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—¡SADIE!—Millie corría por los pasillos de su escuela buscando por todas partes a la pelirroja. — ¡SADIE SINK! ¿¡DÓNDE ESTÁS!?—la castaña parecía una loca (por decirlo sin exagerar) lo cual llamaba demasiado la atención de todos los demás alumnos que pasaban por los pasillos.
—La cafetería— se contestó a si misma, comenzando a correr con dirección a ese lugar.
¿Por qué necesitaba Millie a Sadie en ese momento y con tanta desesperación? Fácil, Finn Skata Wolfhard acababa de pedirle una vídeollamada para Navidad; por lo visto, un caso de mucha importancia para la castaña.
Al cruzar las puertas del lugar y localizar la característica cabellera roja de su amiga, corrió unos últimos metros hasta -por fin- llegar a su mesa.
—P-por fin t-te encu-encuentro— tratando de tomar aire, la castaña hablaba de manera entrecortada.
—El hambre no dejaba de molestarme a mi y a mi estómago Mills— la pelirroja miraba arrepentida a la su amiga—. ¡Iba a morir si mi pansita no recibía alimento!— luego gritó con una voz un poco infantil, sin embargo, la castaña la entendía, ella hubiera hecho lo mismo.
—¿Cómo es que te escondes tanto? ¡Te necesito demasiado en este momento!—dijo la castaña de manera casi eufórica, enserio que necesitaba calmarse.
—Espero que no sea una tontería acerca de Finnie, por que ahí si te quemo tus librillos de colorear, y tu preci—Sadie sospechaba que lo que sea que Millie necesitaba contarle -de manera muy desesperada- era algo relacionado con ese chico raro de Internet.
—Finn quiere hacer una vídeo llamada Sads ¡quiere ver mi rostro! ¡mi cara! ¡mi yo!—mientras hablaba, Millie señalaba su rostro y caminaba de un lado a otro.
—Wow wow wow. Eso es grandioso Mimi ¿Qué le dijiste tu?—la pelirroja pareció no haberse molestado, a pesar de que sus sospechas fueron ciertas y sí tenía algo que ver con ese chico.
—Nada—contestó, esperando que su amiga no se alterara. Pero, para su mala suerte, Sadie casi se atraganta con la galleta de chispas de chocolate que masticaba.
—¿¡Y qué jodidos esperas milanesa!? ¡Se va a cansar de esperar y pensará que no quieres hacerla!—le respondió levantándose de su asiento.
—¡Es que no puedo, me tiemblan los dedos!—le respondió mostrando sus manos, que como ella había afirmado, estaban como gelatina —. Mejor hazlo tu— le pasó el teléfono a la pelirroja.
—¿Qué recibo a cambio?— contestó la chica pasando su mirada del teléfono a su amiga—. Necesito saber si me conviene.
—¿Muchos abrazos y un dibujo de mariposa coloreado?—Millie no dudaba en que su amiga le ayudaría—¿Por favor?
—Bien, lo haré, pero quiero ese dibujo con dedicatoria, ¿entendido?—Millie asintió con la cabeza de manera entusiasmada—. Dame ese teléfono—
—¡Te amo Sads!—respondió dándole el artefacto.
—Si, si, y yo a tí—la pelirroja le lanzo un beso a su amiga antes de volver su vista al celular en sus manos.
Millie no sabía si estar nerviosa o entusiasmada. ¡Conocería a su Finnie! No podía esperar más.
