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Pequeños rayos de sol entraban por medio de los huecos de las persianas dando un poco de luz al lugar, unos cuantos cálidos rayos golpeaban mi rostro y parte de mi cama.
Me estire perezosa entre las sabanas retorciéndome entre ellas estirando mis músculos, lista para levantarme e ir por algo de comida. Al salir por el pasillo me dirijo a la sala para poder entrar a la cocina, pero mi paso se vio interrumpido al ver una cabellera color negra en el sofá, que por lo visto noto mi presencia ya que giro su cabeza a mi dirección, era una chica con rasgos finos, ojos grandes y alargados pigmentados de un marrón claro, labios pequeños pero gruesos de un color rosa pálido y mejillas carmesíes.
Se levanto exaltada inclinando su complexión un tanto tímida hacía mi dirección. - Bu-buenos días. - Saludo. La chica se miraba como de dos años menor que yo.
Vestía una falda color vino que le llegaba una cuarta más arriba de la rodilla junto una camisa blanca, floja de mangas cortas y zapatos tenis del mismo color.
- Buenos días. - imite su acción regalándole una sonrisa tratando de calmarla un poco ya que veía sus nervios de punta sin saber que hacer ante mi presencia.
- Lo siento por interrumpir, de esta forma, - Hablo con voz temblorosa. La chica literalmente era muy hermosa con su cabello lacio y brillante hasta su cintura con su piel blanquecina haciendo un perfecto contraste con el color de sus ojos, cabello y labios. - mi nombre es Hyo, u-un gusto. - Volvió a inclinarse haciendo otra referencia, además de hermosa se ve que es una chica muy tierna y tímida con muy buenos modales, sus puños apretaban los bordes de sus faldas y en su rostro se adornaba un lindo mohín, pero a pesar de eso se le notaba un poco inquieta así que decidí hablar tratando de relajar el aire tenso del lugar en estos momentos.
- No te preocupes no hay problema, mi nombre es Blair, Park Blair. - Sonreí amable tratando de simpatizar con ella aunque sea un poco.
Al escuchar mi nombre su cabeza se alzo viéndome con sus brillantes ojos relajando unos cuantos músculos de su cuerpo impaciente. - Eres la hermana de Ji-Jimin. - Interrogo observando fija y atentamente.
Su pregunta resolvió las mías. Entonces si fue Jimin quien la trajo.
- Sí. - Respondí.
Sus mejillas tomaron vida propia tornándose más carmesíes de lo que ya estaban, miro el suelo y sus puños estrujaron todavía aún más los bordes de su falda. Y en ese preciso instante sentí como el aire tenso se apaciguaba al igual que sus músculos y su mirada se relajaba, sus labios se estiraron hacía arriba mostrando una gran sonrisa tierna y alegre.
