Debrah

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Castiel fue a llorarle a Lysandro que no tenía dinero para alimentar al cachorro que le habían dejado una tarde cuando regresó de un ensayo. Había logrado alimentarlo los primeros meses pero ahora se habían acabado sus ahorros. Era su primer año en el Instituto y sus padres no podían responderle los mensajes. Así que considero que debía hacerlo todo por su propia cuenta.

—¿Debería conseguir un empleo?

—Nadie va a contratarte con la reputación que tienes. —contesto Lysandro, con su tranquilidad de siempre, a cualquiera podría parecerle insultante, pero a Castiel no le importaba la forma tan directa en la que a veces hablaba su mejor amigo.

—¡¿Quién mierda fue el jodido estúpido que dejo a un perro en la puerta de mi casa?!

—Creí que tú querías tener un perro.

—¡¿No estás escuchando Lysandro?! —grito. —Sin dinero no hay perro.

—Quizá te lo dio alguien que sabía que querías un perro.

—Es inútil hablar contigo...

Pero no estaba incorrecto. A Castiel sólo se le ocurría una persona que sabía que quería un perro, pero había sido hace mucho y no esperaba que lo recordara. A pesar de los problemas que causaba ese animal demonio. Era satisfactorio llegar a casa y saber que había alguien esperándolo.

—Tengo una idea. —de repente Lysandro hablo.

—Eso es nuevo.

—Podrías tocar la guitarra en el parque. Abres el estuche y dejas que la gente te de monedas.

—Me darán una miseria. —pensó que sería una buena idea.

—¿No te la pasas presumiendo que eres realmente bueno tocando?

Castiel se cruzó de brazos y observó a Lysandro como si fuera la peor cosa que le haya pasado en la vida. —Está bien. —sonrió con malicia. —Pero tú me dejaras tocar tus canciones.

Entonces Lysandro volvió a sonrojarse y se fue antes de que pudiera contestarle nada.

Lysandro era un amigo leal. No era alguien con quien explorar, jugar una travesura o meterse en problemas. Tenía un hermano mayor el cual admiraba y tampoco vivía con sus padres. Lysandro siempre fue una voz de razón en su loca cabeza. Y nunca le hizo preguntas de más. Esperaba paciente a que ellos mismos se dijeran las cosas, a veces ni siquiera era necesario. Por ello, para Castiel ver a su amigo reaccionar de repente o demostrar que tiene más emociones de las acostumbradas le hacía pensar que era muy interesante.

Sus canciones eran buenas. Y Castiel siempre se lo decía. La primera vez en el parque, logró alimentar a Demonio y Lysandro prácticamente le dijo (muy a su manera...) que no quería que volviera a cantar sus canciones y que el mismo lo haría.

Y no es que Castiel fuera malo cantando. Pero Lysandro era mejor.

Podría jurar que esa época de su vida fue de las mejores que tuvo. Conectaban el amplificador a la guitarra o tocaba con su guitarra acústica. Conforme más tocaban en el parque más gente los escuchaba y después de un tiempo les pidieron tocar en pequeños restaurantes y locales y consiguieron un baterista. Recuerda que en una de sus últimas presentaciones en el parque, vio a Nathaniel haciendo lo que podía definir como una tarea. Dejo de ser lo suficiente orgulloso como para sonreírle a la mitad de la canción y Nathaniel le regreso la sonrisa. Porque sabía que él era el imbécil que había dejado a Demonio enfrente de su puerta. Y cuando faltaba a clases por diversas razones y Nathaniel se había convertido en el estúpido delgaducho del Instituto, no lo obligaba a firmar sus faltas e incluso ni siquiera se las contaba. Había un ambiente amable a su alrededor, aún si no se hablaban al menos no se ignoraban.

Poco después conoció Debrah y había cambiado su vida por completo. No sabía si para bien o para mal. Pero ella había hecho algo.

Llego con confianza y seguridad, con una voz de los mismísimos ángeles exigiendo ser parte de la banda. Aunque era buena no la necesitaban y la rechazaron pero aun así ella no se fue.

—Siento que tú tienes algo muy especial Castiel. —solía decirle cada que lo acorralaba en el sótano de la escuela. O cuando estaba en completa comodidad tocando su música en algún salón vacío.

Y conforme más tiempo pasaba comenzaron a ser más cercanos y no le molestaba pasar tiempo con ella.

Un día, justo antes de una presentación Lysandro no se presentó y Debrah estaba disponible y sabía las canciones. Fue una de sus mejores presentaciones. Al siguiente día Lysandro le dijo que Debrah podía cantar las canciones que el escribiera. Y a pesar de que no le molestaba la idea, le dolía dejar de lado a su mejor amigo con el esfuerzo que le había costado dejar que se abriera.

Poco después decidió invitar a Debrah a una cita y en un abrir y cerrar de ojos ya eran pareja y la banda tenía cada vez más éxito. Debrah era amable y la gente se encariñaba con ella, era amiga de todos en el Instituto, siempre podía conversar con alguien en los pasillos y ayudaba a todos con sus problemas. Era tan excepcional que incluso consiguieron un mánager que estaba dispuesto a llevar su banda a más allá que un simple restaurante.

Y Castiel pensaba que sería duradero, de verdad lo creyó.

Todo se fue a la mierda cuando encontró a Nathaniel tratando se sobrepasarse con su novia. Justo después de que el mánager lo llamará para decirle que sólo le interesaba Debrah de su banda y que le agradecía el tiempo que compartieron juntos. ¡Maldito hijo de puta Nathaniel!

Golpearlo no fue lo suficiente satisfactorio. No podía creer que Nathaniel fuera tan ruin como para traicionarlo de esa manera. Ni siquiera por sus años de amistad. Y poco después Debrah le dijo que lo mejor era terminar su relación porque el mánager le dijo que no quería distracciones. Y él lo acepto como el idiota que era por haberse metido de nuevo con cosas sentimentales.

Y sin querer decir que se deprimió, termino aceptando fumar a escondidas en la escuela, escribir música en exceso que guardaba para él y que Lysandro lo sacará de cualquier lío en el que pudiera meterse.

***

Liby. 

Ya no te recuerdo (Corazón de Melón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora