un golpe, levantó su cabeza y no creía lo que sus ojos veían. Jonghyun había golpeado a su propio amigo, Ong.

-Vamos levántate Ren- Jonghyun le ofreció amablemente su mano. Ren no respondió solo acepto su acto. Mientras Nayoung curaba al malherido de su amigo.

-Perdona a mis amigos, son unos estúpidos, lo sé.- al ver que Ren no le dirigía la mirada, dejó un suave caricia en su mejilla y tomo su mano.- En serio, Ren, cree en mis palabras, yo nunca te haría daño.

Ren nunca había confiado en nadie, pero por primera vez en su vida creía en las palabras de alguien y ese era Jonghyun. Sus profundos ojos negros, le animaban a confiar en él. Pero Ren sabía que estaba mal, que si confiaba saldría lastimado, y no quería sufrir más.

"Serendipity" [Pausada indefinidamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora