Muñeca rota

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Detestaba a su papá. Nathaniel siempre se había comportado igual. Siempre había sido así de problemático y ahora no podía entender porque su papá, por primera vez, había decidido echarle la reprimenda. Una ligera punzada de traición pasó por su pecho. No podía salir de su habitación en toda la semana, le había quitado sus juguetes y le prohibieron la televisión. Estaba recostado en cama ya estresado de lo aburrido que estaba. En estos momentos debería estar en el parque. Ya había abandonado a Castiel dos días y se sentía como un traidor también.

Bajo de su cama. Se puso su tenis gastados y abrió lo más silencioso que pudo la puerta. No veía ni escuchaba a su mamá por ningún lado. Y su papá estaba en el trabajo. Nadie se daría cuenta de que salió un momento al parque a ver a Castiel.

Apenas dio un paso por la escalera observó a Amber pararse frente a la puerta de entrada.

—¿A dónde vas? —la bonita niña de moño en el cabello y una muñeca en su brazo observaba de forma acusadora a su hermano mayor.

—Nada que te importe cabello de paja.

—Quieres salir a escondidas de casa y no puedes, estas castigado.

Nathaniel termino de bajar las escaleras y la empujo —Fuera de mi camino. Me estorbas.

—Si te vas le diré a mamá.

—Si le dices a mamá te juro por Dios que...

Amber abrazo su muñeca. No le diría a sus padres, si lo hacía pagaría las consecuencias.

Nathaniel salió de casa y comenzó a correr rápidamente hasta el parque. Al llegar noto de inmediato a su mejor amigo sentado al final del tobogán.

Castiel casi sale volando cuando Nathaniel se dejó caer por el tobogán a escondidas para hacer la maldad y volvió a empujarlo.

—¿Me extrañaste Cassy? —pregunto el niño sonriente.

—C-cállate. —el niño azabache observó la sonrisa triunfante de Nathaniel y se la devolvió un poco. —¿Dónde estuviste? ¿Por qué no has ido a la escuela? —pregunto con curiosidad.

Nathaniel hizo una mueca y se cruzó de brazos. —Estoy castigado. Mi papá y la directora me echaron la reprimiendo. Me suspendieron y no puedo salir de mi habitación. ¡Eso no es justo! ¿Porque de repente mi papá decide que me castiga? —se cruzó de brazos molesto.

—Tal vez se dio cuenta de que necesitas un poco de disciplina. —comento Castiel sin alterarse, ya sabía que esto pasaría algún día. Nathaniel saco la lengua.

—¡Qué asco de disciplina! No la necesito, yo hago lo que quiero. Incluso me he escapado de casa para venir a verte.

—Trata de ya no meterte en tantos problemas para que no te lo prohíban. No es divertido estar sólo. Mi niñera ni siquiera me cuida.

—Podemos hacerle una broma. ¡Un bicho en su bolso quizá!

—No. —Castiel miro a otro lado.

Nathaniel lo miro, notando la tristeza en los ojos de su mejor amigo, la soledad que lo rodeaba debería ser fatal.

—¡Ya se! —grito a los cuatro vientos sorprendido al otro niño. —Necesitas compañía para estar en tu casa y cuando yo no pueda estar. ¿Qué tal una mascota? La televisión dice que son geniales. A mí me gustan los gatos pero mi mamá es alérgica.

—¡Bleh! ¿Gatos? Prefiero los perros.

—Bueno perros. —Nathaniel exagero. —¡te conseguiremos un perro!

—No puedo adoptar un perro tienes que cuidarlos y cuesta dinero. Mis padres no tienen dinero.

Nathaniel cruzó los brazos con autosuficiencia, feliz de mostrarle una solución a su desesperado amigo. —¡Lo tengo resuelto! ¡Un puesto de limonada!

—¡¿Y cómo quieres que hagamos eso?!

—Pues...

Nathaniel se detuvo abruptamente al observar detrás de su amigo los columpios. Enfadado comenzó a correr hasta la niña sentada observándolo.

—¡¿Qué haces aquí Amber?!

—Te dije que estabas castigado. —la niña abrazaba a su muñeca. —¡Muy tarde! Le he dicho a mamá y viene en camino.

—¡¿Tu qué?! ¡Eres una idiota!

Nathaniel molesto le arrancó la muñeca a su hermana mientras le tiraba del pelo.

—¡Auch! ¡Devuélvemela! —reclamo la niña con un agudo grito. Nathaniel tomo la muñeca y le arrancó la cabeza con un fuerte tirón, luego la tiro al piso y comenzó a pisarla.

—¡No! Mi muñeca. —Amber lloró con fuerza. Cayó al piso y miro su muñeca decapitada.

Castiel observaba a los hermanos en silencio. Sintió algo de pena por la muñeca rota.

—¡Para que aprendas! —Nathaniel procedió a tirarle otro mechón de cabello. Cuando fue detenido por un fuerte grito.

—¡Nathaniel Donovan que crees que estás haciendo! —su madre apareció en escena con su sedoso cabello rubio.

—¡Mamá! Nathaniel rompió mi muñeca.

—¡¿No puedes dejar de meterte en problemas?! —la mujer tomo la mano de Amber y la de Nathaniel con fuerza. —Nos vamos ¡ya le explicaras esto a tu padre!

Castiel se mantuvo quieto observando. Sin atreverse a reclamar. —¡Castiel! —de repente Nathaniel lo llamo. —Recuerda: puesto de limonada. —le guiño el ojo.

Castiel no podía creer que en su situación Nathaniel siguiera como si nada. Negó con la cabeza. Esperaba que su amigo no se metiera en más problemas. Observó la pequeña muñeca en el piso. El deseaba con todo su ser no tener un hermano menor. En especial una que llora tanto como la de Nathaniel. Se compadecía de él. Tomo los pedazos de la muñeca y regreso a casa.

***

Liby.

Ya no te recuerdo (Corazón de Melón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora