Vuelve.

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¿Por qué las personas somos tan cabezonas? ¿Por qué nos empeñamos en hacernos daño? 

Sería más fácil alejarnos de todo lo que nos hace daño. Sería más fácil asumir que si algo se ha terminado, por algo será. Sería más fácil dejar de luchar por algo que, desde un principio, sabíamos que no tenía futuro. 

Hay tantas cosas que harían nuestra vida más fácil. Hay tantas cosas que harían nuestra vida más tranquila.

Pero no. Nos gusta complicarnos. Nos gusta hacer difícil algo que desde un principio no lo es. Nos gusta dar vueltas en círculo al rededor de un mismo tema. Nos gusta tropezarnos con la misma piedra. 

Por eso cuando una persona se marcha de nuestras vidas, tratamos de aferrarnos a ella. Tratamos de agarrarnos a ella con tanta fuerza que nos hacemos más daño del que deberíamos. Nos amarramos a una relación que ya no da para más, que sabemos que no puede dar más de sí, pero aún sabiéndolo queremos que siga existiendo. 

Por eso te pido que vuelvas. Porque me da miedo la soledad. Porque me da miedo el olvido. Porque no quiero pasar por tu vida como una más. Porque sé que esta no es la mejor decisión de mi vida pero es mi decisión. Y es que quiero tenerte cerca. Quiero seguir sintiendo contigo. Quiero seguir riendo contigo. Quiero seguir llorando contigo. E incluso quiero seguir discutiendo contigo.

Resumiéndotelo.

Quiero seguir siendo contigo.

Y no te diré que sin ti no sé ser. No te diré que sin ti no puedo vivir. Ni siquiera que me voy a morir por no tenerte. Porque nunca te he tenido. Nunca me has tenido tampoco. Hemos sido almas libres. Almas que han sido libres juntas. Así nos hemos querido. 

Te pido que vuelvas porque aún sabiendo que sabré sonreír sin ti. Que sabré sentir sin ti. Que sabré ser yo misma sin ti.

No quiero.

No quiero ser sin ti. 

Porque recuerda que aquella noche en la que la luna cambió de color. Aquella noche en la que nuestras miradas conectaron. Aquella noche fuimos uno de una manera tan única, tan especial...

Sé que no es mi mejor idea. Sé que no es lo más correcto. Sé que si todo se acabó fue por algo. Sé que no recibiré respuesta a este grito ahogado. 

Pero esta soy yo, tropezando con la misma piedra una y otra vez. Descuida. No es una piedra cualquiera. No eres una piedra cualquiera. Eres uno de los minerales más bellos y únicos que jamás he podido llegar a ver sobre la faz de la tierra. Tan embelesador que duele. Duele el tropiezo. Duele la caída. 

Sé que en uno de esos tropiezos razonaré. Me daré cuenta del error. Comprenderé que debo de dejar de dar vueltas en círculos si no quiero marearme. A veces la mejor decisión es seguir caminando en línea recta. 

Pero hasta entonces, déjame sentirme desorientada en esta rotonda de cinco carriles donde circulo por el interior. Donde se me hace imposible pasar al continuo para avanzar hacia la salida. Déjame gastar mi gasolina aquí porque algún día la perderé y necesitaré de una grúa que me lleve a repostar. Necesitaré de una grúa que me saque de aquí y me ayude a llegar a casa. 

Sé que no es mi mejor decisión. 

Pero déjame equivocarme por última vez antes de un adiós definitivo donde nos prometeremos que nunca nos olvidaremos, donde nos convertiremos en aquel bonito recuerdo, en aquella sonrisa nostálgica, en esa persona que pasó de ser algo para convertirse poco a poco en nada.

Porque sí, te puedo prometer que no hoy, ni mañana, ni dentro de un año. Pero algún día. Algún día te olvidarás de mí como yo lo haré de ti. Ni siquiera seremos un bonito recuerdo porque habremos aprendido a sustituirlo con otra persona. No habrá sitio que te recuerde a mí, porque tendrás veinte sitios nuevos donde crear momentos con otras personas. No te quitaré eso. No a ti. 

Tenemos derecho a ser felices. Te lo mereces. Me lo merezco. Nos lo merecemos.

Pero antes de que la noche caiga, de que el olvido nos ataque sin piedad alguna. Vuelve. Déjame disfrutar de ti, de mí, una noche más. Déjame equivocarme una última vez contigo. No lo hagas por mí. No lo hagas por ti. Hazlo por nosotros. 

Porque nos lo merecemos.

Por última vez.

Vuelve.

Divagando a medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora