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El pelinegro miraba por la ventana del aula, observando el paisaje lluvioso que acompañaba a su ciudad. Pensando en una sola persona:
Mills.
Ese chica que hace de sus días menos mierda con sus historias y mensajes. Pero, ¿había hecho algo mal con ella? La actitud que tuvo la chica en su ultima conversación le hizo sabes al chico que en definitiva algo la incomodó.
¿Pero que? No le veía nada malo a sus palabras, tampoco algo que la haya incomodado de tal manera.
Y eso lo asustaba.
Siempre jodía las cosas mas importantes de su vida, no le sorprendería que terminara arruinando todo con Mills. Pero eso no quitaba todo el miedo que le daba perderle.
A ella que ha hecho de sus días un poco mas brillantes y menos oscuros. Ella que lo hace reír y sonreír en momentos horribles.
No podía permitirse perderla.
Logro distinguir el sonido de la puerta del aula, solo que no lo tomo en cuenta. Quien fuera que sea no iba a hablarle, por lo cual, ni siquiera volteo a ver.
Sin embargo, una voz a su costado lo saco de sus pensamientos.
— ¿Esta ocupado este asiento? — pregunto señalando el banco a su costado. Era una chica, a la cual jamas había visto. Tenia el cabello corto y pelirrojo, y sus lindos ojos azules lo miraban esperando una respuesta.
— No. — fue lo único que respondió el chico para volver a centrar su vista en la ventana.
La pelirroja de nombre aun misterioso, dejo sus cosas en la mesa y tomo asiento.
Se sentía extrañada por la actitud del chico, se notaba pensativo mirando el paisaje de forma seria y... triste.
— ¿Estás bien? — preguntó la pelirroja de manera preocupada al ver como el pelinegro casi comenzaba a llorar.
Por su parte el pelinegro tomo sus cosas y salio de manera apresurada del aula, dejando a la chica sorprendida.
¿A nadie le importaba? Ninguna persona fue capaz de si quiera voltear quien salio de tal manera del salon.
