Chapter V

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Al despertar lo primero que sus ojos percibieron fue el blanqueo del techo decorado con el resplandor de la mañana entrar por la ventana, indicando que era más de las 9. Miró el nochero, que mantenía una lámpara de lectura, una planta que no regaba desde hace días y un reloj que justamente marcaba las 10: 42 am, la hora que como todo domingo, salía al jardín de atrás para regar las flores y tomar una taza de té mientras observaba las demás casas y las personas que vivía en ellas realizando las actividades con familia o pasar los ratos en solitario como su vecina, la señora Abbott. Anciana viuda desde hace siete años con dos hijos que la visitan una vez a la semana junto a sus familias. Cada mañana regaba sus rosas blancas y limpiaba el jardín quitando las hojas caídas de su árbol, para después sentarse en el pórtico y tejer un suéter para sus nietos.

Pero esta mañana de domingo... salir de la cama no estaba en sus planes.

Recordó brevemente la noche anterior, rodeado de los cálidos brazos de Ryan mientras estaba tirado en ese lugar y lentamente se desbordaba en un hoyo de flaqueza que lo mataba al instante. Arrugo las sábanas por la presión que forzaba en puño porque no describía el desdén que su cabeza peleaba con los recuerdos y engaños que ha tenido que llevar cargando desde años. No era por lastimar a un hombre lo que le preocupa, sino la posición improcedente que tenia en aquel mundo. La condena que merecía por sus decisiones, lo han llevado a tener esta vida llena de miseria aún si digan que es perfecta, porque el no era un Muggle, él era un mago condenado de la peor forma ser llamado como uno más de todas las personas que lo rodeaban, un Muggle. Un insignificante humano que cada día desea olvidar su pasado y por fin creer que ese es su hogar como su madre lo creé.

Sólo aguardo ahí acostado y ver cuando un Auror haga escena para llevarlo a las celdas en Azkaban por asesinato. Pero los minutos seguían y nada ocurría. Se inclinó adolorido de la espalda y se soltó de las sabanas para ponerse las pantuflas y llegar al baño donde pudo ver en el espejo su cara lívida y las ojeras marcadas bajo sus ojos rojos. Suspiro agitado procediendo a abrir el mueble para sacar tres píldoras y tomar una a la vez con un vaso de agua para pasarlas. Con todo lo de ayer olvidó tomarlas dejando una migraña como resultado. Abrió la regadera para tomar una ducha rápida y salir con una toalla cubriendo la parte de abajo buscando una playera azul y unos jeans negro con tenis blancos. Se arregló el cabello y fue directo a la cocina para prepararse el desayuno. Al bajar las escaleras olio el delicioso aroma del café que hizo parar el paso indiferente ya que no había nadie, ¿A caso su madre había vuelto? ¿No regresaría en unas semanas? Camino a la puerta de la cocina y al entrar vio a un hombre preparar lo que parecían waffles medio quemados, conocía de quien se trataba y se acerco sin temer por una taza para café.

- ¿Qué haces aquí? -preguntó al poner la taza en la cafetera.

- Buenos días también -respondió Ryan con un plato repleto de waffles y colocarlo en la mesa-. Dormiste mucho a noche y decidí cuidarte.

Puso los platos y se sentó bebiendo su café y coger dos waffles vertiendo jarabe de miel. Draco se sentó a su lado esperando que la cafeína hiciera efecto, miro el desayuno y un revoltijo en su estómago lo provoco náuseas de sólo oler lo dulce. Continuó con el café y un pedazo de fresa que era para acompañar los waffles.

- ¿No desayunaras?

- Sabes que no me gustan los waffles ni nada que lleve pan.

- Es cierto... puedo prepárate otra cosa.

- No tengo hambre- dio otro sorbo.

Esquizofrenia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora