Chapter VII

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El sonido del reloj en la pared ponía  de los nervios al ojiplata, quien estaba conectado otra vez a una desagradable sustancia transferida a sus venas. Draco había despertado horas antes del desayuno que se servía a las 8 de la mañana, se la paso viendo todo a su alrededor buscando su ropa que fue sustituida por una pequeña bata que dejaba al descubierto su trasero. Prometió reñir todo el odio que sentía hacía su amigo por trasladarlo aquel lugar. Pero en parte también era su culpa, nada hubiera pasado si aquella voz hostil le frustrará cada vez que quería. Entonces pensó, ¿Eso era normal? No era la primera vez que se lo preguntaba, y de alguna manera comenzaba a asustarlo por el simple hecho de no ser el único de sangre familiar que oía voces. Su tía Bellatrix era un caso, mujer chiflada, obsesionada por él señor oscuro que no le importó dar a su familia, a su propia hermana, para ganarse el respeto y devoción del hombre de su sueños. El chico concordaba de lo loca que estaba, años encerrada en Azkaban la volvieron un ser desquiciado fuera de sus cinco sentidos. A veces la escuchaba hablar sola, como si una persona estuviera a su lado pero en realidad nadie la acompañaba ¿Quién no pensaría que se le zafó un tornillo? Sin siquiera analizarlo, todos sabían que esa mujer había perdido el rumbo del sentido común desde hace mucho tiempo. Y ahora él estaba pasando por la mimas situación.
Por un instante, podía entender ahora a su tía, tal vez no eran tan diferentes después de todo.

La manija de la puerta ser inclinada hacia abajo, le advertía que era hora del desayuno, así que se enderezó quedando recargado en el respaldo y acomodarse las sabana medio arrugada al ras de la cintura. Vio entrar a una enfermera con una bandeja mientras sonreía como dicta la norma del hospital, sonreír para que el paciente se sienta más cómodo. Que hipocresía.

- Buenos días. ¿Tuvo una buena noche?

Dejo la bandeja en la mesa de apoyo y al no oír una respuesta, redujo la sonrisa a una curvatura mediocre para no demostrar indignación de la mala educación del aludido. Draco la miro con incomodidad viendo sus rasgos muy deteriorados por la falta de descanso. Su cabello estaba peinado en forma de dona con un gorro de enfermera, sus ojos se veían cansados con ojeras que disimulaban golpes por lo morado que estaban, aunque tratará de ocultarlo con maquillaje, no ayudaba de nada. Era delgada, hombros firmes, postura recta, cadera y piernas en su lugar, lo único que no la hacia ver tan horrenda.

Le acercó la mesa y sirvió un vaso de té dejando la jarra a un lado. Se movió a revisar su expediente anotando el proceso y medicamento añadido el día de hoy.

- Bien Draco, parece que estás aceptando correctamente el medicamento. Solo necesita reposar adecuadamente y saldrá hoy en la tarde- el chico no le importó mirar a la enfermera, su ojos estaban fijos en el plato removiendo la comida preguntándose que era eso-. Antes que nada, ubicamos que no tienes familiares cercanos al cual llamar y legalmente ya eres mayor de edad, arreglaran tu salida a tu disposición.

Desde que empezó a explicar Draco al fin la miro a los ojos con la sensación de alegría a esa bellas palabras. Se podría ir ahora, nadie tenía que retenerlo más si él quería.

- Quiero irme

La enfermera lo miró insegura por las primeras palabras que le dirigía.

- Ehh bueno, eso depende de tu condición, si el doctor lo aprueba podrás...

- ¡¡No me interesa quien lo apruebe o no, dije que quiero irme de este lugar, maldita sorda !!

El grito hizo que la mujer retrocediera del susto y porque Draco aventó la bandeja de comida estropeando la pared y el piso. A Draco le valía una mierda lo que otros decidían. Se quitó las sábanas y se levantó mareándose por el brusco moviendo. Se quitó abruptamente la intravenosa y como consecuencia, su mano comenzó a llenarse de sangre viendo el daño que se había hecho. La enfermera, aterrorizada, corrió rápidamente a llamar ayuda, en busca del doctor.

Draco sin importar su mano, busco su ropa en el pequeño mueble cerca de la ventana, pero no encontró nada cerrando con brusquedad el cajón. Al mirar por la ventana se veía el estacionamiento donde estaban las ambulancias y en una de ellas vio como sacan a un hombre en una camilla mientras estaba conectado a un respirador y uno de la ambulancia revisaba su pulso. Draco se alejó por impulso, era evidente que no le gusta ver sangre de otras personas ni nada que proveniente dentro de su cuerpo. Tenía que encontrar la forma de irse.

Viendo aún la ventana no percató los pasos acercarse desde la puerta, sin reaccionar a tiempo, sintió un fuerte agarre en los dos brazos que impidió  moverse. Con terror vio a los dos camilleros quienes lo forzaron a la cama agarrando sus brazos y piernas.

- ¡¡Déjenme!! ¡¡No... No me toquen!!- el miedo no lo dejo pensar, pero más que nada fue la sensación de ser tocado como los viejos tiempos.

- Cálmese- dijo uno de ellos.

-¡¡No quiero estar aquí!!

Su fuerza no era suficiente para eso dos grandulones, cuando más fuerza resistía más presión se sentía en sus muñecas y tobillos.

- Señor Malfoy- la voz del doctor logro que dejará de lucha solo para que observará al hombre parado enfrente a él y también a la enfermera escondida en el umbral de la puerta.

- ¡Tengo derecho. Usted no puede retenerme como un animal!

- Y está en lo correcto, pero entienda que no puede alterar la seguridad del hospital con ese comportamiento. Se que está asustado pero debe comprender que es nuestro trabajo...

- ¡¡El único trabajo que tiene es decirle a estos ineptos que me suelten y dejar que me largue!!

- Le pido que se tranquilice, está ocasionando un escándalo que asusta a los demás paciente.

- ¡¡Váyase a la mierda, maldito viejo!!

Intentó una vez más zafarse hasta dejar de sentir la sangre en los dedos, pero las manos enormes de ambos hombre lo apresaron tan fuerte que la única opción que le quedaba era pedir a gritos ayuda. Y como prometió, los gritos desgarradores se escucharon haciendo que los presentes se alarmaran sin saber que hacer. Entre tantas súplicas salían del chico para que alguien lo sacará, los presentes se les acababa las ideas. Él doctor, en modo profesional, no tuvo de otra que poner en estado inconveniente . Draco al ver la jeringa en la mano del hombre dejo de gritar viendo con verdadero terror el objeto en su mano.

- ¿Qué...va a hacer?- su voz se contrajo.

- Esto lo ayudará a relajarse- se acercó pidiendo que descubrieran su brazo, lo cual él más robusto lo hizo.

- ¡No lo haga, no lo haga!- suplicó, pero sus palabras eran pasadas por sus oídos porque vio como acercaba la aguja directo a la vena. Su piel fue penetrada por aquel objeto, liberando unos fuertes gritos de sollozó por parte del rubio, visualizo como fue travesando su brazo y ver como el líquido pasaba a sus venas sin dejar nada en la jeringa-. Basta... Se lo pido...- sintió el cuerpo pesado y los brazos ajenos lo liberaron pero no podía mover los brazos ni una extremidad de su cuerpo-. ¿Qué... Qué me hizo?

- Estará mejor en unos minutos, hablaremos después de que despierte.

Los párpados le pesaban tanto, siendo difícil tenerlos abiertas. Lo único que alcanzo a ver era como el doctor junto con los camilleros y la enfermera se retiraban.

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2019 ⏰

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